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¡Se puede!

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Una meningitis la dejó a los once años sin brazos y sin piernas, y con todo el cuerpo erupcionado. Con su fuerza de voluntad no solo superó el bache, sino que es múltiple oro paralímpico de esgrima de los que repiten debido a su excelencia, además de muchos otros galardones y distinciones. Nacida en 1997, es la joven Bebe Vio, el ser extraído de entre los humanos, que demuestra que no es necesario venir de otra galaxia para aceptar ser lo que se es y multiplicarlo con creces.

Bebe disfruta sus triunfos sobre la naturaleza y distinción humanas con sencillez, y sorprende, pues pareciera como si con tanto que consigue se le hubiera de subir a la cabeza eso que ahora con el feminismo artificioso se viene a llamar de manera rimbombante “empoderamiento femenino”, pero en sus apariciones en los medios se la ve muy equilibrada y con las ideas claras. Lo primero que hace es afirmar que su principal meta es ayudar a los demás con sus conquistas en el mundo de la intemperie. Así, pone de manifiesto que se ha empoderado no frente al hombre biológico, sino frente a sí misma, demostrando que estar por encima de las circunstancias no es exclusivo del feminismo, sino la verdadera atribución que −si quieren− hombres y mujeres adquieren frente a los acontecimientos y la propia identidad.

Seguramente, Bebe no habrá leído la entrevista en que un médico famoso proclamaba a los cuatro vientos: “El objetivo no es caerles simpáticos a nuestros hijos, sino prepararlos para la vida”. Los padres de Bebe debían de saberlo porque se volcaron en la lucha de su hija… y Bebe lo ha asumido deliberadamente viviendo lo que la vida le ha dado y le sigue dando. Jugando un poco con las palabras y salvando las distancias por su radiante salud, la vida de jóvenes años de Bebe vendría a ser como −para otros no tan afortunados− una infusión de nanopartículas en las arterias a fin de limpiarlas sin necesidad de cirugía, la nueva técnica médica que se está implantando y que mejora tanto el pronóstico de los infartos. Ciertamente, ¡seguir a Bebe es de infarto!

En una sociedad que exalta la belleza con su pringue de manera ramplona, no es difícil advertir que una persona que no encaja en el patrón medio (que siempre lo es extremado) queda fácilmente y sin remedio fuera de partida. Sin embargo, gracias a Dios, si abrimos los ojos huyendo de las pretensiones a que nos aboca el sistema social que hemos montado (desmontando otros) seremos capaces de descubrir a nuestro alrededor personas que −como Bebe− parecen de otra galaxia porque viven la vida en lo que de verdad importa, y como importa.

¡Es cierto! Si vivimos aceptando nuestro ser más profundo, seremos personas dignas de tal calificativo, y sabremos valorar el sentimiento y el sufrimiento ajenos, al margen de toda esa parafernalia que pretende sacar rédito económico hasta de esas circunstancias vividas al límite. Sea como fuere, la escala del Bien va de menos a más, y por tanto, sea bienvenido el rédito económico si facilita la vida de las personas, puesto que al más llegaremos solo a través y desde el menos. Así será posible visibilizar y asistir a las vidas tenaces, con todo el bien que ello conlleva.

Con las manos abiertas

Un ejemplo: Por el testimonio indiscutible de Bebe, L’Oreal París le ha destacado su proeza nombrándola embajadora mundial, y la propia Bebe se ha erigido como promotora de la lucha global contra la meningitis, hasta con un contrato de colaboración con otra marca comercial en investigación y desarrollo de nueva tecnología para personas amputadas.

En efecto, esos casos −como otros que se dan, pero que no son visibilizados porque les dicen que no es rentable hacerlo− demuestran patente y fehacientemente el valor y dignidad de TODA vida humana, tanto si es vivida en el centro de la vorágine del glamur global como si lo es en las periferias existenciales más remotas del planeta… desde la barriga de la madre hasta la caja de madera. Ello da una idea de la obligación que tenemos todos y el efecto dominó que puede tener el ofrecer un mero vaso de agua a uno solo esos seres reales, únicos e irrepetibles que tenemos al lado, bien sea en forma de sonrisa franca o incluso de ayuda económica, por citar dos maneras prototípicas de hacerlo.

No lo olvidemos. Con todos esos seres −humanos como el que más− que Dios pone en nuestro camino −aunque sea de manera anónima, lo cual tendrá aún más valor y acogerá más Gracia santificante−, debemos tomar conciencia de que hay hermanos nuestros que necesitan que les tendamos una mano en sus tinieblas físicas, mentales o existenciales, si bien es cierto que en ocasiones te rehúyen la mano por no darte el gusto o por miedo a que les pases factura por haberles tendido… como también existen aquellos que, porque te lo exigen, se quedan sin que les ofrezcas.

Una manera bien anónima pero efectiva de tender nuestra mano puede ser −ya que ahora muchos de nuestro entorno cercano no se lo merecen− hacer lo que se ha dado en llamar “testamento solidario”, que lo piden cada día más organizaciones de ayuda y la misma Iglesia. ¿No es una bonita −y genuina− manera de manifestar nuestro valor como seres humanos? ¿No es eso fe y amor? Ahora que estamos viviendo un cambio de época, podemos aprovechar para hacer una sociedad más justa. ¡Ánimo, Bebe, tú demuestras que se puede!

Twitter: @jordimariada

Bebe Vio lo primero que hace es afirmar que su principal meta es ayudar a los demás con sus conquistas en el mundo de la intemperie Share on X

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