Gigi de Palo está casado con Anna Chiara y juntos son padres de cinco hijos, una experiencia que ha marcado profundamente tanto su trayectoria personal como profesional. Se trata de un hombre que ha dedicado su vida a resaltar la belleza y la importancia de la familia en la sociedad actual.
Siendo muy joven, Gigi se comprometió con las políticas familiares y desde entonces ha trabajado incansablemente para mejorar las condiciones de las familias italianas.
Su recorrido personal y profesional, así como cada una de sus iniciativas, ponen en relieve su compromiso inquebrantable con la defensa de los derechos y el bienestar de las familias.
Gigi, entre otras muchas cosas, fue presidente de las Acli de Roma, del Foro de Familias del Lazio y del Foro Italiano de las Familias, donde su liderazgo y dedicación han dejado una huella significativa.
Además, Gigi es periodista y escritor. Ha colaborado en numerosos medios de comunicación y ha escrito varios libros junto a su esposa sobre familia y educación.
Su pasión por compartir conocimientos y experiencias lo ha llevado a dedicarse a la formación en liderazgo, donde inspira a otros con su visión y valores.
En la actualidad, Gigi es presidente de la Fundación para la Natalidad, una entidad que organiza los «Estados Generales de la Natalidad» en Italia, donde ha contado con la participación del Papa Francisco.
Su vida y trabajo son un testimonio vivo de su firme convicción de que la familia es la base indispensable de la sociedad.
Nos sentimos honrados de haber podido preguntarle acerca de la situación de la natalidad en Italia y en el resto de Europa.
¿Por qué decidió hace cinco años organizar los Estados Generales de la Natalidad? ¿Cuánto influye el hecho de que usted sea padre de cinco hijos?
Hemos decidido organizar los «Estados Generales de la Natalidad» porque en Italia se comentaban los datos del Istat, se comentaban los datos de natalidad, pero nadie tomaba la iniciativa.
Como padre, junto con mi mujer y otros padres cercanos, también preocupados por este tema, hemos decidido movernos porque nadie se estaba ocupando de este tema. Es un tema que nos afecta directamente porque, si no cambia algo, el futuro de nuestros hijos estará comprometido.
¿Cuál es su opinión general sobre la situación actual de la natalidad en Europa?
Como dijo el Papa, «el Viejo Continente se está convirtiendo en el Continente Viejo». El problema es la falta de esperanza.
Estamos muy preocupados por cuestiones que no tienen que ver con nuestras preguntas últimas.
Aún así, en Italia emerge la existencia del deseo de ser padres; pero nunca se han establecido planes de ayuda y apoyo para los jóvenes.
Se han hecho políticas de conservación y bienestar para las generaciones precedentes. De hecho, las generaciones que con muchos sacrificios salieron de la II Guerra Mundial se han estancado en el bienestar del presente y no han pensado en las siguientes generaciones.
Esto ha pasado en todos los países europeos, excepto en Francia donde las políticas familiares han dado sus frutos y la bajada de la natalidad es menor.
¿Cuáles son los principales factores que contribuyen al bajo índice de natalidad? ¿Qué deberían hacer los gobiernos europeos para ayudar a invertir esta tendencia?
No queremos convencer a los jóvenes, madres, padres o parejas para que tengan hijos mediante campañas insistentes como se hace en algunos países.
Lo que realmente es efectivo es brindar las condiciones oportunas para que la persona pueda elegir libremente.
El problema es que hoy en día es libre de elegir no tener hijos quién no quiere tenerlos. Pero quién quiere tenerlos no es libre: el nacimiento de un hijo se ha convertido en una de las mayores causas de pobreza, no solo en Italia.
Es necesaria una nueva visión en Europa. Europa tiene que decidir si tiene todavía algo que decir en términos de dignidad de la persona, de cultura, de pensamiento, de visión antropológica… Si es así, como yo creo, tiene que fomentar una uniformidad de políticas familiares. No se puede pensar que al final las familias pueden seguir adelante por sí solas. Llegará un momento en el cual no podrán seguir y caerá todo el sistema.
¿Hay países en Europa que, según usted, están adoptando buenas prácticas para abordar el problema de la natalidad? ¿Qué ejemplos podría citar?
Insisto siempre con el tema de Francia porque ellos empezaron a hacer políticas familiares desde 1946 y esto les ha reportado sus frutos. La adecuación del IRPF a la situación familiar es importante no solo a nivel fiscal sino también a nivel cultural como cambio de mentalidad.
Pues hace entender a todos, incluido al Estado, que el nacimiento de un hijo es algo grande donde merece darlo todo, merece la pena invertir.
Es algo muy importante, no es un coste. Este cambio de mentalidad es determinante. Otros países como Hungría y Polonia están intentando invertir la tendencia, también con éxito. Pero en Francia hay un trabajo de décadas en el cual hay que inspirarse.
Además de apoyar el deseo de maternidad-paternidad con contribuciones económicas, ¿es posible y necesario, a través del ejemplo de las familias numerosas, crear una nueva narrativa sobre la belleza y el atractivo de la familia, que de hecho ya tenían nuestras abuelas y bisabuelas?
Es un error dividir cultura y economía cuando en realidad están íntimamente ligados. Hasta cuando en Italia el nacimiento de un hijo será causa de pobreza, esto influenciará la cultura, la mentalidad, la visión de la vida de los jóvenes.
Cuando acabemos con esto, los jóvenes serán libres de elegir. Hoy no lo son, no solo económicamente sino que también culturalmente. Las decisiones fiscales indican el rumbo de un país. Valorar los nacimientos es una medida económica y cultural. Hoy en Italia las familias con hijos están discriminadas. Por otro lado, no nos podemos comparar con nuestros abuelos: ellos veían el futuro como una promesa de bien, nuestros hijos lo ven como una amenaza. Antes, un hijo era fuente de riqueza mientras que hoy un hijo es un problema. Cultura y economía están muy interconectados.