La historia reciente protagonizada por la influencer británica Natalee Barnet y la feroz respuesta de ciertos activistas transgénero ejemplifica como la violencia imperante es el síntoma actual de la falta absoluta de argumentos.
Natalee Barnet decidió abrir un gimnasio exclusivamente femenino, un espacio llamado «The Girls Spot», concebido como refugio frente al acoso, el hostigamiento sexual y las diversas violencias que muchas mujeres sufren en gimnasios mixtos.
Su objetivo, expresado con claridad meridiana, era brindar seguridad a aquellas mujeres cuyas vivencias les han arrebatado la confianza en los espacios compartidos con hombres.
Inicialmente, Barnet mostró apertura a permitir el ingreso a personas que se identifican como mujeres transgénero, pero el rumbo y la evolución de su proyecto la llevaron a reconsiderar esta decisión.
Según relata en sus redes sociales el cambio se produjo desde la reflexión profunda, desde el acercamiento empático a mujeres traumatizadas, vulnerables, cuya tranquilidad mental y emocional debe ser respetada.
Este cambio surgió precisamente de la sensibilidad hacia quienes ya han sufrido daños irreparables.
Sin embargo, esta razón, que apela a la protección, al cuidado y a la seguridad, fue rechazada con violencia verbal y amenazas por parte de grupos radicales que defienden la inclusión a toda costa, incluso cuando ésta signifique sacrificar la tranquilidad de otras personas.
Este conflicto no es aislado. Refleja una inquietante tendencia contemporánea donde el activismo sin fundamentos degenera rápidamente en manifestaciones de odio cuando encuentra límites o cuestionamientos legítimos.
La respuesta hacia Natalee Barnet fue inmediata, brutal, con mensajes tan agresivos como preocupantes, llenos de odio visceral y deseos explícitos de muerte.
La violencia, verbal o física, no es más que el reconocimiento tácito de la propia incapacidad para convencer, para establecer diálogos honestos.
Cuando alguien recurre a la violencia lo hace porque ha renunciado a la inteligencia y al entendimiento, porque carece de respuestas y no soporta la existencia del otro, distinto y legítimamente autónomo.
Cuando faltan razones, lamentablemente, solo queda la violencia.