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¡Fuego en las redes!

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La guerra ha comenzado. …¡O continúa! Es un fuego cruzado que no acaba, y nadie sabe bien cuándo comenzó. Prende fuerte en las redes, y prosigue más allá de ellas. No es magia, sino la tempestad que acecha rompiendo violenta contra el rompeolas en que vivimos encasillados. Son las redes sociales, el reverso visceral interno de la vida que hoy −en la opulencia como en la pobreza− se malvive en todas partes, y se propaga fuerte por el territorio baldragas con nuestra propia connivencia. Algunos esconden la mano y lo que en ella tienen. Nadie se atreve a dar el golpe sobre la mesa. ¿Qué nos espera?

Que si “dije”, que si “no dije”… prospectos de papel de estraza prendiendo por el reguero como la pólvora que todos hemos ayudado a escampar. Diseminados por doquier, deambulamos perdidos como ratas entre las ratas, salpicándonos mutuamente con las aguas sucias que por las cloacas corren veloces hacia un mar de mugre mísera y grasienta cuya borrasca ciclónica amenaza con arrasar cuanto queda a su paso. Pocos ya mantienen su palabra: la mayoría cambian de camisa de tuit en tuit, como quien se ríe de su mismísima sombra.

Es fuego. ¡Arde Roma, la ciudad eterna! La peste se contagia con un simple golpe de aire al gritarse a la cara uno a otro, otra a una los contrincantes de esta dura batalla, que somos todos. ¿Quién ganará? “La suerte está echada”, dicen los políticos. “Hablamos como las bestias”, protestan los académicos. “¡Ahí voy yo, yo soy primero!”, gritan los que van de lo que no son, pretendiendo ser lo que quieren que los otros crean, cuando ni unos ni otros autolesiva y mutuamente se ven más que su espectro. Es la autoafirmación que cala hasta los huesos más robustos de antaño, hoy roídos por la humedad que la intemperie disuelve como si fueran tizne de caliche.

Nadie entiende lo que pasa, pero todos corren hacia todas partes, diseminando las palabras que se lleva el viento. Por un lado, se reúnen unos asegurando que las redes sociales son el futuro, mientras en el ala opuesta otros discrepan advirtiendo que ha llegado el Apocalipsis. “¡Huyamos!”, braman unos y otros al descubierto, sin saber adónde ni a quién dirigirse. El puchero está a punto de ser servido, con todos los ingredientes cual enseres desparramados. Lo que está claro para quien dificultosamente procura en lo posible mantenerse al margen, es que vivimos fantaseando desvaríos con las redes sociales marcando un cambio de época. Esa sola advertencia debería bastar ya para determinar nuestra respuesta, pero ¿quién es el majo que levanta la mano?

Destripando el momentum

Ciertamente, parece una inocentada denunciar una refriega como la que se prepara; lo que está claro es que debemos ofrecer una respuesta. ¡Romper la parálisis que nos atenaza, y actuar con prudencia, humildad y contundencia! Ha llegado la hora de reconocer cada uno su culpa y rectificar el rumbo en que padecemos más que nada por nuestra pasividad y negativismo, que provienen de un miedo que nada tiene que ver con el Amor que Dios nos tiene y con el que Él gobierna el mundo a través de nuestras manos, cual instrumentos que solos no pueden nada (lo vemos), ¡pero que con Él lo pueden todo! Por eso la mente humana clarividente lo que hace es agarrarse a la Sagrada Benevolencia, y aun sin ver nada sigue adelante, como el ciego que confía en su guía ocasional.

En las redes sociales, como en todo, hay que saber discernir, evitando tragar la mierda que se sirve con guante blanco como el pastel de nata en una fiesta, pero acaba siendo lanzado orgiásticamente a la santa faz entre unos y otros comensales que más que cara tienen geta. Geta dura, delirium tremens. Puesto que sabemos que en el entorno humano hay facilitadores y complicadores, deberíamos agruparnos definitivamente convencidos de no ir más cada uno a su bola, puesto que así la fuerza se disgrega. Debemos aceptar que cada uno piensa de una manera, y debemos respetárnosla, lo mismo que queremos que nos respeten la nuestra. ¿O es que somos privilegiados, más allá del Nombre del Buen Dios?

Pensemos como pensemos, estemos en la plaza o en las redes, prodiguemos respeto, y venceremos; actuando no limitados por ideología impuesta, sino abiertos a la Verdad que queremos vivir. Rechazar las redes sociales por ser el boom de nuestro tiempo sería como descalificar globalmente la plaza pública y todos los medios de comunicación porque muchos de ellos (cada día más) dan basura. ¡Eso sería la verdadera y tan temida inocentada! ¡Recapacitemos! La solución no está en protestar, sino en actuar, cada uno desde su lugar y en su entorno, dando formación, entretenimiento y satisfacción por la labor bien hecha. Eso significa apoyarnos unos a otros, lo cual no es posible sin respeto a las ideas de cada cual.

¡Decidido! La solución no está en el ataque, sino en la defensa de los valores que comunican vida en el amor. ¡Ah, amigo, mi amiga del alma! Para eso se requieren maestros orfebres, ser más fuerte que el enemigo. “Te basta mi gracia, porque la fuerza se perfecciona en la flaqueza”, afirma Jesús (2 Cor 12,9). Sentirla propia solo es posible yendo agarrados a la Verdad de la Providencia (la Fe), de manera ética (la Esperanza) y de la mano (el Amor): las tres virtudes cardinales, que solo se sienten si se viven, y solo se viven si se acogen. ¡Habrá que acogerlas para vivirlas, o la muerte nos podrirá con ella!

Twitter: @jordimariada

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