Si bien es cierto que ser padres es una de las tareas más hermosas, esta también trae consigo gran responsabilidad, con el ejemplo y mucho cariño, los padres deben inculcar a sus hijos las virtudes y valores humanos, orientándoles y aconsejándoles continuamente. El ejemplo de los padres tiene mucho peso, porque los hijos tienden a imitar lo que hacen sus padres. Los padres tienen que estar pendientes, de lo que sus hijos hacen hablar con ellos a diario y tratar de lograr que se conviertan en adultos valiosos, generosos, responsables, honrados, sensatos y decentes, respetuosos con los demás y preocupados por sus semejantes.
Los padres nunca deben dar a sus hijos un mal ejemplo personal, así evitarán que sean violentos, maleducados y egoístas. Es muy difícil para los padres, contrarrestar las influencias de las malas compañías o de las ideas equivocadas. La lección más valiosa, es enseñar con el ejemplo, expresado en la conducta ejemplar de los padres, de los maestros y representantes. No basta con repetir a diario reclamos incesantes si se quiere lograr algo con los hijos dale el ejemplo a seguir. Predicar con la palabra es fácil, predicar con el ejemplo, es la forma más efectiva de estimular la transformación en otros. Los padres demasiado permisivos no dan buen ejemplo.
Como dar un buen ejemplo a los hijos:
-En el cuidado, respeto y cariño demostrado a sus padres (abuelos)
-Con buenas relaciones con su esposa e hijos.
-El comportamiento de responsabilidad familiar, religiosa y social, a plazo corto, medio y largo.
-Un buen comportamiento con los amigos y con la sociedad.
-Al respetar las leyes y las costumbres de donde se vive.
-En su continua formación humana, profesional e intelectual.
-La entrega al prójimo.
-Hacer negocios honestos o cumplir con sus obligaciones laborales y profesionales.
El estímulo de superación de los hijos, se ve acrecentado por la calidad que proviene del ejemplo de los padres. No se trata de que los hijos imiten ciegamente a sus padres, sino que sepan hacer suyas las virtudes y valores humanos, de lo que ven y sienten.
Ser un ejemplo ante los demás, implica una serie de responsabilidades y es aún mayor cuando se es ejemplo para los hijos. Es cierto que hay que darle más importancia al mensaje que al mensajero, es decir se transmite cuando se da el ejemplo, puesto que acaso debemos hacer caso al médico fumador, cuando dice que fumar es malo para nuestra salud. Antes que enseñar hay que hacer, para que los otros puedan aprender. Nada es tan peligroso, como un buen consejo acompañado de un mal ejemplo.
Conclusión:
-Es más eficaz un buen ejemplo que mil órdenes, sermones, teorías o consejos
-Dar el mejor ejemplo, es servir a la familia y no servirse de ella.
-El buen ejemplo hecho con naturalidad, sin vanidad, ni exhibiciones, es una conducta contagiosa que influye sobre otros.