Beatriz Robles escribe a ForumLibertas para contar con orgullo que es una lesbiana «casada», que su compañera ha dado a luz a una niña (no sabemos si engendrado naturalmente – ¿qué derechos tiene entonces el padre?- o por un método de inseminación -¿qué pasa con los hermanos engendrados artificalmente y aún congelados en este caso?-).
También comenta que en su estudio hay más de un 2% de homosexuales. Es evidente que la gente, y más los grupos minoritarios, tiende a juntarse con los «suyos», con los de un estilo de vida (y en este caso de prácticas sexuales) similar. Aunque en el ambiente de doña Beatriz haya muchos gays, es evidente que en cualquier país los homosexuales no pasan de un 2% y ahí están los muchos estudios citados en ForumLibertas.
Yo preguntaría algunas cosas a doña Beatriz: ¿cómo transmitirán ella y su compañera a su hija la vivencia de la masculinidad y la paternidad? ¡Sólo pueden darle feminidad y maternidad! ¿Cómo podrá su hija vivir de cerca la complementariedad entre hombre y mujer? No es algo que vaya a vivir en casa. Lo que todas las niñas del mundo aprenden de sus padres le estará privado.
También sería bueno que doña Beatriz nos explicase por qué hay violencia en el 48% de las parejas lesbianas, y maltratos psicológicos en el 73% de ellas (Clinical Psychology Review, 1999). ¿Por qué más de un 30% de las lesbianas han estado en una relación donde al menos había sucedido una agresión física?
¿Por qué casi el 40% de las lesbianas en EEUU declara haber sido agredida físicamente, acosada o incluso violada por su pareja del mismo sexo? (informe National Institutes of Health del año 2000). ¿No es esta una situación de riesgo para muchos niños?
Por último, hay muchas personas con tendencias homosexuales que luego cambian. ¿Qué opinión le merecen estas personas a doña Beatriz Robles? ¿Pedirá doña Beatriz que se dé visibilidad y respeto a los ex-gays, tanta como se les da a los gays que «salen del armario»? Todas estas son preguntas respetuosas y siempre desde un exquisito respeto a la persona.
Pero ni la homosexualidad -como tendencia psicológica y práctica física- ni el homosexualismo -como ideología política- tienen por qué ser aceptados por una sociedad si los datos demuestran que perjudican a miles de personas, empezando por los niños, que tienen derecho a un padre y una madre.
