Contra lo que dicen, sin conocimiento, miembros del PSOE, a propósito de la correcta negación de la Comunión a un señalado socialista segoviano que convive públicamente con otro homosexual, “casado”, según una absurda terminología, la mayor misericordia para con él es precisamente negarle la Eucaristía.
En efecto, sabemos que para recibir a Jesús sacramentado se ha de estar sin pecado grave no perdonado, perdón que se alcanza con arrepentimiento sincero y propósito de enmienda y especialmente en el sacramento de la Penitencia.
Ahora bien, este señor vive en situación objetiva de pecado público y grave (decimos “objetiva” porque nadie, salvo Dios, puede penetrar y juzgar el fuero interno de la conciencia)
Pero si nuestro protagonista fuera consciente, recibiendo indebidamente la comunión, añadiría un pecado más grave, sacrilegio, a sus otros pecados. Por tanto, es misericordia negarle la ocasión de ser más culpable.
Todo ello queda iluminado por nuestra Fe, que nos dice que la Eucaristía es Dios mismo que viene a visitarnos, y no podemos recibirlo dignamente si estamos enemistados con Él. Y, por otra parte, que la práctica homosexual (no la condición, que no ha de ser objeto de discriminación injusta) es un pecado muy grave. Y no se puede recibir al Señor con pecado mortal, a no ser que uno se convierta. Pero este señor, por lo que ha declarado, no quiere oír hablar de conversión.
Por otra parte, debe saber que su comportamiento público es un pésimo ejemplo para sus hermanos y también es misericordia evitar que cometa el pecado, objetivo, de escándalo: “¡Ay de quien escandalizara…!”
Además, pretender que la Iglesia varíe sus santos preceptos, teñidos de genuina misericordia ya que la máxima misericordia es la que atañe al bien espiritual de la persona, y aducir que practica el odio a los homosexuales es inmiscuirse en la Iglesia mostrando un tic totalitario: A ningún católico se le ocurre dictar lo que un partido político, el PSOE o cualquier otro, ha de establecer en su reglamento interno.
Pues, que un partido se crea con derecho a inmiscuirse en lo que es la Fe católica, en la Iglesia, para dictarle qué es lo que ha de creer o practicar, es un síntoma de totalitarismo.
Y si este señor es verdaderamente católico, seguirá el mandamiento principal de Dios: Y amará a Dios sobre todas las cosas y a su prójimo como a sí mismo. De modo, que no querrá ofender a Dios hecho Eucaristía, ni escandalizar a su prójimo. Así, la Iglesia le invita a ser buen cristiano.
Y no llamará misericordia a la tentación de los ecos mundanos de ofender a Dios y a sus hermanos, sino máxima crueldad, pues le incitan a un trato cruel para su espíritu, que es lo que más importa para esta vida y la eterna.
A ningún católico se le ocurre dictar lo que un partido político, el PSOE o cualquier otro, ha de establecer en su reglamento interno Share on X