Lord Greenhalgh de Fulham, un integrante conservador del gobierno de ex premier británico Boris Johnson, reconoció que las iglesias y otros lugares de culto estaban cerrados porque “la gente en el corazón del poder no entendía la fe”, y que el cierre de iglesias por la pandemia fue un ataque a la libertad de culto.
Greenhalgh realizó estas declaraciones mientras la Investigación Covid escuchaba declaraciones y pruebas de altos asesores y funcionarios públicos sobre las decisiones tomadas durante la pandemia.
Entre ellos se encontraba la subsecretaria del gabinete, Helen MacNamara, quien dijo en la investigación que quienes toman las decisiones habían sufrido debido a una “perspectiva estrecha”.
Lord Greenhalgh dijo que los lugares de culto hicieron un “trabajo fenomenal” al controlar la propagación del virus en comparación con las tasas de transmisión en otros entornos que no estaban sujetos a las mismas restricciones.
Sus comentarios a la Unión Católica aumentarán la presión sobre la baronesa Hallett, presidenta de la investigación, para que considere adecuadamente las decisiones sobre el cierre y reapertura de los lugares de culto.
Lord Greenhalgh se desempeñó como Ministro de Estado en el Departamento de Igualdad, Vivienda y Comunidades y luego en el Ministerio del Interior hasta su renuncia al Gobierno en julio de 2022.
Se le asignó la responsabilidad de la política gubernamental sobre la fe y las comunidades entre 2020 y 2021, los años de los dos confinamientos en Reino Unido, por lo que estaba al tanto de las razones dadas para el trato severo que recibieron los lugares de culto y el cierre de iglesias por la pandemia.
Las iglesias se cerraron por primera vez después de que Johnson, el primer ministro, anunciara el primer cierre el 23 de marzo de 2020.
Sin embargo, estuvieron entre los últimos lugares en salir del confinamiento, porque fueron colocados en la misma categoría de mayor riesgo que pubs, cines, peluquerías y salones de belleza.
El Gobierno afirmó que el distanciamiento social dentro de ellos sería difícil en un momento de elevado riesgo de infección.
Sin embargo, los centros de jardinería, las empresas de construcción y otros negocios pudieron desbloquear su situación unas siete semanas antes.
Nigel Parker, director de la Unión Católica, dijo: “Antes de Covid, pocos de nosotros podríamos haber imaginado que nuestras iglesias se verían obligadas a cerrar por ley». “Sin embargo, esa es la situación a la que nos enfrentamos en ocasiones durante los días oscuros de la pandemia», ha afirmado.
“La investigación sobre la respuesta del Reino Unido a la pandemia debe considerar las decisiones relativas al cierre y reapertura de los lugares de culto, que tuvieron un impacto tan enorme en tantas personas», prosigue Parker.
El líder católico añade que “la Unión Católica lideró la lucha para que nuestras iglesias volvieran a abrir y ahora estamos comprometidos a garantizar que nunca más se vean obligadas a cerrar”.
Finalmente, añadió: «Animo a todos a participar en nuestra encuesta para asegurarnos de que las voces de los católicos sean escuchadas como parte de esta investigación».
Se cohibió la necesidad de oración
Al comienzo de la crisis de salud, los obispos de Inglaterra y Gales esperaban que las iglesias permanecieran abiertas para la oración privada, sin embargo el cierre de iglesias por la pandemia no lo hizo posible.
También se prohibieron las confesiones, incluso al aire libre, y desde abril de 2020 se ordenó a los sacerdotes que aconsejaran por teléfono a los pacientes con coronavirus en lugar de administrarles el sacramento de los enfermos en persona.
El número de asistentes a los funerales también fue drásticamente limitado.
La mayoría de las diócesis transmitieron liturgias en vivo desde catedrales vacías y algunas iglesias parroquiales e invitaron a los fieles a ver esas misas cada domingo y hacer una “comunión espiritual” en casa.
Los obispos apelaron con éxito contra el cierre total de las iglesias durante la segunda ola de restricciones en 2021. Sin embargo, la asistencia a misa disminuyó después del cierre y algunos apostolados, como la prensa católica, sufrieron gravemente.
Solamente había sucedido dos veces en la Historia
Además de la prohibición de la misa pública durante la Reforma Protestante de los siglos XVI y XVII, la única vez que a los católicos ingleses se les negó el acceso a los sacramentos fue entre 1208 y 1214, cuando el Papa Inocencio III congeló el culto público para castigar al rey Juan por negarse a aceptar a Esteban Langton como arzobispo de Canterbury.
