Era mucho más divertido estar jugando que atender a aquella audiencia oficial, en la que un montón de adultos trataban problemas de la vida cotidiana con un lenguaje y unas formas indescifrables para su edad. Algo así debía estar pensando aquel día el pequeño Carolus, mientras asistía a un despacho público que su padre Pipino celebraba en la corte de Aquisgrán.
Corría el final del siglo VIII y aquel pequeño, que estaba llamado a ser el gran vertebrador de la cristiandad medieval que pasaría a la historia con el sobrenombre de Carlomagno, estaba tan ausente de los asuntos de Estado que su madre, Bertrada de Laon hubo de intervenir. Sin embargo, en lugar de reprenderlo públicamente, Bertrada, optó por una lección magistral en privado.
Con amor y firmeza, Bertrada llevó a Carlomagno a un rincón apartado del palacio. Allí, lejos de miradas impertinentes y en un espacio de seguridad y confianza, le explicó con ternura y claridad la importancia de mantener la atención y el respeto en las reuniones importantes. Y le recordó su futuro como rey, instándolo a estar siempre alerta ante las necesidades de su pueblo, como lo hacía su padre. El mismo Pipino al que, años después, Carlomagno acompañaría en una batalla, y cuyo temple y arrojo le sirvieron de guía a la hora de empuñar sus propias armas.
Esta lección sencilla y profunda marcó la vida del joven príncipe. No tanto por lo que le había dicho su madre, sino por cómo se lo había dicho, y por el ejemplo que había palpado en ella y en su padre. Desde entonces, Carlomagno no olvidaría el peso del deber y la responsabilidad, valores que guiarían su reinado y su legado.
El poder del ejemplo
Los niños aprenden observando e imitando a los adultos que los rodean. Desde sus primeros años, los padres se convierten en los modelos más influyentes para sus hijos. Es algo que ha tenido que reconocer incluso un organismo tan entregado al mundialismo de la agenda 2030 como la UNESCO, y más en concreto su Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación con un informe que partía de diferentes contextos internacionales para concluir que la implicación de las familias influye tanto en los resultados académicos como en los hábitos y virtudes de niños y jóvenes.
¿Pero cómo impacta exactamente el comportamiento de los padres en el desarrollo moral y social de los niños? A través, esencialmente, de 6 rasgos:
- Regulación emocional: Los niños absorben como esponjas las emociones de sus padres. Cuando los padres practican la calma y la gestión emocional, sus hijos aprenden a enfrentar los desafíos con serenidad y madurez emocional. Y, al contrario, cuando los padres pierden los estribos con facilidad, los hijos seguirán el mismo cauce, o el diametralmente opuesto: la negación y represión de sus emociones.
- Empatía y Amabilidad: Un simple acto de bondad puede dejar una marca indeleble en el corazón de un niño. Los padres que demuestran empatía y compasión con otros enseñan a sus hijos a valorar el bienestar de los demás y a contribuir positivamente a la sociedad.
- Resolución de conflictos: Las disputas son inevitables en la vida familiar, pero lo que deja una impresión duradera en los niños no son las peleas, sino la forma en que se manejan por parte de los adultos. Padres que resuelven conflictos de manera pacífica y respetuosa enseñan a sus hijos habilidades cruciales para la vida, y los predisponen no sólo a encontrar soluciones a los obstáculos, sino también a optar por modos de resolver conflictos basados en la asertividad.
- Valores y Moralidad: Incluso la UNESCO reconoce que los padres son los primeros y más determinantes maestros de ética y moralidad para sus hijos. Así, cuando viven según principios de honestidad, integridad y justicia, sus hijos interiorizan estos valores y los llevan consigo a lo largo de sus vidas. Es algo que el organismo cultural de la ONU ha llegado a promover incluso en el nuevo currículo escolar aprobado por el Gobierno de Kenia.
- Roles y Estereotipos: Los padres juegan un papel fundamental en la formación de las percepciones de sus hijos. Al desafiar los estereotipos más asentados pero no por ellos más verdaderos, y promover un juicio crítico sobre la realidad, los padres pueden dar verdadero poder a sus hijos (empoderar, que dirían algunos) para que se conviertan en agentes de cambio en una sociedad más justa y equitativa.
- Educación en la Trascendencia: Más allá de enseñar reglas de comportamiento moral, los padres que cultivan de verdad en sus hijos una comprensión profunda de la trascendencia y la espiritualidad son aquellos que lo hacen desde la propia coherencia de vida. A través de “conversaciones significativas” y experiencias compartidas, los padres que tienen en la fe la medida de su propia vida son más capaces de transmitir la importancia de un propósito trascendente en el día a día de sus hijos, fomentando en ellos una visión más amplia y completa del mundo.
Consejos prácticos para ser un modelo positivo
El informe del Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación de la UNESCO aporta algunas ideas de valor para los padres que deseen ser un modelo positivo para sus hijos:
- Autoevaluación: Reflexiona sobre tus acciones y cómo pueden influir en tus hijos.
- Comunicación: Habla abiertamente sobre tus valores y dilemas éticos, involucra a tus hijos en conversaciones de calado que mantengas con tu cónyuge, y sé concreto: me han devuelto de más en la tienda, en el trabajo me han pedido hacer algo que no me parece bien, un amigo me ha dicho algo indebido…
- Coherencia: No hay mejor lección de las creencias, valores, virtudes y principios que el ejemplo constante que deseas inculcar en tus hijos. Cuanto más intervienen las familias desde la coherencia, mejores resultados obtienen los hijos en sus procesos formativos.
- Pide perdón: Reconoce tus errores y muestra humildad al disculparte, enseñando a tus hijos la importancia de asumir la responsabilidad por sus acciones.
En resumen, los padres tienen el poder de ayudar a sus hijos en el futuro, con cada acción que llevan a cabo. Y ser conscientes de ese papel como modelos a seguir los capacita para guiar a sus hijos de un modo más completo y consciente hacia un camino de éxito y felicidad verdaderos.
Como bien sabía la madre de Carlomagno, las acciones hablan más fuerte que las palabras, y cada gesto de amor y bondad deja una huella imborrable en el corazón de los hijos.
El informe del Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación de la UNESCO aporta algunas ideas de valor para los padres que deseen ser un modelo positivo para sus hijos Share on X