Monseñor Luis Argüello, presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE) y arzobispo de Valladolid, en una reciente entrevista, ha defendido la importancia de la presencia de la basílica en el Valle de los Caídos y ha subrayado que debe ser la Iglesia quien decida sobre su gestión.
En la entrevista con Europa Press, el prelado señaló que, si continúa existiendo una basílica bajo la cruz del monumento, «la Iglesia debe decidir quién atiende el templo», en alusión a las negociaciones sobre la salida de los monjes benedictinos que actualmente residen en el Valle, previstas para finales de 2025.
Lugar de oración
Para Argüello, la celebración de sacramentos como la comunión y la reconciliación en ese lugar tiene un valor especial. «A nosotros nos parece algo valioso que debajo de la cruz haya una basílica donde se celebre el sacramento de la comunión, de la reconciliación», expresó. De acuerdo con su postura, es desde ese reconocimiento de la relevancia del lugar que la Iglesia debería establecer un diálogo sobre su futuro.
El Valle de los Caídos, desde la llegada al poder de Pedro Sánchez, ha estado bajo el punto de mira del Gobierno español . Las acciones perpetuadas por el Gobierno han tenido como objetivo desacralizar el sitio, que fue construido tras la Guerra Civil Española como un símbolo de reconciliación nacional.
Ante estas iniciativas, Mons. Argüello ha defendido la relevancia de mantener este «lugar de oración» y ha insistido en que la Iglesia debe tener la última palabra sobre quién cuida la basílica.
Enclave de reconciliación
El arzobispo también invitó a reflexionar sobre cómo el Valle de los Caídos puede contribuir mejor a un proceso de reconciliación en España. En este sentido, destacó la importancia de cuidar los restos de las víctimas de la Guerra Civil enterradas en el monumento. Subrayó la preocupación constante de la Iglesia por asegurar que las familias puedan saber dónde están sus seres queridos, afirmando que este derecho ha sido «lo que siempre nos ha preocupado». Para Mons. Argüello, la clave está en garantizar que el Valle siga siendo un espacio de oración y memoria, promoviendo la paz y la reconciliación.