La cohabitación (compartir casa y relaciones sexuales sin casarse) está creciendo: hace 35 años aún era algo raro, socialmente tabú. En los años 60, en EEUU, creció un 20%; en los 70 un 200%, en los años 80, un 80%, en los años 90 creció otro 66%. Entre el 2000 y el 2004 sólo ha crecido un 7,7%.
Patrick Schneider, especialista en geriatría y salud pública de la Universidad de Harvard, ha recopilado una serie de datos (en www.newoxfordreview.org ) , especialmente referidos a EEUU aunque muy aplicables a otros países de Occidente, en los que se condensan los efectos socialmente negativos del cohabitar. Como todos los datos estadísticos, habrá parejas que cohabiten sin verse reflejados en esos datos. Pero la estadística habla de lo que sucede a grandes cantidades de personas y del porcentaje de riesgo.
Diez riesgos de cohabitar
1. Son relaciones inestables: pasados tres años de cohabitación, sólo una de cada seis parejas siguen juntas; sólo una de cada diez sobrevive 5 ó más años. (Bennet, W.J., The Broken Hearth: reversing the moral collapse of the American Family, 2001)
2. Cohabitar aumenta el riesgo de divorcio: en Estados Unidos los que se casaron sin cohabitar antes se divorcian en un 21%. En cambio, los que cohabitaron antes de casarse, se divorcian un 39%. El riesgo es, pues, prácticamente el doble. (Bennet, obra citada).
3. Cohabitar carga más sufrimiento sobre la mujer: al menos en EEUU, las mujeres en cohabitación aportan el 70% de los ingresos del hogar, y suelen cargar con responsabilidades y deberes hacia los niños y la casa, sin el apoyo de una protección legal. (Crouse, J.C., «Cohabitation: consequences for Mothers and Children«, presentación en Kuala Lumpur, Malaysia, 11-14 de octubre 2004, X Aniversario del Año Internacional de la Familia de Naciones Unidas).
4. Cohabitar va relacionado con más riesgo de enfermedades sexuales: los hombres que cohabitan multiplican por 4 el riesgo de tener enfermedades de transimisión sexual (Crouse, J.C., obra citada). En 1960 sólo había 3 enfermedades sexuales; hoy hay dos docenas de ellas con consecuencias incurables. Los casos diagnosticados en EEUU de enfermos por transmisión sexual se han triplicado de 1993 a 1999. (Crouse, J.C.; Gaining Ground: A profile of American Women in the Twentieth Century, 2000).
5. Cohabitar implica un mayor riesgo de problemas psiquiátricos y de abuso de sustancias: la Universidad de California Los Angeles hizo una revisión de 130 estudios y comprobó que los matrimonios precedidos por cohabitación tienen mayor tendencia a padecer problemas de alcohol y drogas. (Coombs, R.H. «Marital Status and Personal Well-being: A literature review«; Family Relations, enero 1991). La depresión es el triple de frecuente en parejas que cohabitan que en matrimonios (Robbins, L., Rieger,D, Psychiatric Disorders in America, 1990).
6. Cohabitar aumenta la pobreza de los niños: el nivel de pobreza de los niños en familias cohabitadoras es cinco veces mayor que en hogares matrimoniales (Bennet, obra citada).
7. Cohabitar perjudica a la conducta y emotividad de los hijos: Comparados con hijos de padres biológicos casados, los chicos y chicas de 12 a 17 años con padres cohabitadores ven multiplicada por 6 su posibilidad de desarrollar problemas emocionales y de conducta (Booth, A., Crouter, A.C., eds. Just Living Together: Implications of Cohabitations on Families, Children and Social Policy, 2002). Además, las notas de los adolescentes ven aumentar en un 90% su riesgo de ser bajas y su posibilidad de ser expulsados del colegio crece en un 122% (Manning, W.D; Lamb, K.A.; «Adolescents Well-Being in Cohabiting, Married and Single Parent Families«, Journal of Marriage and Family, novimebre 2003). En EEUU, la cohabitación va asociada con una escasez de abuelos, tíos, tías y primos y la falta de apoyo que eso implica (Bennett, obra citada).
