Que la verdad nos hace libres es algo que ningún cristiano negaría. Ahora bien, si lo que escuchamos es «Educar en la Verdad para ser libres», hay una institución que nos viene de inmediato a la cabeza: la Fundación Educatio Servanda. La conocemos por este lema, en sí mismo esclarecedor, por su valentía a la hora de acometer la batalla contracultural, y también por su fuerte compromiso social, aprendido de su patrón San Juan Pablo II, quien da nombre a todas sus obras.
En el año en que esta Fundación llega a su mayoría de edad —nació en 2006— la Iglesia, a través de la Conferencia Episcopal Española, la acaba de reconocer como «institución católica».
Para hablar de esta noticia, que ha conseguido un amplio eco en los medios católicos, conversamos con su presidente-fundador Juan Carlos Corvera.
La Conferencia Episcopal acaba de reconocer a la Fundación Educatio Servanda, que usted preside, como «institución católica». Para alguien ajeno al mundo eclesiástico esto puede resultar raro. Habrá quien se pregunte si hasta ahora Educatio Servanda no era católica…
(Risas) No es la primera persona que se hace esa pregunta, pero atendiendo bien al término, un reconocimiento no supone el inicio de un camino, sino la confirmación del que ya se lleva. Significa por tanto que los obispos españoles identifican, de una manera «oficial» si se quiere, que el trabajo que Educatio Servanda viene haciendo desde hace 18 años, aunque desarrollado desde una fundación civil, es plenamente conforme a los principios y doctrina de la Iglesia católica.
Hecha esta aclaración, ¿Qué supone para ustedes este reconocimiento?
Para todas las familias que nos confían la educación de sus hijos y para los profesionales que formamos y sustentamos esta obra apostólica, supone la garantía de saber que vamos por un camino correcto. Ha sido para todos nosotros una inmensa alegría. Acogemos este regalo con humildad para continuar nuestra misión con fuerzas renovadas, en lo que supone un testimonio de comunión entre los laicos y la jerarquía de la Iglesia.
Sobre eso quería preguntarle. Ustedes mismos dicen que no son un movimiento de laicos sino laicos en movimiento, sin embargo, su relación con los obispos es necesaria en aquellas diócesis en las que están presentes ¿Cómo se explica esto?
Precisamente por no constituir ni pertenecer a ningún movimiento laical, asociación de fieles ni congregación, por estar conformados por laicos de cualquier carisma de la iglesia, unidos en una misión común, necesariamente nuestra labor se injerta en la «vid diocesana» mediante la figura del obispo. Aunque tengamos una naturaleza laical, no concebimos nuestra misión en una diócesis sin el acompañamiento y la comunión con el pastor diocesano.
A la hora de preparar esta entrevista he tratado de hacer mis pinitos como periodista de investigación… con poco éxito. Por mucho que he buscado no he conseguido encontrar ningún precedente a esta decisión de la Conferencia Episcopal Española ¿Son ustedes los primeros?
Que nosotros sepamos, no hay ninguna otra institución civil que haya obtenido este reconocimiento. Pero más allá de ser la primera o no, lo que es evidente es que se trata de un hecho extraordinario. Y esto suscita una reflexión de fondo. Creo que sería muy conveniente que, por un lado, las instituciones laicales que así lo sientan, busquen en la forma que mejor entiendan, una mayor visibilidad de su fidelidad a los pastores diocesanos como testimonio público de comunión con los obispos. Por otro lado, invitar a los obispos, tras el necesario discernimiento, a acoger, potenciar y acompañar con valentía las iniciativas que nacen en la Iglesia a través de los fieles laicos. Creo que evidenciar esta comunión entre fieles laicos y obispos constituye un testimonio necesario en nuestros tiempos.
¿Cómo se hará tangible todo esto para los profesionales de la institución y para los padres de los más de seis mil alumnos que conviven en las diferentes obras que ustedes gestionan?
Más allá de la gran repercusión mediática que ha tenido la noticia, todos los claustros y todas las familias han recibido una carta de sus directores para dar a conocer pero sobre todo para hacerles comprender la profundidad de la noticia.
Además, se han organizado Misas de Acción de gracias en los centros. Sin ir más lejos, el viernes pasado, participé en la organizada por el colegio Juan Pablo II de Parla, que fue presidida por el obispo auxiliar de Getafe, D. Jose María Avendaño.
¿Se podría decir que es el mejor regalo posible para Educatio Servanda, la cual, si no me equivoco, cumple este año la mayoría de edad?
¡Pues no lo había pensado! Pero sí… efectivamente así es.
Pese a su juventud, trece colegios, tres centros de FP, una escuela gastronómica, una residencia de estudiantes, la gestión de un monasterio, congresos, ediciones de premios… ¿Cuántas obras más tienen intención de iniciar, gestionar o acoger?
¿Intención? ¡Ninguna más! (Risas…) Realmente solo tuvimos intención de poner en marcha un colegio y tampoco desde el principio. Todo lo demás han sido respuestas a necesidades concretas que se nos han ido trasladando. Educatio Servanda significa «la educación que debe ser conservada». Acoger en el seno de nuestra familia educativa a los que lo necesitan, es nuestra Misión, aparece inscrita en nuestro nombre.
En Educatio Servanda estamos llamados a ofrecer a obras educativas católicas una nueva oportunidad para continuar desarrollando, renovada y con más vigor si cabe, la misión evangelizadora en el seno de la iglesia a la que fueron convocados en su día, ahora más en clave de primer anuncio.
Aunque es usted el presidente-fundador de Educatio Servanda siempre explica que el nacimiento de esta institución fue cosa de dos, que su mujer desempeñó un papel importante. ¿Cómo ve ella todo lo logrado en este tiempo?
Lo que Dios ha hecho en este tiempo con nuestro sí, a los dos nos parece increíble.
Recordando ahora aquella inquietud interior que encontró cauce en la constitución de Educatio Servanda cuando teníamos 34 y 37 años, sin ningún horizonte concreto, lo cierto es que nos fueron llegando signos muy evidentes. Y con ellos, el duro discernimiento que nos llamaba a dejarlo todo. Silvia, fue decisiva en ese proceso ya que me dio el impulso definitivo para cerrar toda mi actividad empresarial y trabajar sólo para Él. Ahora esta realidad educativa ha sido reconocida por los obispos españoles, con lo que parece que más que cosa de dos, fue de tres. Así es como concebimos también nuestro matrimonio.
Si echase una mirada hacia atrás y tuviera una varita mágica que le permitiera cambiar el pasado ¿Qué cambiaría?
Estoy tentado de decirte que cambiaría todo lo que nos ha hecho o nos hace sufrir ahora, pero… creo que la cruz es inherente a la misión «el que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga». Siempre va a haber cruces, ya sean fruto de nuestro pecado, ya sean enviadas o permitidas por Dios para nuestra santificación.