En nuestro tiempo la lectura de los periódicos diarios se parece cada vez más a la de una novela de terror. Hay que tener o muy poca sensibilidad o un equilibrio emocional a prueba de bomba atómica para no sentir escalofríos o caer en una depresión después de leer los titulares.
Ciertamente, las malas noticias han sido siempre las predominantes, según he podido comprobar en 60 años de vida. Recuerdo a mi abuela leyendo el periódico en frías tardes de invierno y comentando luego lo leído con su hermana o con alguno de sus hijos. Ni las novedades políticas, que ocupaban la mayor parte de estas conversaciones, ni la crónica policial, que de vez en cuando también se mentaba, eran precisamente alegres. Se hablaba de las guerras en el Próximo Oriente, del hambre en Biafra, de la inflación, de la invasión soviética de Checoslovaquia, de los estadounidenses bombardeando con Napalm a civiles en la Indochina, del riesgo de guerra atómica, de atracos a mano armada, de huelgas, de golpes de Estado, etc.
A partir de mis nueve o diez años yo también me convertí en asiduo lector de periódicos. No he olvidado cierta portada de La Vanguardia en la que se veía a Carrero Blanco jurando ante Franco su cargo de presidente del gobierno, ni tampoco su posterior y espectacular asesinato, la guerra del Yom Kipur, la Marcha Verde en el entonces aún Sahara Español, las barbaridades de Idi Amin en Uganda, la revolución islámica en el Irán, la guerra civil en el Ulster… Noticias buenas había pocas. Pero la esperanza no faltaba nunca. En los días actuales la esperanza parece habernos abandonado, haberse ido muy lejos, a un lugar remoto, fuera de nuestro alcance. Y el lugar que ha dejado vacío lo han ocupado la cobardía, el miedo y la cólera.
Me pregunto de dónde surgen los males que nos aquejan, cuál es su raíz. Las noticias de unos cuantos periódicos leídos hace algunos días me dan una pista.
En una leo que cierta fábrica multinacional de armamento está haciendo inmensos negocios gracias a la guerra en Ucrania. También que un grupo de consorcios internacionales, aprovechando el mismo conflicto, se está haciendo con el control de enormes superficies agrícolas en aquel país, verdadero granero de Europa, todo lo cual dice bastante sobre los verdaderos motivos de esta guerra.
Sigo leyendo y me topó con el caso de la familia Hinduja. Este clan anglo-suizo de origen indio es la familia más rica del Reino Unido (con un patrimonio estimado de entre 44.000.000.000 y 47.000.000.000 €) y posee una mansión y un banco en Ginebra. En 2007 fueron condenados por no cumplir respecto a su personal doméstico las normas laborales suizas. Ahora de nuevo han sido juzgados por el mal trato dado a sus sirvientes. Éstos, procedentes de la India, vivían como esclavos: sin contratos laborales, con un horario de hasta 18 horas diarias, privados de sus pasaportes, alojados en condiciones indignas y cobrando entre 230 y 418 € mensuales. Cinco de los Hinduja han sido condenados a diversas penas de cárcel. Pero el patriarca de la familia (también condenado) está “muy enfermo”, primero en Dubai y ahora, pobre, internado en una clínica de Mónaco. Ya se sabe, en su adoptiva patria suiza no hay atención médica. Los otros cuatro candidatos a presidiarios son tan cariñosos que no se separan de él, por lo que de momento siguen en Montecarlo y no pueden acercarse a Ginebra para cumplir condena…
En España, una comunidad de monjas clarisas, al no llegar a un acuerdo con su obispo por la venta de un convento, prefiere el cisma y la excomunión a renunciar a su plan de negocio. Un cisma inmobiliario, por decirlo de algún modo…
En la Argentina, el libertario Milei despotrica desinhibidamente contra la justicia social y, para arreglar los desmanes cometidos por el peronismo en los últimos ochenta años, organiza un desmán de dimensiones no menores, pero de signo contrario y realizable como máximo en cuatro años. Como dice el refrán, un clavo saca otro clavo. En su país, uno de los más ricos del mundo en recursos naturales y nada falto de recursos humanos, la pobreza se dispara hasta alcanzar el 56 % con vertiginosa tendencia al alza. Por estas hazañas en Madrid Vox le da un premio y la popular Ayuso lo condecora, en Hamburgo le otorgan otro galardón y en Berlín lo recibe el canciller Scholz, muy interesado en el litio argentino, un gigantesco pastel que Milei quiere poner a disposición de capitales extranjeros.
