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¿Cuál ha sido el presidente más valorado de la democracia española?, ¿y el que menos?

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En los 36 años de democracia en España desde que se aprobó en 1978 la Constitución, han desfilado por el Palacio de La Moncloa un total de seis presidentes del Gobierno. Pero, ¿cuál de ellos ha sido el más valorado a lo largo de su legislatura por los españoles? Y, ¿cuánta era su popularidad al inicio de su mandato y cuánta al abandonar el cargo?

La respuesta a esta pregunta viene de la mano de José Luis Álvarez, profesor, ensayista y articulista de La Vanguardia, que en su libro Los presidentes españoles hace una comparativa entre el liderazgo de todos ellos, a partir del análisis de una serie de indicadores y de su perfil psicológico. Sus conclusiones se ven avaladas por las percepciones de la opinión pública sobre cada uno de ellos a lo largo de casi cuatro décadas.

Álvarez ha extraído los datos estadísticos que indican el nivel de valoración de los presidentes españoles por parte de los ciudadanos a partir de todas las series históricas del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) que miden esos parámetros.

Según este experto, "como ocurre casi siempre con las historias de poder, hasta ahora todas las historias presidenciales españolas han acabado mal", y prueba de ello son los datos incluidos en la tabla que acompaña esta información, elaborada a partir de la información publicada en La Vanguardia el pasado 4 de mayo y basada en las estadísticas del CIS.

Zapatero, el de mayor caída

Como se puede observar en la tabla, José Luis Rodríguez Zapatero es el presidente que registra una mayor caída (3,5 puntos) entre la nota que le pusieron los ciudadanos al inicio de su mandato el 16 de abril de 2004 (un 6,6), y la que le otorgaron al abandonar el cargo el 21 de diciembre de 2011, 3,1 puntos.

En el otro extremo, el mandatario que ha mantenido a lo largo del tiempo en que fue presidente una menor caída fue Adolfo Suárez, que empezó con una valoración de 5 puntos coincidiendo con la aprobación de la Constitución en 1978, y esa era la misma nota que le dieron los españoles cuando cedió el puesto a Leopoldo Calvo-Sotelo el 29 de enero de 1981.

A Suárez le sigue en popularidad a lo largo del tiempo como presidente José María Aznar, que pasó de 5,1 puntos el 4 de mayo de 1996 a los 4 que tenía al abandonar el cargo el 16 de abril de 2004, con una caída de popularidad de 1,1 puntos.

El tercero mejor valorado fue Felipe González, con una caída de la valoración de 1,7 puntos, pasando de los 7,5 puntos, la más alta adjudicada a un presidente al inicio de mandato, el 2 de diciembre de 1982, a los 5,8 cuando dejó La Moncloa.

En cuarto lugar está Leopoldo Calvo-Sotelo, que en el breve tiempo que ejerció como presidente pasó de los 5,6 puntos el 26 de febrero de 1981 a los 3,4 del 2 de diciembre de 1982, con un descenso de 2,2 puntos en la nota que le dieron los españoles.

Cabe tener en cuenta que estas valoraciones están influenciadas, como no podía ser de otra manera, por el paso del tiempo en la presidencia del Gobierno de los sucesivos mandatarios. Es decir, siguiendo la observación de José Luis Álvarez, a mayor tiempo en La Moncloa, menor valoración futura, salvo raras excepciones.

En cuanto a Mariano Rajoy, que inició su mandato con una valoración de 4,6 puntos, la peor valoración de un presidente al inicio de su legislatura, fruto de la gravedad de la crisis y de las medidas de recortes que tuvo que adoptar nada más empezar como presidente, hay que señalar que es toda una incógnita si esa valoración continuará bajando o podrá remontar si hay mejoras en la economía de los ciudadanos.

Los rasgos de los presidentes

Por otra parte, en la información publicada por La Vanguardia, se incluía un resumen de los rasgos característicos de los diferentes mandatarios españoles, que por su interés reproducimos a continuación.

Adolfo Suárez. El primer presidente de la actual democracia española era el rey de la improvisación, sobre la base de una excepcional creatividad táctica y una elevada velocidad en la toma de decisiones. Suárez jugaba, sin duda, con ventaja en su ascenso al poder y en la implementación de un régimen de libertades, pero sin su carisma y "gran magnetismo personal" no habría obtenido notas por encima del 6 en un contexto de grave crisis económica e institucional. Eso sí, tanta "excelencia táctica" para acelerar la transición desde el antiguo régimen erosionó con igual velocidad su posicionamiento (y de ahí el desplome de sus puntuaciones en los últimos meses de mandato cuando no se habían cumplido ni cuatro años de su primera elección). Sin olvidar que su movilidad política (de ministro secretario general del Movimiento a líder del centrismo) creó resentimiento en muchos sectores (del antiguo régimen o de la oposición democrática).

