Hablar de las virtudes masculinas y femeninas en estos tiempos tiene algo de temerario, pero viene al caso si se quiere entender cómo combatir el machismo y cómo liberar a las mujeres del riesgo de acoso y maltrato.
Hay quien valora la necesidad de una especial fortaleza física en el varón como una condición necesaria para, en primer lugar, luchar contra sí mismo y doblegar su natural y desmedido impulso. Someter los empujes fisiológicos, incluidos los hormonales, a la propia voluntad es un reto para cualquier persona, pero especialmente en el sujeto masculino.
Es muy ilustrativo un antiguo relato medieval inglés titulado «Sir Gawain y el caballero verde», un escrito anónimo del siglo XIV ambientado en la corte del rey Arturo, donde el caballero Gawain acepta un reto descabellado e irracional: propinar un golpe mortal a su adversario indefenso y aceptar, un año después, recibir un golpe similar de la mano del mismo adversario y en las mismas condiciones.
A cualquiera le sorprende la incongruencia del planteamiento. Si el primer golpe es realmente mortal, el sujeto muere y, por lo tanto, es incapaz de devolver golpe alguno, pero el autor del relato no es esclavo de nuestra mentalidad racionalista y sabe bien que las muertes no son siempre físicas ni permanentes. De hecho, así trascurre la historia, Gawain decapita de un golpe de hacha a su oponente, y este, para admiración de los presentes, recoge su cabeza del suelo, monta en su caballo y se aleja, no sin recordar a Gawain el compromiso adquirido. Un año después, Gawain busca y encuentra al caballero verde para cumplir su promesa.
El valor y la lealtad de Gawain quedan patentes en su compromiso y entereza. Camina a una muerte segura para cumplir su palabra y honrar a su rey, a quien salvó tomando para sí el temerario reto.
Antes de encontrarse con el caballero verde, Gawain es acogido por un noble señor en su castillo, allí, un nuevo reto le espera, debe resistirse a los encantos de la señora de la fortaleza, dama de gran belleza que no duda en intentar conquistar al joven caballero. Gawain, además del valor y la lealtad, debe demostrar ahora su templanza.
Durante los tres días que dura la prueba, Gawain debe orientar sus fuerzas en ser cortés con su anfitriona y a la vez virtuoso para evitar su seducción.
Quien quiera saber cómo acaba la historia deberá pagar el tributo de su lectura, pero baste decir aquí que ser un caballero pasa por adquirir la virtud de la templanza.
No olviden que virtud significa fuerza y templanza, moderación, sobriedad y continencia.
Esta debería ser la deseada nueva masculinidad, dejando atrás los comportamientos del macho alfa, autoritario dictador de los destinos de la manada, tomando la virtud (fortaleza) del dominio de sí, moderando sus impulsos, administrando sobriamente los placeres y conteniendo las tendencias biológicas al gobierno de la voluntad y la cortesía. También rechazando al hombre fofo, sin fuerzas para afrontar las decisiones fuertes de la vida, encarando la muerte y aceptando el compromiso.
Esa es la enseñanza de esta historia, la mejor masculinidad es ser un caballero.
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