El caso de Meirivone Rocha, la mujer que se «ha casado» con un muñeco de trapo ha despertado un interés mediático que va más allá de lo simplemente anecdótico. Nos enfrentamos a una realidad que, en lugar de suscitar preocupación y reflexión, ha sido tomada como un espectáculo circense por los medios de comunicación y gran parte de la sociedad.
Extrema decadencia
Lo verdaderamente preocupante es que Marcelo (el esposo de trapo) es el marido ideal y fiel de Meirivone y si alguien dice lo contrario será enjuiciado por querer poner puertas al amor.
La historia de Meirivone nos confronta con una serie de interrogantes sobre los valores morales y la extrema decadencia de la institución familiar en la sociedad contemporánea.
Es indignante presenciar cómo se normaliza, se impone y se participa de un comportamiento que, en cualquier otro contexto, sería considerado de forma contundente como anormal.
La cobertura mediática y la reacción del público ante este caso reflejan una desviación preocupante de los valores fundamentales. ¿Acaso no hay límites para el absurdo?
Miles de seguidores en redes sociales
La historia de Meirivone Rocha no es un cuento de hadas, es el cuento del traje del emperador: una sociedad que aplaude el disparate y lo insensato, negando la realidad evidente. Como el emperador desnudo, la masa (Meirivone cuenta con miles de seguidores en redes sociales) se aferra al sinsentido, ignorando la verdad incómoda frente a sus ojos.
Al igual que en el cuento, alguien debe gritar la verdad: esto no es normal. El hecho de aplaudir una boda de 250 invitados con muñeco de trapo es síntoma de una sociedad que ha perdido el norte y necesita urgentemente recuperar el sentido común y la cordura.
Es la terrible consecuencia de poner la tolerancia por encima de los principios.
¿Cómo es posible que una mujer renuncie a su trabajo y dedique su vida a una familia de muñecos? ¿Cómo es posible que se festeje un pseudo parto de hijos de trapo? ¿Dónde están los límites del respeto hacia la dignidad humana? ¿Cómo puede hablarse de infidelidad en una relación de «relleno» entre una mujer y un muñeco? ¿Hasta dónde llegará la sociedad en su afán de aceptar cualquier cosa en nombre de la supuesta libertad individual?
Negación de la dignidad humana
Meirivone, que se muestra en redes sociales enamorada hasta las puntadas de su muñeco de trapo, pone en evidencia la negación misma de nuestra humanidad.
Pero la historia no queda ahí, pues además se atreve a presumir de tener un matrimonio «cosido» a la perfección. Detrás de semejante locura se vislumbran peligrosos retales de una mujer que ha pisoteado la figura del esposo para convertirlo en un mero accesorio en su vida.
Los comentarios de infidelidad que alimenta Meirivone respecto a su muñeco Marcelo son solo la punta del iceberg de una historia profundamente perturbadora. Clama por un esposo que pueda ser relegado a un segundo plano hasta el sometimiento, como a su muñeco Marcelo.
No hay lógica ni verdad
La mujer puede valerse por sí misma y el hombre debe ser suprimido y humillado. No hay lógica ni verdad.
Se trata de una expresión hiperbólica de una feminidad matriarcal: la mujer que todo lo conquista hasta hacer inútil al hombre.
Como castigo por su «infidelidad», la ofendida «esposa» decidió quitarle el pene consolador que tenía adaptado Marcelo a su cuerpo de trapo y mandarlo a dormir al sofá.
Debe ser que no hay satisfacción para la insaciable enajenación mental de Meirivone y sus seguidores. En las últimas declaraciones, habla del «estrés» familiar que ha supuesto la llegada de sus «gemelas de trapo».
Cualquier cosa menos la familia y el don de los hijos, también Meirivone se suma al nuevo dogma que debe ser defendido a toda costa, incluso haciendo uso de un surrealismo total.
Meirivone ha aprovechado un gran negocio en redes sociales para promover una agenda distorsionada.
La mujer peligrosamente feminista que «todo lo conquista» destruyendo a su paso las virtudes masculinas, ya no está sólo en la música, tele, literatura o cine. Ahora también tiene su propia cuenta en redes sociales «tejida» bajo una ideología sin ningún «hilo suelto».
Se trata de una expresión hiperbólica de una feminidad matriarcal: la mujer que todo lo conquista hasta hacer inútil al hombre. Share on X
2 Comentarios. Dejar nuevo
Está claro que esta mujer trabaja de payasa en el circo mediático. Y que vive de ello gracias a los espectadores que le ríen unas gracias que no tienen gracia alguna. Es la bobaliconería mediática que le da cancha la que mantiene un “matrimonio” que no es más que un momio para vivir del cuento. Esta mujer es una listilla que se aprovecha de las tontas que la siguen. Si los 250 invitados a su bosa la hubiesen abucheado por su ofensa a la dignidad humana, ahora no estaría ahí exhibiendo esta parodia grotesca ante todo el mundo.
El origen de este mal está en la influencia de las redes sociales, en las que se compite por destacar y atraer el interés universal. Porque también existe la versión hombre casado con muñeca de trapo exhibiéndose en tik-tok.
https://www.20minutos.es/gonzoo/noticia/5102230/0/un-hombre-casado-a-una-muneca-de-trapo-anuncia-en-tiktok-que-acaba-de-tener-su-tercer-hijo/
En fin, los muñecos de trapo tampoco dan para mucho más. La cuestión es cuánto falta para que se fabriquen robots humanoides con todas las prestaciones de una pareja personal, excepto la cualidad de ser persona y tener voluntad propia, porque esto es más un defecto que una cualidad. Entonces asistiremos a la legalización de los matrimonios persona-robot, y su inscripción en el registro civil. Pero no nos impacientemos, que están al caer los matrimonios persona-mascota, visto que las relaciones zoofílicas, sobre todo con perros, ya son tendencia.
Y es que una vez legalizado el matrimonio homosexual, ya puede legalizarse cualquier cosa. Lo importante es ir deconstruyendo el matrimonio auténtico hasta reducirlo a un montón de piedras sin sentido alguno.
En un pasado no muy lejano, se diría que está como una regadera y le pondrían la camisa de fuerza, pero como ya dice Diógenes, trabaja para el circo mediático.
Lo que no saben los del circo, es que le están haciendo un flaco favor a toda la humanidad haciéndose eco de estas «gracietas»
¡Perdónalos Señor, porque no saben lo que hacen!