El papa Francisco, en su mensaje con motivo de la Jornada Mundial de la Paz que se celebrará el 1 de enero de 2025, ha planteado la urgente y contundente necesidad de la abolición de la pena de muerte y tomarse en serio cuestiones críticas que afectan al mundo, como el maltrato a los migrantes, la degradación ambiental y la crisis de la deuda global.
Bajo el tema «Perdónanos nuestras deudas, danos tu paz», su mensaje es una invitación universal a reflexionar sobre las desigualdades y conflictos que aquejan a la humanidad.
La Jornada Mundial de la Paz de este año se desarrolla en el contexto del Año Jubilar de la Esperanza, un tiempo inspirado en el antiguo Jubileo judío, caracterizado por el perdón y la liberación.
El papa Francisco tomó este modelo para exhortar a los fieles y a la sociedad en general a escuchar y responder a las peticiones de ayuda de los oprimidos y los que sufren injusticias. Su mensaje enfatiza que todos somos responsables, en alguna medida, de la devastación de la tierra y de los problemas sistémicos que azotan al mundo.
Los desafíos interconectados de la humanidad
El papa destacó una serie de cuestiones sistémicas que, aunque diversas, están profundamente interrelacionadas y representan una seria amenaza para la existencia humana. Entre estas problemáticas mencionó las desigualdades sociales, el trato inhumano hacia los migrantes, el deterioro ambiental, la desinformación, el rechazo al diálogo y el exorbitante gasto en armamento militar.
Francisco, recalca que para abordar estos problemas se requiere un cambio cultural y estructural urgente.
En este sentido, su mensaje se centró en la necesidad de una solidaridad global y una justicia más equitativa, especialmente en el contexto de la deuda mundial. Francisco denunció cómo la deuda externa se ha convertido en un instrumento de control que perpetúa la explotación de los recursos humanos y naturales en los países más pobres, en beneficio de los mercados de las naciones más ricas.
Tres propuestas para devolver la dignidad y la esperanza
En su mensaje, el papa Francisco delineó tres propuestas concretas para restaurar la dignidad de los pueblos y abrir el camino hacia un futuro esperanzador:
- Cancelación de la deuda internacional: Siguiendo a San Juan Pablo II en el Jubileo del 2000, el Papa instó a las naciones ricas a considerar la reducción sustancial o incluso la eliminación completa de la deuda internacional que amenaza el futuro de muchas naciones.
- Respeto a la vida humana y abolición de la pena de muerte: El papa subrayó la importancia de valorar la vida desde la concepción hasta la muerte natural. Argumentó que la abolición de la pena de muerte no solo es un paso hacia la dignidad humana, sino también un aliciente para fomentar una cultura de vida y esperanza.
- Reasignación de fondos militares para erradicar el hambre y promover el desarrollo sostenible: Propuso que los países destinen un porcentaje fijo de sus presupuestos de defensa a un fondo global dedicado a combatir el hambre, fomentar la educación y luchar contra el cambio climático en los países más pobres.
Un camino de misericordia y solidaridad
El mensaje del papa no solo expone las raíces de los problemas globales, sino que ofrece una visión esperanzadora sobre cómo enfrentarlos. Concluyó animando a todos a emprender un camino de misericordia y solidaridad. Según sus palabras, abrazar estas propuestas permitirá vislumbrar el amanecer de un mundo más fraterno y pacífico.
«El fin de las guerras no es suficiente para alcanzar la paz», subraya Francisco, pues la verdadera paz se construye sobre la base de un cambio profundo en las relaciones humanas.
Este cambio implica reconocer nuestras diferencias y, al mismo tiempo, nuestra proximidad y fraternidad como miembros de una humanidad compartida.