Un frente compuesto por casi 600 organizaciones y plataformas feministas de siete naciones —Estados Unidos, España, Canadá, Italia, Francia, Alemania y Bélgica— ha lanzado una llamada a sus respectivos ministerios de Sanidad para detener el uso de tratamientos hormonales destinados a bloquear la pubertad en adolescentes que desean cambiar de sexo, los conocidos bloqueadores de pubertad en adolescentes.
El denominado Frente Feminista Internacional sostiene que las inyecciones de agonistas de la pubertad, conocidos como supresores de la pubertad, pueden causar desde efectos secundarios leves como náuseas hasta graves como infertilidad. Las afirmaciones están respaldadas por informes médicos que presentaron a los ministros de Sanidad de cada país.
En España, organizaciones activas como Confluencia Movimiento Feminista, Contra el Borrado y Amanda, presentaron un detallado informe al ministro en funciones José Manuel Miñones. En el documento, detallan los efectos alarmantes de estos tratamientos, incluyendo casos de “mutilación de órganos” y “castración química”. Además, el informe aborda los retrocesos en las legislaciones trans en países como Suecia, Finlandia y Reino Unido.
Las entidades feministas de otros países, incluidos Estados Unidos, Canadá, Italia, Bélgica, Francia y Alemania, también han expresado su rechazo a estos bloqueadores de pubertad en adolescentes, alertando sobre los posibles daños a sistemas como el cardiovascular, tiroides, reproductivo, digestivo y urinario, entre otros. Además, señalan investigaciones médicas que asocian a los agonistas de la GnRH con problemas de salud mental y un incremento en el riesgo de suicidio.
Las organizaciones hacen hincapié en que estos medicamentos, como el Lupron —utilizado también en mujeres con endometriosis—, se están administrando a jóvenes sin la existencia de estudios concluyentes que avalen su seguridad. Argumentan que se usan en etapas de desarrollo crucial, donde tanto el cuerpo como el cerebro aún están en proceso de maduración y que han mostrado efectos secundarios graves e irreversibles.
El debate sobre el uso de estos bloqueadores en adolescentes sigue en pie, y el llamado del Frente Feminista Internacional refuerza la necesidad de un análisis profundo y basado en evidencia sobre un tema que por cuestiones ideológicas está afectando a la biología de jóvenes.
1 Comentario. Dejar nuevo
¿Pero es que hay que andar metidos en el Frente Feminista Internacional para denunciar estas barbaridades? Que los bloqueadores de pubertad y las mutilaciones anejas son perjudiciales para la salud ya hace tiempo que se ha comprobado y mostrado, a menudo con penosos testimonios personales de personas afectadas. Que el feminismo militante nos venga ahora haciendo melindres al respecto no se debe a que en verdad les preocupen estos perjuicios, sino a su interés ideológico en preservar su prefabricado concepto de “mujer”, con el que pretenden integrar y amasar a todas y cada una de las mujeres reales y concretas. Y es que en el mundo “trans” este concepto, tan sólido en el feminismo, se diluye como un gas en la atmosfera indiferenciada de la mentalidad “queer”.
El feminismo no soporta que haya mujeres que se transmutan en hombres, para que luego el mundillo mediático se regocije exhibiendo a hombres embarazados, ni soporta que haya hombres que se las den de ser mujeres y que luego compitan con ventaja contra las mujeres auténticas. Pero hay algo peor y que el feminismo no puede tolerar porque implicaría su desaparición como poder ideológico y político, y es la disipación del concepto “mujer”, con todas sus connotaciones, que promueve la ideología “trans”.
La protesta feminista por los daños en la salud de los adolescentes es mera hipocresía. Se acogen a denunciar lo que ya es notorio porque les conviene para su empoderamiento. La radical hipocresía del movimiento feminista no es novedad. Ya ha quedado bien clara en la cuestión del aborto, una barbaridad a la que llaman “interrupción del embarazo” y de la que ni siquiera reconocen el daño que causa a las propias mujeres.
Que ahora el “feminismo” ande a la greña con el “transexualismo” no deja de ser reconfortante para quienes, como católicos, no estamos alienados por esta ideología nefasta. Pero los enemigos de nuestros enemigos no siempre son nuestros amigos. Y en este caso, desde luego, no se merecen nuestra amistad.