Tres mártires del siglo XX en España nacieron un 16 de julio: un sacerdote y un dominico asturianos y un agustino cántabro.
Ramiro Argüelles Hevia, sacerdote de 65 años, natural de Mieres (Asturias), era canónigo de la Catedral de Almería, fue asesinado el 13 de septiembre de 1936 en Tahal y beatificado el 25 de marzo de 2017 en Roquetas de Mar, ambas localidades almerienses. Según la biografía diocesana, desde su llegada en 1928 a Almería manifestó la misma dedicación al Seminario que le había caracterizado en Oviedo:
Su amor y vinculación al Seminario Conciliar de san Indalecio fue tal que, en 1934, lo declaró heredero universal de sus bienes.
Un testigo ocular de sus años almerienses recordaba que: «El Siervo de Dios era un hombre de gran preparación intelectual, de amplia cultura. Tenía estudios especiales sobre latín y temas propios de Religión. Vivía plenamente dedicado a su ministerio sacerdotal. Pasaba muchas horas de confesionario en la Catedral; era director espiritual de muchos fieles.»
La Persecución Religiosa lo sorprendió veraneando en Enix, donde fue delatado. Salvajemente detenido y conducido a Almería, compartió prisión y martirio con el Siervo de Dios don José Álvarez Benavides de la Torre.
Alfredo Fanjul Acebal, de 69 años y natural de Oviedo, era sacerdote dominico, prior del convento del Olivar (Madrid), fue asesinado el 7 de noviembre de 1936 en Paracuellos de Jarama (Madrid) y beatificado en 2007. Es uno de los ocho beatificados de la primera saca de presos hacia Paracuellos: cinco dominicos, un jerónimo, un oblato de María Inmaculada y un seminarista salesiano.
Bautizado -según el relato de su congregación– al día siguiente de nacer «en la iglesia de Santa María la Real de la Corte; estudió en el seminario de Oviedo, instalado en el antiguo convento de Santo Domingo; profesó en Corias (Asturias) el 29 de septiembre de 1883, sacerdote el 15 de diciembre de 1890; enseñó en Corias y Salamanca, en este último convento fue regente de estudios; maestro en teología, preparaba bien las clases y era por ello muy estimado; superior en Oviedo, Salamanca, Palencia, en el Olivar de Madrid, Santo Domingo el Real de Madrid, prior provincial en 1918; era prior del convento del Olivar cuando lo asaltaron el 20 de julio de 1936. Religioso óptimo, piadoso, gozaba de gran prestigio, descollaba por su caridad y prudencia. Arrestado el mismo día 20 lo llevaron en un camión a la comisaría de policía de la Puerta del Sol, y desde allí a una checa en la Ronda de Valencia, después al ministerio de la gobernación, en el camión en que lo condujeron se apreciaban charcos de sangre; por descubrir la cabeza cuando pasaban por delante de una iglesia fue golpeado con el cañón de un fusil. Del ministerio lo llevaron a la dirección general de seguridad y lo metieron en los calabozos; se encontró con cuatro religiosos del convento de Atocha; cerca de las doce de la noche de este día 20 los recluyeron en la cárcel Modelo y pudieron confortarse mutuamente, especialmente por medio de la oración compartida; uno de ellos era el P. Isabelino Carmona.
En la cárcel tuvo el consuelo de asistir al matrimonio de su pariente el general Joaquín Fanjul, al que ejecutaron horas después; el 15 de agosto llegaron a la misma prisión cuatro estudiantes dominicos de la provincia Bética que se encuentran también en la presente Causa; el 22 de agosto estuvieron en peligro inminente de muerte por un incendio en la cárcel que pareció provocado desde fuera. En medio de su preocupación lo vieron siempre conforme con la voluntad de Dios, y ejerció mucho el ministerio de la confesión entre los reclusos; para sí mismo y durante la noche, recitaba todas las oraciones y practicaba los ritos como si estuviera celebrando la santa misa; en propia confesión esto le servía de gran consuelo. Abandonó la cárcel en una saca masiva en la mañana del 7 de noviembre de 1936, junto con el P. Carmona».
Las fotos del fusilamiento de Fanjul no fueron publicadas hasta 2002, porque no quería publicarlas el fotógrafo Alfonso. Según El Mundo, el hijo de la viuda de Fanjul y el albacea, según llevaban a enterrar el cadáver, fueron también fusilados.
Pedro José Carvajal Pereda, de 24 años y oriundo de Peñacastillo (Cantabria), era laico profeso agustino, fue asesinado el 30 de noviembre de 1936 en Paracuellos de Jarama (Madrid) y beatificado en 2007.
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