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Ante el feminismo de la policrisis debemos recuperar la familia

Este es el verdadero rearme que necesita España: una política integral para la familia y la natalidad

Editorial, Familia

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España enfrenta un desafío existencial: las tasas de natalidad se encuentran entre las más bajas del mundo, con 1,12 hijos por mujer, lo que compromete el relevo generacional y la sostenibilidad económica y social futura. Además, las políticas públicas de apoyo a la familia y la infancia son claramente insuficientes: mientras la media europea supera el 2,5% del PIB, España apenas invierte un 1%, situándose a la cola de Europa (la familia y las fuerzas armadas son los grandes marginados de la política española. Sus vidas paralelas dan para un libro).

Todo esto nos instala en una policrisis creciente, que tiene en el feminismo de género convertido en ideología de estado, uno de sus grandes catalizadores.

Para revertir este proceso, es necesario duplicar al menos los recursos destinados a familia, alcanzando los niveles medios europeos y aplicando políticas eficaces, como ya han hecho Francia o Hungría con resultados positivos.

Una estrategia básica es el fomento del matrimonio, la estabilidad familiar y la natalidad, que debe abordar, en primer lugar, incentivos económicos directos. Esto implica ayudas monetarias por nacimiento, como un cheque bebé universal de importe significativo por cada hijo nacido o adoptado, y asignaciones periódicas por hijo, que guarden proporción con su coste real y aumenten con  su número.

Junto a ello, deben aplicarse beneficios fiscales como desgravaciones por hijos y por matrimonio, siguiendo el modelo francés del “quotient familial” o el húngaro, donde las madres con cuatro hijos o más están exentas del impuesto sobre la renta. Además, sería positivo implementar ayudas progresivas que premien la estabilidad familiar, como préstamos bonificados para compra de vivienda o condonación parcial de deudas familiares a medida que crece el número de hijos.

Un segundo eje imprescindible es la conciliación entre la vida laboral y familiar, clave para que tener hijos no signifique renunciar al trabajo o al desarrollo profesional. Para ello, es necesario avanzar hacia la gratuidad universal de las guarderías para niños de 0 a 3 años, con suficientes plazas públicas o concertadas que cubran toda la demanda, siguiendo ejemplos como el francés o alemán.

Junto a esto, urge ampliar los permisos parentales: aunque España ha avanzado en los permisos de paternidad igualitarios, convendría alargar el permiso maternal, por ejemplo, a seis meses remunerados al 100%. Además, es necesario fomentar una cultura laboral que respete la vida familiar, promoviendo horarios flexibles, teletrabajo parcial y otras medidas de conciliación.

El acceso a la vivienda es otro de los grandes retos para las familias jóvenes. El alto coste del alquiler y la compra de vivienda impide que muchos jóvenes retrasen o hagan imposibles sus proyectos familiares.

Para paliar este decisivo inconveniente es urgente un plan de vivienda familiar que incluya subsidios directos para compra de primera vivienda a parejas con hijos o que se comprometan a tenerlos, préstamos hipotecarios bonificados y condonación parcial de deuda por nacimiento de hijos. Además, debería ampliarse la oferta de alquiler social destinada a familias jóvenes, con prioridad para hogares con hijos. Todo ello complementado con beneficios fiscales, como deducciones por compra de vivienda habitual para familias o reducción del IVA en la compra de viviendas familiares.

Ahora bien, junto a las medidas materiales, es imprescindible una transformación cultural. En las últimas décadas, se ha instalado en nuestra sociedad una visión que desvaloriza el matrimonio, la familia estable y la maternidad, junto con un feminismo anti-hombre, que convierte en sospechoso aquel vínculo e incluso a la maternidad forjada en una familia clásica. Por eso, es urgente recuperar el prestigio social de formar una familia y tener hijos.

Esto requiere campañas públicas que presenten la maternidad y paternidad como opciones valiosas y enriquecedoras, destacando los beneficios personales y sociales de criar una familia. También sería importante incluir en la educación contenidos que preparen para la vida familiar: resolución de conflictos, importancia de las relaciones estables y beneficios del compromiso familiar. Finalmente, sería deseable crear premios y reconocimientos públicos para familias ejemplares, y medidas simbólicas que revaloricen la maternidad.

Otra dimensión clave es la estabilidad matrimonial, que favorece la natalidad, con medidas como los incentivos fiscales progresivos por años de matrimonio y las bonificaciones especiales para parejas jóvenes que se casen.

Asimismo, es importante revisar la legislación sobre el divorcio, promoviendo procesos de mediación obligatoria en casos de ruptura cuando hay hijos menores, y ofreciendo servicios de terapia familiar o asesoramiento para ayudar a superar crisis conyugales. El objetivo no es impedir las rupturas necesarias, sino crear un entorno que favorezca la estabilidad familiar.

Por otro lado, apoyar la crianza de los hijos más allá del nacimiento es fundamental para evitar que las familias se sientan solas en el proceso educativo y económico. Esto incluye bonificaciones en servicios esenciales como transporte, energía y educación (por ejemplo, gratuidad de libros de texto o comedor escolar) y servicios de apoyo como redes de asesoramiento familiar, canguros municipales o cuidado infantil para horarios atípicos.

También sería importante reconocer el esfuerzo de las familias en el sistema de pensiones, incrementando los complementos de pensión por hijos para quienes hayan contribuido significativamente al relevo generacional.

Finalmente, para que todas estas medidas sean eficaces, hay que eliminar los obstáculos económicos y culturales que dificultan la formación de familias. Esto pasa por mejorar el empleo juvenil, reducir la precariedad y facilitar la emancipación temprana. Un plan de empleo joven con incentivos a la contratación indefinida, formación dual y ayudas al alquiler es necesario.

Este es el verdadero rearme que necesita España: una política integral para la familia y la natalidad.

Es necesario duplicar al menos los recursos destinados a familia, alcanzando los niveles medios europeos y aplicando políticas eficaces, como ya han hecho Francia o Hungría con resultados positivos Share on X

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