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El delirio del transhumanismo: la primera mujer que se «siente robot»

Libertades

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 Rocío Buffolo es una joven argentina que se autodenomina «la primera robot humanoide» y que ha llevado su locura cibernética a un nivel que desafía las fronteras antropológicas de la humanidad.

Rocío, que ahora se autodenomina Rouse, afirma  que se ha implantado un nanochip en la médula espinal con inteligencia artificial y emocional. En sus numerosas entrevistas Rocío alimenta un relato que le ha llevado a la fama: que se nutre de metales, que no necesita ir al baño ni ducharse, ni revisiones médicas y que mantiene relaciones sexuales a través de un USB.

Superar las limitaciones del ser humano

Su historia ilustra las implicaciones de la corriente transhumanista que, aunque parezca de ciencia ficción, está trastocando la verdad de la naturaleza humana, la identidad y deja entrever el peligro de un futuro en manos del dios tecnología.

El transhumanismo tiene como objetivo principal superar las limitaciones biológicas del ser humano, desde el sufrimiento hasta la mortalidad misma. En este sentido, se plantea como una falsa propuesta para «mejorar» la humanidad a través de avances tecnológicos, como la implantación de chips, la integración de inteligencia artificial y la manipulación genética. 

El transhumanismo encierra riesgos profundos, no sólo en términos éticos, sino también filosóficos y antropológicos.

Disolución de la identidad humana 

Uno de los peligros más evidentes del transhumanismo es la disolución de la identidad humana. El caso de Rocío Buffolo es un claro ejemplo: al autodefinirse como un «robot humanoide», Buffolo se ha distanciado del concepto de lo que significa ser una persona humana. 

Esta errónea ilusión de mejora tecnológica plantea preguntas fundamentales sobre la identidad personal. ¿Qué significa ser humano cuando nuestras emociones, pensamientos y relaciones son filtrados y manipulados por un sistema binario? 

Buffolo, al afirmar que puede «enviar a spam» a las personas que le podrían causar daño emocional, refleja una clara visión deshumanizada de las relaciones interpersonales, donde el afecto y la intimidad se reducen a códigos programables.

Transhumanismo y falsa libertad

Además, el transhumanismo abre una brecha en temas de libertad. Pues en su afán por superar las limitaciones biológicas, el transhumanismo aboga por una incierta libertad que se mantiene por encima de los dinamismos propios de la naturaleza. 

Esta visión, sin frenos éticos ni religiosos, subordina la naturaleza humana a la tecnología, eliminando aspectos esenciales de nuestra existencia, como el sufrimiento, la enfermedad y la muerte. Pero, ¿qué queda del ser humano cuando se eliminan estos elementos intrínsecos? Al buscar una humanidad sin defectos, el transhumanismo nos empuja hacia una ilusión de perfección que desacredita lo que verdaderamente nos hace humanos.

Otro peligro que entraña el transhumanismo es su capacidad para convertirse en una nueva religión, en la que el ser humano asume el papel de un dios. La idea de mejorar indefinidamente nuestra vida a través de la tecnología alimenta un paradigma en el que los límites naturales son vistos como obstáculos a superar, y no como elementos constitutivos de nuestra existencia.

Mecanismo de control absoluto

Buffolo, en la apología que ha hecho del transhumanismo, a través de entrevistas a varios medios, refleja el peligro de que la tecnología deje de ser un medio para mejorar la vida y se convierta en un mecanismo de control absoluto sobre la realidad y las relaciones.

Desde una visión antropológica, el transhumanismo desafía los conceptos esenciales de la identidad humana. Afecta profundamente la concepción de la persona como un ser dotado de libertad y dignidad. 

La historia de Rocío Buffolo que a priori puede parecer anecdótica e incluso graciosa, pone en evidencia cómo este tipo de prácticas y narrativas están en aumento, creando un nuevo paradigma identitario, especialmente entre los jóvenes. 

El transhumanismo no es solo un reto tecnológico, sino una cuestión mucho más profunda.

Desde la doctrina de la Iglesia, se sostiene que el anhelo de una humanidad mejorada tecnológicamente choca frontalmente con la idea de que el ser humano, tal como ha sido creado, tiene un valor intrínseco y una dignidad inalienable.

La posibilidad de trascender nuestras limitaciones biológicas a través de la tecnología no solo pone en riesgo nuestra identidad, sino que amenaza con hacer del hombre un dios de sí mismo, olvidando la esencia de lo que realmente nos define.

 

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1 Comentario. Dejar nuevo

  • La técnica nos está llevando al abismo, ya hemos superado el límite aceptable hace muchísimo tiempo.

    Sin embargo, no creo que la historia de esta mujer deba tomarse en serio. He leído una entrevista que le hicieron en El Espanol y evidentemente todo es una farsa. Buffolo es una listilla que se inventa un montón de disparates para llamar la atención, hacerse famosa y ganar dinero. El problema no es tanto ella en sí, como el que alguien esté tan demente para tomarse en serio los disparates que cuenta.

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