La región del noroeste de Siria está viviendo uno de sus momentos más sombríos debido al incremento de la violencia contra comunidades minoritarias, especialmente alauitas y cristianos. Esta situación alarmante ha sido denunciada recientemente por las monjas carmelitas de Alepo, quienes advierten que podría estar desarrollándose un verdadero genocidio.
El 11 de marzo de 2025, las monjas carmelitas de Alepo hicieron pública su denuncia calificando de «indescriptibles» las masacres en la costa noroeste de Siria. Esta región, mayoritariamente alauita, es el lugar de origen de la familia Assad, y actualmente sufre una violencia extrema.
Raíces del conflicto: Caída del régimen de Assad
La crisis actual tiene su origen en la caída del régimen del presidente Bashar al-Assad en diciembre de 2024, tras una ofensiva lanzada por una coalición predominantemente islamista liderada por el grupo Hayat Tahrir al-Sham (HTS).
Aunque inicialmente esta ofensiva prometía un cambio positivo, los recientes hechos revelan persecuciones, asesinatos masivos y violaciones sistemáticas de derechos humanos.
El conflicto se intensificó el 6 de marzo de 2025, cuando estallaron enfrentamientos entre las Fuerzas Generales de Seguridad del nuevo gobierno y los restos del régimen de Assad. Según estimaciones, estas fuerzas habrían asesinado entre 1500 y 3000 civiles, principalmente alauitas.
Las monjas carmelitas califican estos hechos como un «crimen de lesa humanidad, un verdadero genocidio», enfatizando la injusticia de responsabilizar a civiles inocentes por las acciones del régimen anterior.
Crisis humanitaria profunda
Las condiciones humanitarias se agravan rápidamente, especialmente en ciudades como Latakia y Alepo. En Latakia faltan servicios esenciales como agua y electricidad, mientras que Alepo experimenta un deterioro acelerado en la calidad de vida. Esta crisis humanitaria ha generado protestas que, lamentablemente, suelen terminar en violencia.
Las monjas denuncian además el silencio cómplice del gobierno actual ante estos actos de violencia.
Líderes religiosos, como patriarcas y obispos, han exigido públicamente medidas concretas para detener la violencia y proteger a las comunidades afectadas.
Destaca especialmente la voz de las monjas carmelitas, quienes pidieron abiertamente al gobierno luchar por la paz y evitar la indiferencia frente al genocidio.
Pese al ambiente desolador, emergen actos inspiradores de solidaridad y valentía.
Familias sunitas y chiítas han brindado refugio y protección a refugiados alauitas, mostrando un ejemplo de convivencia y humanidad en medio del horror.
Las monjas carmelitas hicieron un llamamiento urgente a la comunidad internacional para que intervenga y detenga lo que consideran un genocidio. También solicitaron oraciones por los cristianos, particularmente vulnerables y afectados por la violencia, instándolos a mantener su fe y permanecer en Siria.
A pesar del sufrimiento y la incertidumbre, las monjas concluyen su denuncia con esperanza, recordando a la comunidad cristiana que «Nuestro Salvador Jesús ha triunfado y siempre triunfará mediante su entrega y su muerte de amor en la cruz».
