Este mes de junio de cumplen 102 años del “Cantemos al Amor de los amores”, la canción eucarística más cantada en el ámbito de lengua hispana. La ocasión fue el 22º Congreso Eucarístico Internacional celebrado en Madrid. Las crónicas hablan de aquella apoteosis eucarística que se dio en la Plaza de la Armería y de la consagración a Jesús Eucarístico en el Salón del Trono del Palacio Real. En este Congreso resonó por primera vez el himno o marcha triunfal sosegada del “Cantemos al Amor los amores” del agustino palentino de Carrión de los Condes, P. Restituto del Valle Ruiz (1865-1930) y del músico vasco, nacido en Zumárraga, don Juan Ignacio Busca Sagastizabal (1868-1950). El inspirado maestro logró una música sencillamente “genial”, que no pasa porque está por encima de modas y gustos. Aquí el músico da en el corazón de la liturgia, que es alabanza a la Majestad divina y ternura con el Padre que nos acoge por su Hijo. Seguramente que este canto va a tener una fortuna de algún modo semejante al Noche de paz (éste más universal por ser tan alemán como inglés como español…), y confiamos en que en su día se conmemorará el segundo centenario. Ambos autores, el poeta y el músico, se unieron para componerlo. La letra del Himno, se han convertido en Himno de la Adoración Nocturna Española. (Extracto del blog de Fray Rufino Mª Grández) COMENTARIO DEL P. MIGUEL RIVILLA SAN MARTIN. Este himno eucarístico ya centenario, es una joya, tanto en el aspecto musical como en el literario. Se ha cantado tanto en la paz como en la guerra; en la dictadura, como en la democracia. Podría afirmarse que es y ha sido el canto religioso más conocido y repetido sin solución de continuidad, en España y en todos los países hermanos de América. Ha superado todos los lustros generacionales y avatares sociales, hasta el día de hoy. Su letra es una expresión cabal y perfecta de confesión de fe cristiana del pueblo y de cuantos lo cantaron a lo largo de sus vidas. Servidor lo canté en todas y cada una de las etapas de mi vida con fervor, fe y complacencia. De pequeño y niño en mi parroquia, en el colegio, adolescente y joven en el seminario, siendo adulto ya sacerdote en infinidad de ocasiones y celebraciones, hasta el día de hoy ya jubilado en incontables veces Ningún otro canto religioso en lengua vernácula tanto en el pre como en el pos concilio le ha superado en aceptación! popular. Su música parece inspirada, es melódica y al alcance del pueblo llano. Los agentes y responsables de la liturgia en las concentraciones religiosas, deberían emplear siempre este himno para alabar, adorar y bendecir al Señor sacramentado y testimoniar la fe del Pueblo de Dios.
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