Recientemente treinta parejas españolas se quejaban porque España no facilitaba el pasaporte a los bebés que habían comprado tras haber sido engendrado por mujeres ucranianas que habían funcionado como vientres de alquiler. Esa prácticas está, en la actualidad, prohibida en España.
Ucraina se ha convertido en uno de los destinos preferidos por las parejas españolas interesadas en esas prácticas para conseguir un bebé que desean aunque biológicamente no puedan tener.
Ahora se ha sabido algunas de las prácticas a las que son sometidas estas mujeres que están alrededor de una actividad que se ha convertido en un gran negocio organizado en el país.
Madres de alquiler: monitorizadas para que no se apeguen al bebé
Es evidente que llevar un bebé en el interior del vientre te convierte en una madre. Incluso si la carga genética del bebé no es la de una mujer la conexión existente entre el bebé y la madre es profunda e indiscutiblemente referenciada por los estudios científicos. Es por eso que las madres de alquiler desarrollan conexiones no sólo físicas sino también emocionales con el bebé que portan.
Muchas llevan el proceso en secreto, lo cual añade más dramatismo a la situación. En la segunda parte del embarazo, cuando es más evidente, se mudan a Kiev en pisos compartidos para no ser vistas por sus entornos más cercanos.
En esos pisos las empresas intermediarias de los servicios de vientre de alquiler las monitoriza. Si alguna empieza a sentir apego por el bebé se actúa: “Pueden llamarnos a cualquier hora. Si por ejemplo detecto que alguna muestra demasiado apego con el bebé, llamo a la psicóloga para que tengan una consulta. Hay que actuar enseguida”, según afirma una trabajadora en una información que recoge el diario El País.
Una idea que, por ejemplo empleaba la la psicóloga Antonina Nakonechnaya para controlar a las mujeres que hacían de vientre de alquiler durante los cuatro años que trabajó en una agencia para reclutarlas era explicarles que ellas eran como el canguro de un bebé, que no es suyo.
“Yo les decía -explica Nakonechnaya- que iban a dar vida, que es un regalo para otros, era como un mantra. También les recomendaba que se concentraran en la recompensa, en su objetivo”. “Muchas no mostraban ninguna emoción hacia el niño. Eso es bueno para ellas, pero no para el bebé”, explicaba. Solo en 15 casos hizo un seguimiento. “Algunas mujeres sentían vergüenza y soledad, pero la psicología no interesa a las clínicas”.
Los vientres de alquiler, un negocio que mercadea con el ser humano, también esconde prácticas mercantilistas en torno a las madres que se prestan por dinero a esta actividad ilegal en España.
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En este caso no se usa el término «engendrado» sino el término «gestado». Un varón engendra un bebé en una mujer, una mujer concibe un bebé de un hombre, y gestar se refiere al tiempo y proceso en que el bebé se desarrolla dentro del vientre materno. En un vientre de alquiler no se engendra ni concibe, sólo se gesta, ya que la fecundación se hace «in vitro» con esperma y óvulos de la pareja que lo alquila, y se implanta el cigoto en la mujer para que se desarrolle hasta el parto o cesárea.