La primera traducción al castellano de una de las obras de teatro escritas por San Juan Pablo II en su juventud nos aporta nueva información de cómo era el Papa polaco en sus primeros años de vida: un joven preocupado por “despolonización” de su país a manos de los alemanes y temprano conocedor de la obra de San Juan de la Cruz, que nunca dejaría de influirle.
Esto último es una de las grandes aportaciones de la edición traducida al castellano de ‘Jeremías. Drama nacional en tres partes’ (Didaskalos). La obra ha sido presentada en la Universitat Abat Oliba CEU con motivo de la festividad de San Juan Pablo II, patrono de su Facultad de Comunicación, Educación y Humanidades.
Tal como ha explicado la editora, Carmen Álvarez, los biógrafos de Juan Pablo II siempre habían datado en 1941 el momento en que Karol Wojtyla entra en contacto con los místicos españoles. Atribuyen esta primera toma de contacto a la influencia de un laico, el sastre Tyranowsky. Sin embargo, el análisis crítico de ‘Jeremías’ -escrita en 1940- evidencia que en ese momento ya conocía la mística de San Juan de la Cruz. Esto es así por sus contactos con la Cátedra de Hispanismo Polaco y por “frecuentes visitas a los conventos de carmelitas”.
La obra expresa también la preocupación del joven San Juan Pablo II por la política de “despolonización” que estaban llevando a cabo los ocupantes alemanes. Así, aflora su visión de nación y patria, entendida como “un legado cultural al que no podemos renunciar”. Tal como explica Álvarez, para Wojtyla la fuerza espiritual de una nación está en su fidelidad a Dios, en su identidad cristiana”. Este es un mensaje también trasladable a la actualidad. “De igual manera que él se preguntaba por qué había caído Polonia, nosotros podemos preguntarnos por qué ha caído Occidente en manos de ideologías que están borrando nuestra identidad cultural”.
Junto a Álvarez, han intervenido el decano de la Facultad de Comunicación, Educación y Humanidades de la UAO CEU, Marcin Kazmierczak, el rector de la UAO CEU, Rafael Rodríguez-Ponga, y la cónsul general de Polonia, Ilona Kaldonska. Esta ha destacado la “vocación artística” de Juan Pablo II y su carácter polifacético: “fue teólogo, filósofo, actor, poeta y dramaturgo”.