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Frivolidad de Almodóvar

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El director de cine Pedro Almodóvar declaraba hace unos días a Vanity Fair que “en engendrar un hijo propio hay un gesto egoísta”. Decía, de otro lado, que “abriría las puertas a todos los inmigrantes. Les diría que busquen el lugar que les guste para vivir”.

En lo referente a tener hijos, el director manchego que tantos laureles cosecha muestra un extraordinario desconocimiento. Quizás haya una cierta faceta de egoísmo en el deseo humano de perpetuarse en los hijos, pero queda inmensamente superada, desbordada, aniquilada, por las dosis de generosidad que implica. Es muy claro que Almodóvar no sabe qué representa ser padre o madre, no solo por la gestación y el nacimiento del hijo, sino por el esfuerzo permanente en la crianza y educación a lo largo de muchos años. Si algo queda hoy en las antípodas del egoísmo es tener hijos.

La muestra más evidente es que nacen pocos niños en España y en otros muchos países desarrollados precisamente porque no abunda la generosidad, la entrega, y se prefiere la vida hedonista, los placeres, la diversión, viajar, la ausencia de compromiso, el éxito en la profesión.

Con declaraciones como las citadas, Almodóvar muestra su frivolidad. Como otras cerebritis, se permite opinar de lo que desconoce. Fuera del campo del cine, sus opiniones no valen más que las de cualquier otro ciudadano, aunque la estulticia de la gente dé mucha importancia a lo que digan los famosos sobre los temas más diversos, acerca de los cuales no tienen ninguna autoridad.

En lo referente a los inmigrantes quisiéramos alinearnos con él, en el deseo de acoger a todos cuantos puedan llegar. Para bien de los propios inmigrantes en primer lugar, y porque podrían cambiar la tendencia en la caída demográfica y dar un vuelco a la España vacía.

Pero lo expuesto por el cineasta demuestra un inmenso desconocimiento de la realidad. Incluso quienes respetamos y ayudamos a inmigrantes sabemos que es un despropósito afirmar que entren todos los que quieran y se instalen donde deseen. Podía valer cuando eran pocos los que llegaban, pero cuando la inmigración se ha convertido en un alud las cosas no son tan sencillas, y prueba de ello es que en todas partes se está convirtiendo en el primero o uno de los primeros problemas de los ciudadanos.

Además de falta de empleo, manutención y vivienda para los llegados, genera muchas tensiones en la sanidad, la enseñanza, la seguridad, etc., así como serias dificultades para su integración. Hasta Canadá, que era conocido en el mundo por ser el más abierto e invitaba a ir al país e instalarse en su inmenso territorio con amplísimas zonas despobladas, ha empezado a regularlo de manera restrictiva.

Sus críticos son “fachas” detractores y tienen envidia de que le hayan concedido hace poco el León de Oro en el Festival de Venecia

Es un asunto complejísimo en el que, como en muchas otras cosas, no caben soluciones sencillas. Populismo puro del director de cine. Con la particularidad añadida de que Almodóvar responde con insultos a las críticas que recibe. Sus críticos son “fachas” detractores y tienen envidia de que le hayan concedido hace poco el León de Oro en el Festival de Venecia.

Cine e ideología

Los criterios expresados por Pedro Almodóvar en temas como la familia, la paternidad o la inmigración no son contrarios a lo que se ve en su cine, aunque no siempre trate específicamente de ellos en la pantalla. Hay siempre mucha ideología “progre” detrás. En esto es coherente.

Haré una valoración de su cine desde una óptica personal con la aclaración previa de que no me seduce en absoluto.

Reconozco que mi percepción choca con la de amplios sectores cinematográficos, que premian una y otra vez muchas de sus películas, es homenajeado en festivales, tiene mayoritariamente la prensa a su favor y es aclamado por amplios sectores del público. Recientemente ha regresado a la gran pantalla con La habitación de al lado, que ha sido su primer largometraje en inglés (The Room next door), con el que ha conseguido el León de Oro en el Festival de Venecia. Con pocos días de diferencia ha sido, además, homenajeado con el premio Donostia en el Festival de San Sebastián. Y, de años atrás, suma un impresionante bagaje de reconocimientos, entre ellos dos Óscar, un Ariel (México) y varios Goyas. Quizás después de Buñuel es el cineasta español más conocido en el mundo.

A la vista de todo ello es mucha osadía contradecir a tantos jurados formados por expertos y supuestamente neutrales en su valoración. Pero no dejo de hacerlo.

En primer lugar, más allá de las realizaciones cinematográficas tampoco suelen motivarme los temas abordados en sus películas ni me interesan sus personajes, en su mayoría femeninos y casi siempre muy complicados. Aparte de su alianza con el feminismo más radical del que emanan tantos despropósitos, en la vida y en el cine me interesan más las personas normales, no las patológicas.

Tras una supuesta transgresión veo más contravalores que otra cosa

Pero de mayor calado para sentir rechazo hacia el cine de Almodóvar es el tener la convicción de que son globalmente negativos los valores que transmite en sus películas. Basta repasar lo relativo a campos como la familia o la sexualidad, muy recurrentes en sus films. Tras una supuesta transgresión veo más contravalores que otra cosa, y es muy clara su abierta promoción de la homosexualidad, la transexualidad y demás variantes del mundo LGTBI+. También se da de manera generalizada una ambigüedad moral.

Estoy convencido de que la oleada de ideología de género que hoy impera en las sociedades se desmoronará dentro de pocos años por su absurdidad y menosprecio de la biología, de la verdadera naturaleza humana, con lo que no solo caerá el interés por unos films tan marcados en ello, sino que tampoco pasarán a la historia del gran cine. Dejarán de otorgárseles premios, que estoy convencido se dan más por alinearse con determinados postulados que por la calidad intrínseca de los films.

En otro aspecto, aunque Almodóvar normalmente no haga referencia a lo religioso o solo aparezcan tangencialmente en la mayor parte de los films, tampoco me seduce su forma de enfocarlo. A veces lo usa de forma irónica o crítica, y en algunos ramalazos muestra hostilidad hacia lo divino. Reconozco en favor suyo que en Todo sobre mi madre se detecta una espiritualidad en el sacrificio de una persona en bien de los demás, praxis que tiene conexión con lo cristiano, aun sin que haga referencia explícita a ello. En La mala educación se refiere a los abusos en la Iglesia, pero tiene la delicadeza de no presentarlo como generalizado.

La última película, La habitación de al lado, muestra un explícito apoyo a la eutanasia. Que también rechazamos.

En suma, entendemos que una obra tan repleta de contravalores no merece la alta consideración que recibe. Como algunas de sus declaraciones.

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