La Trinidad es un misterio de gran densidad teológica, y frecuente en los textos del Nuevo Testamento. Tres Personas distintas y un solo Dios verdadero. Tres personas que aparecen en el Bautismo de Jesús, Mt. 3,16-17:
“Después de ser bautizado, Jesús salió del agua. De repente los cielos se abrieron, y él vio al Espíritu de Dios descender en forma de paloma y se posó sobre él. Y una voz que venía del cielo decía: Este es mi Hijo bienamado”.
Y el mismo San Mateo insiste en Mt 28,19:
“Id pues, haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”.
Debido a los problemas iconográficos y teológicos sobre la conveniencia de representar a Dios en imágenes, la representación de la Trinidad aparece muy tardíamente en el arte, en la Edad Media, aunque existen manifestaciones que representan la Trinidad y que a través de citas bíblicas preparan el terreno, como los tres jóvenes que se aparecen a Abraham.
Encontramos diferentes iconos que representan la Trinidad, y en Occidente, las figuras están superpuestas, pero a partir del siglo XV, se definen artísticamente, el Padre, un anciano con barba blanca, el Hijo, representado por la figura de un hombre joven, y el Espíritu Santo, un adolescente o una paloma.
La imagen que representa la Trinidad se representa como un trono, jerarquizado, con el Padre en la parte superior, el Hijo en la Cruz, y entre el Padre y el Hijo, la paloma, el Espíritu Santo. El cuerpo del Hijo descansa sobre las rodillas del Padre, a modo de la Piedad, expresando con toda la ternura y delicadeza el misterio Trinitario. Tal es la representación de la Trinidad del Greco, pintada entre 1577 y 1579, y que se encuentra en Madrid, en el Museo del Prado. Y tal es la maravilla pintada en una capilla lateral, por Masaccio, en Florencia.
El Padre puede ser representado por la Mano de Dios, presente desde antiguo, el Hijo por el Cordero y el Espíritu por una paloma o un libro, símbolo del Espíritu que inspira las escrituras. El símbolo más antiguo es el triángulo, a veces con el nombre de Dios escrito en el centro, o con el ojo de Dios, que está en todas partes, que lo ve todo. A finales del XV el triángulo corona la cabeza del Padre o dentro de un círculo, signo de la perfección, está entre las manos de Dios Padre.
En la Edad Media, la Trinidad acompañaba las representaciones de los santos. En cambio, en el Antiguo Testamento, la Mano de Dios era símbolo de Dios Todopoderoso y de su acción creadora, así consta en diferentes textos del Éxodo, y del Primer libro de Samuel y también en el Evangelio de San Lucas. La Mano divina fue la representación más importante hasta el siglo VIII. Además suele salir de los cielos abiertos, desde una nube, y desprende tres rayos de luz, símbolo de la Trinidad.
El Espíritu Santo es la Tercera Persona de la Santísima Trinidad. Tuvo un gran culto en la Edad Media y en 1122, San Bernardo fundó un monasterio en su honor, en Francia (Paracleto, el "consejero", el "consolador"). Por eso las capillas de los hospitales suelen estar dedicadas al Espíritu Santo. Es el patrón del gremio de licoreros y desde el siglo XVI, con la fundación de la orden del Espíritu Santo, se le dio un culto nacional.
Ya desde la Creación está presente el Espíritu de Dios, planeando sobre las aguas, y en forma de paloma se hace presente en la Anunciación, en el Bautismo de Jesús y en las vidas de los santos y en el árbol de Jesé, en forma de siete palomas, los siete dones del Espíritu Santo, sabiduría, inteligencia, consejo, fuerza, ciencia, piedad y temor de Dios.
En Pentecostés, aparece sobre la Virgen y los apóstoles en formas de lenguas de fuego.
La Trinidad de Masaccio
Tommaso di Giovanni Guidi, llamado Masaccio por su aspecto descuidado, nació en Castel San Giovanni, hoy San Giovanni Valdarno, el 21 de diciembre de 1401. Era hijo de un notario que murió siendo Masaccio aún muy pequeño. Vivió en un ambiente rodeado de arte, y junto con su hermano y su madre, se estableció en Florencia hacia 1420.
Hacia 1424, según cuenta Vasari, entró en el taller de Masolino que había recibido el encargo de la decoración de la capilla Brancacci, a la derecha del crucero de la iglesia de Santa María del Carmine. Parece que Masaccio colaboró en muchos trabajos junto a Masolino.
Un encargo personal fue la Trinidad de Santa María la Novella. Obra de gran realismo, fechada entre el verano de 1425 y Febrero de 1426. Una obra de gran perspectiva, que aprovecha el monumentalismo de la arquitectura de Brunelleschi. Una obra calculada hasta el mínimo detalle.
Al pintar su Trinidad en la pared de Santa María la Novella, en Florencia, inició el estudio consciente de la perspectiva en la pintura, algo que ya había realizado Donatello en la escultura. Utilizó la perspectiva lineal por primera vez, marcando el punto de fuga, debajo de las figuras representadas, a la altura de la vista del espectador, coincidiendo con los cánones más clásicos. El efecto de relieve, de profundidad, es muy evidente.
La Capilla de la Trinidad es una construcción amplísima, delimitada por la perfecta proporción de las figuras. Bajo el intradós, la parte interior del arco, el Padre celestial sostiene la cruz; entre su cabeza y la de Cristo, aparece el Espíritu en forma de paloma. La figura de Cristo, serena, grave, con gran majestad. Después de una pendiente muy ligera, están la Virgen y San Juan, y debajo, en una simulada mesa de altar, un esqueleto, como si se tratara de una reliquia.
El rostro del Padre y el rostro de la Virgen, son modelos reales. El sentido jerárquico, Trinitario, está presente en toda la obra. Una distribución exacta del espacio, sentido piramidal, la Trinidad perfectamente conjuntada, centro de la composición. Masaccio sintetiza las figuras y el ambiente, con una precisión geométrica.
Un espacio perfectamente delimitado, una luz frontal que se distribuye uniforme sobre toda la obra, remarcando la claridad del misterio Trinitario. Las figuras del Padre y el Hijo tiene el mismo tamaño que las figuras humanas, la representación es grandiosa, las imágenes se han dispuesto en forma triangular, con un vértice superior centrado en el Padre.
Es una obra que ha tenido diferentes interpretaciones. La más habitual, es la Trinidad, pero existen otras, como la alusión al Trono de la Gracia, con la Virgen y San Juan como orantes, intercesores ante Dios, como Padre, como Espíritu y como Crucificado; para algunos, es una obra que destaca un doble Gólgota, el real, en la cima del monte, en la parte superior, y el alegórico, en el plano inferior, el esqueleto, que representaría a Adán.