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El secreto del éxito del capitán de rugby argentino: el cardenal Newman

Familia

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En una confluencia de fe y deporte, la figura del cardenal Newman, canonizado por el Papa Francisco y reconocido como una figura destacada en la historia religiosa del siglo XIX, se entrelaza con la del capitán de rugby argentino de los Pumas, Julián Montoya, en una historia que resalta la importancia de los valores y la tradición tanto en el ámbito espiritual como en el deportivo.

Julián Montoya, descrito por el entrenador australiano Michael Cheika como “una excelente persona”, ha dejado una marca indeleble en el mundo del rugby. Su liderazgo en el Mundial de Francia y su destacada actuación en la liga inglesa con el Leicester demuestran que el deporte, al igual que la fe, puede servir como vehículo para destacar la integridad, el compromiso y la dedicación.

La intersección entre estas dos personalidades proviene de la academia de rugby de Buenos Aires que lleva el nombre del cardenal Newman. Esta academia ha sido la cuna de talentos como los hermanos Contepomi, Marcos Ayarza y el propio Montoya. La influencia del cardenal, líder del Movimiento de Oxford, quien trabajó incansablemente para restaurar tradiciones y creencias para la Iglesia anglicana, es palpable en la forma en que estos jugadores han llevado sus valores al campo.

Al igual que Newman, que viajó por el camino desde el anglicanismo al catolicismo, Montoya ha sido un trotamundos del rugby. Desde los Jaguares en Argentina hasta el Western Force de Perth y finalmente los Leicester Tigers en Inglaterra, ha llevado con él una fe inquebrantable en el poder del deporte para unir y elevar.

Históricamente, la primera línea de los Pumas ha sido reconocida por su técnica, clase y ferocidad, con Montoya sucediendo a leyendas como Agustín Creevy y Mario Ledesma. Esta tradición de excelencia es una prueba más de cómo la fe y el deporte pueden complementarse y fortalecerse mutuamente.

En palabras del propio Newman, «crecer es la única evidencia de vida». Tanto en la fe como en el deporte, crecer y evolucionar mientras se mantienen firmes los valores y tradiciones es esencial. Newman lo hizo restaurando la fe, y Montoya lo hace defendiendo la tradición del rugby. En ambos, vemos la manifestación de valores fundamentales que han dejado y seguirán dejando un impacto duradero en la historia.

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