Leopoldo Calvo-Sotelo. El "más intelectual" de los presidentes españoles "heredó la soledad final de Suárez, incrementada por una UCD en descomposición acelerada". Y la veloz caída de sus puntuaciones (desde un prometedor 5,6 inicial) reflejó también su pertenencia "por educación a una era premediática", en la que las "élites tomaban las decisiones políticas" sin esforzarse por sintonizar con el electorado. Un líder reflexivo pero distante. El resumen de Álvarez -"la presidencia más melancólica de todas"- encuentra plena ratificación en las encarnizadas notas de los sondeos.

Felipe González. Dotado de "excepcionales competencias para el liderazgo presidencial", Felipe González llega a la Moncloa (como Aznar) "en oposición a un ciclo político en descomposición" y encarna un proyecto de modernización y socialdemocracia económica que cuenta con el favor de la población. González es "la gran figura política de la España en libertad del siglo XX", un mandatario que impulsa transformaciones relevantes y que es fuente de ansiedad histórica para los restantes presidentes a la hora de autoevaluarse. Y las notas de la opinión pública (con abundantes notables, como ningún otro jefe de gobierno) lo reflejan con nitidez. Como también reflejan su "impotencia e indolencia ante los escándalos de corrupción" del PSOE, los inéditos suspensos que salpican la fase final de su mandato.

José María Aznar. El primer presidente popular llega al poder avalado por su "eficacia para poner orden y disciplina en la derecha española". E inaugura una dinámica partidista muy eficiente de desgaste del adversario, a través de una campaña electoral permanente que busca infligir el máximo daño político al oponente. De hecho no hay "ningún otro presidente con tanto poder e impacto social", pues logra la "alineación de las políticas y estilos del PP con las clases medias españolas". Sin embargo, su deliberado estilo "huraño, distante, malhumorado" y "despreciativo con los adversarios" le pasa factura ante la opinión pública. Ni siquiera en el mejor momento económico y electoral de su mandato logró un aprobado alto (la segunda mejor nota llegó justamente cuando anunció su marcha). Y tal y como reflejan las declinantes calificaciones, su segunda legislatura se convirtió en un periodo "autodestructivo políticamente", a causa de la "búsqueda constante del conflicto de máxima intensidad" o de "extravagancias como los fastos de la boda de su hija". Esa "falta de autocontención" le llevó a malograr en las horas finales de su mandato -a causa de su desacertada respuesta a los atentados del 11-M- la más "lúcida, ambiciosa y ordenada" operación de sucesión presidencial de la democracia. Y esa misma falta de autocontrol -que lo convierte en el "más neurótico de nuestros presidentes"- explicaría los melodramáticos choques con su propio partido, hoy dirigido por un sucesor que Aznar imaginó más dócil.

José Luis Rodríguez Zapatero. Otro gran táctico, Rodríguez Zapatero personifica la "hazaña electoral" de "ganar dos elecciones seguidas contra un ciclo dominante conservador" (ya que "la derrota del 2004 no cancela el dominio económico, mediático e institucional" del centroderecha). Zapatero "sobreactúa" en su buenismo (como Aznar en su dureza) y exhibe "extraordinarias capacidades políticas personales", pero que "juegan especialmente en ámbitos temporales reducidos" (de ahí que registre notas muy irregulares). Además, el segundo presidente socialista cayó también en la "autodestrucción al no percibir la gravedad de la crisis económica" y cambiar de política en el 2010 "sin ninguna narrativa justificativa" (lo que puso en duda "la veracidad de su identidad política"). De hecho, no ha sido un presidente transformador, ya que "no trató de modificar las estructuras del neocapitalismo español puesto en pie por Aznar y Rato", mientras que sus iniciativas de ciudadanía y derechos civiles "reconocieron legalmente prácticas sociales ya existentes". Los severos suspensos finales de Zapatero reflejan el extraordinario desgaste de su imagen, sometida a una sistemática descalificación. Pero si González dejó sin resolver el relevo en el PSOE, Zapatero ha dejado al partido sin credibilidad ideológica (y de ahí las bajísimas notas de Rubalcaba).