En Ibiza las viviendas alcanzan precios muchísimo más que escandalosos. Por ello, miles de trabajadores de la hostelería deben vivir en tiendas de campaña, en caravanas, incluso en chabolas. Quien dispone de unos metros cuadrados los alquila a precios estratosféricos. Que sea ilegal e inmoral no importa. Los funcionarios y el personal sanitario huyen de la isla. Los guardias civiles deben dormir en camionetas del cuerpo. Junto a una discoteca de lujo cuya entrada cuesta 270 € se alza un campamento de trabajadores miserablemente pagados y sin vivienda. ¿Gobierna Milei en la isla?
Un barco de lujo en crucero de vuelta al mundo surca el Atlántico. Los pasajeros, que pasan varios meses a bordo, pagan unos 1000 € diarios por el periplo. Tras una llamada de socorro de las autoridades navales de las Islas Canarias, el barco acude a salvar a unos náufragos. Se trata de emigrantes africanos (algunos de ellos niños) embarcados en un cayuco a la deriva en el océano. Durante la travesía ya han muerto más de cincuenta, cuyos cadáveres han sido lanzados por la borda. En la embarcación hay otros cinco cuerpos sin vida. Los supervivientes están enfermos y medio muertos de hambre y sed. Uno fallece en la lujosa nave que los ha rescatado y donde son atendidos, pero también cuidadosamente separados de los pasajeros. Pronto se los desembarca en Canarias y el buque sigue su viaje…
Esto es solo una muestra de la “cosecha” obtenida de unos pocos periódicos en un solo día. Se diría que estas noticias no tienen relación entre sí. Yo, sin embargo, creo que todas, en el fondo, hablan de lo mismo: de la codicia.
No quiero sermonear ni dar lecciones, pues carezco de autoridad para ello. Pero sí quiero llamar la atención sobre la desvergonzada y desbocada codicia, la codicia sin escrúpulos ni freno que se esconde tras todos estos variopintos acontecimientos. Esta codicia es un demonio que mueve los hilos de los que penden millones de marionetas vivientes, sean grandes o pequeñas, víctimas o verdugos.
Todos podemos, casi sin advertirlo, estar cometiendo desmanes, o sufriéndolos, o ambas cosas a la vez. El primer paso para salir de esta pesadilla es tomar consciencia de ella, reconocer las injusticias que cometemos y también las que padecemos por culpa de la codicia. No digo más. Que cada cual examine y reflexione sin esconder la cabeza, sin mirar hacia otro lado, sin engañarse, sin engañar a nadie y sin dejar que le engañen. Es difícil y hasta doloroso, pero si lo logramos, habremos empezado a caminar hacia la salida de este feo laberinto. No podemos hacer otra cosa, si queremos que regrese la esperanza.
Esta codicia es un demonio que mueve los hilos de los que penden millones de marionetas vivientes, sean grandes o pequeñas, víctimas o verdugos Share on X
2 Comentarios. Dejar nuevo
creo que ha simplificado mucho todos los temas, especialmente el de las clarisas. Investigue más
Muchas gracias por su comentario, Susana. Ciertamente cada uno de los casos mencionados en el artículo tiene su propio trasfondo, en el que hay más elementos que la lacra de la codicia. Ahora bien, la codicia está presente en todos ellos y tiene una importancia fundamental, es su inquietante denominador común. Mi intención es llamar la atención sobre este aspecto, lo que de ningún modo significa negar o ignorar los otros.
Con respecto a las clarisas, soy plenamente consciente de que en el conflicto también existe una dimensión doctrinal, la cual, sin embargo, no mengua la relevancia del litigio patrimonial. El caso de Belorado no es único por lo que respecta a inmuebles de propiedad eclesiástica. En las últimas semanas, por ejemplo, también se está discutiendo con insistencia sobre la misma materia en la archidiócesis de Barcelona. Un cordial saludo.