En los relatos de la pasión se explica que en el momento de la muerte de Jesús "la cortina del santuario se rasgó en dos de arriba abajo" (Mc 15,38). Los teólogos interpretan este texto en el sentido de mostrar el desgarro del velo del templo como una imagen evocadora de que a partir de ese momento no hay separación entre el espacio sagrado y lo profano. La muerte de Jesús unifica en una sola experiencia humana el camino hacia Dios y su presencia en todo el mundo.
Dice el teólogo Xavier Alegre, comentando este texto en el libro colectivo La Biblia y los inmigrantes editado por Armand Puig, que a partir de ese momento "lo que separa de Dios no son los elementos cúlticos propios de la religión judía, sino los elementos éticos, es decir, todo aquello que, saliendo de dentro del ser humano, de su actitud negativa hacia los demás, hace daño al prójimo". Así, una vez desaparecido el velo, el culto queda supeditado a la reconciliación de la humanidad en un solo pueblo amado por Dios.