Mariano Rajoy. El actual presidente es "un grandísimo resistente e inigualable gestor de los tiempos"; quizás el mejor táctico de todos. Consciente de que su capital político inicial (bastante menguado a la luz de sus bajísimas notas de partida) no va a aumentar en medio de la actual crisis, sabe que "la mejor estrategia es la inmovilidad", la "quietud", pues "el poder es como la energía; se gasta en cualquier acción". Rajoy actúa "como si no existiera la presión" y es "el menos carismático con Calvo-Sotelo". "Nuestro Andreotti", lo define Álvarez. Para Rajoy, "el tiempo es un chicle" y el presidente lo alarga para diluir el desgaste. A la espera de que el final de la crisis mejore unas notas pésimas (2,22), es el "administrador ideal de la no política", capaz de presentar las medidas de ajuste como una "manifestación inevitable" de un estado de la naturaleza, ante la que "lo mejor que puede hacer la ciudadanía es resignarse y distraerse, como él, leyendo la prensa deportiva".

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14 Comentarios. Dejar nuevo

  • El peor con una gran diferencia es Zapatero. Pero con una gran gran diferencia. Ha sido bastante sumiso, mediocre, sin creatividad, una marioneta de otros y sin mucha inteligencia. Sólo iba a por colectivos diciéndoles lo que quería oir para conseguir sus votos, todo ello dirigido en la sombra por otras personas, que eran las que maquinaban.

    Responder
  • Jose Manuel Gomez
    30 julio, 2016 14:15

    Sorprendido por la lucidez y objetividad del análisis, salvo en el caso de Rajoy. No se puede tildar de inactividad la legislatura de Rajoy, con la prima de riesgo amenazando una quiebra del Estado, se negoció con Bruselas el rescate de la banca, se realizó la Reforma Laboral, Reforma Fiscal, la ley de Mejora de Calidad Educativa (LOMCE), la Ley de Seguridad Ciudadana, Ley de Transparencia, Sostenibilidad Financiera, nueva Ley Concursal y ley de Segunda Oportunidad, ley de Emprendedores,y muchas más [1]
    [1] http://www.heraldo.es/noticias/nacional/2015/10/24/las_leyes_impulsadas_legislatura_del_gobierno_mariano_rajoy_585986_305.html

    Responder
  • […] […]

    Responder
  • domingo alonso gulias
    11 agosto, 2017 21:06

    Mis Políticos mejor valorados: Adolfo Suarez, Julio Anguita, Felipe Gonzales, Zapatero, Llamazares, Pablo Iglesias y otros mas, leales al trabajador español!!!!!!!!!!!!

    Responder
    • domingo alonso gulias
      24 octubre, 2017 22:16

      ERROR POR MI PARTE!!!, FELIPE GONZALEZ NO LO VALORO COMO MEJOR POLITICO CON FECHA 11 AGOSTO 2017!!!!!!

      Responder
  • para mi el mejor, Aznar, y Rajoy, los demas unos ladrones,

    Responder
  • El peor Rajoy con diferencia

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  • El peor Rajoy? Tu eres tonto y socialista o podemita que es peor aún.

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  • El peor? Rajoy. Una vergüenza.

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  • EL MEJOIR PRESIDENTE QUE TUVO ESPAÑA FUE FELIPE GONZALEZ Y ME DA IGUAL LO QUE DIGAN LOS FACHAS.

    Responder
  • El mejor está por llegar me avergüenzo de los políticos de este país ,son escoria ,sobran y no hay trasparencia en el dinero del país

    Responder
  • José Guerrero Lima
    4 mayo, 2019 13:03

    El mejor con diferencia, aunque es del siglo pasado D. Manuel Azaña.
    De la democracia reciente pienso que el mejor va a ser Pedro Sánchez.

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  • El mejor de todos los Presidentes fue Calvo Sotelo, como no cabía esperar otra cosa por su formación intelectual, su capacidad de gestión. Para muestra un botón. Leopoldo sabía que su sucesor sería Felipe, por lo tanto lo mejor para España era un Presidente preparado. En la Moncloa todas las decisiones que se tomaban eran consesuadas con Felipe o por lo menos explicadas por que se tomaban. Es cierto que Leopoldo no era populista y mucho menos popular. Pero tampoco lo es ningún científico. Todos los demás Presidentes fueron abogados. Por formación mentirosos compulsivos. El éxito de Felipe Gonzalez en la primera legislatura se debe a Calvo Sotelo. En cuanto se creyó que era un líder. Comenzó su desprestigio y la corrpción. Leopoldo ya tenía Chalet antes de ser Presidente. Felipe González no. Es una pena que el mejor Presidente de la democracia española no hubiese durado cuatro años más. Su gran problema era no ser ambicioso y ser extraodinariamente responsable. Su lema «Ir cuando te llaman y marcharse antes de que te hechen» lo cual choca de frente con la de cualquier politico. Como hubiera cambiado la historia de España. Pero el populacho está más contento con la mediocridad, que con la excelencia. Al fin y al cabo está represntado por los suyos. Es decir, la.vulgaridad.

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