8. Cohabitar tiene relación con un aumento del crimen juvenil: En 1980, en EEUU había una población reclusa de medio millón de personas. Hacia el 2000 tenía dos millones de presos. El 70% de los presos juveniles en instituciones estatales venían de hogares sin padre (Drake, T. «The father factor: crime on increase in Dad Free zones«, National Catholic Register, enero 2007). Tres de cada cuatro niños implicados en actividades criminales vivían en hogares en cohabitación (Crouse, obra citada).
9. Cohabitar aumenta el riesgo de maltrato sexual a los niños: el riesgo de que un niño sufra abusos sexuales es 6 veces mayor en familias adoptivas, 14 veces mayor en hogares de madre soltera (que nunca llegó a casarse), 20 veces mayor en familias con padres biológicos que sólo cohabitan y 33 veces mayor cuando la madre cohabita con un hombre que no es el padre biológico de los niños (Crouse, obra citada).
10: Una mujer en cohabitación en EEUU multiplica por 3 (respecto a las casadas) el riesgo de sufrir agresiones físicas (Salari, S.M., Baldwin, B.M., «Verbal, physical and injurious aggression among intimate couples over time«, Journal of Family Issues, mayo 2002). Cohabitar además multiplica por 9 (con respecto a las casadas) el riesgo de que la mujer sea asesinada. (Shackelford, T.K., «Cohabitation, Marriage and Murder: woman-killing by male romantic partners«, Aggressive Behavior, vol. 27, 2001).
[A modo de ejemplo en España: de 73 mujeres asesinadas por «violencia de género» en el 2007 -hasta el 10 de octubre-, (ver aquí) sólo 29 fueron asesinadas por su marido, y otras 5 por su ex-marido. Otras 30 mujeres fueron asesinadas por «novios», «compañeros sentimentales», «parejas», «ex-parejas». Parece haber un empate entre «asesinos casados» y «asesinos emparejados»… pero el empate se deshace cuando recordamos que el número de hombres casados es muchísimo más alto que el de hombres que cohabitan. Haría falta investigar la diferencia numérica y porcentual entre feminicidios dentro del matrimonio y feminicidios en la cohabitación en España].
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vivir casados o vivir juntos sin casarse es lo mismo, si estás con un psicopata sera igual casado q sin casar por firmar un contrato de matrimonio no cambia a las personas, jilipolleces no se ha dicho más que jilipolleces.
La verdad que estoy de acuerdo con vos un casamiento no asegura la felicidad solo el amor de verdad
Completamente de acuerdo.
Yo yevo con mi pareja, desde el año 2001 y en el 2008, dejo de tener relaciones sexuales conmigo. Yo intentaba que siguiéramos haciéndolo, pero era inútil, una vez lo pille viendo una película porno. Y desde ese año hasta ahora no tenemos ninguna relación, solo vive en mi casa. Pero lo qe no comprendo es, que si no tenemos relaciones sexuales. Porqué se pone celoso, cuando hablo con algún hombre.
Al menos q tenga alguna disfuncion erectil o impotencia puede q tenga una relacion extramarital y te quiere cuidar xq no te quiere transmitir alguna enfermedad.Tengo 58 y lo digo x experiencia propia.
Parece lógico pensar que el matrimonio no hace diferencia. Si estás con un psicópata, no hace diferencia si están casados o no. Pero estas estadísticas no están mintiendo, debe haber una razón por la cual es más probable la violencia en la convivencia. Mi hipótesis es que el compromiso requerido por el matrimonio hace que la relación sea más selectiva, nos hace más cuidadosos. Por ejemplo: para una relación estable, es necesario romper con el egocentrismo. Si exijo el matrimonio a quien aspira ser mi pareja, estaré alejando de mí a muchos que no merecen estar con nadie.
A esto también se le agrega que se convierte en una zona de confort en la que se va perdiendo la ilusión y ganas de casarse 🙂