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En busca de la Verdad (VI)

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La semana pasada profundizamos en esa especie que prolifera en nuestras sociedades occidentales, que para reafirmar su personalidad inestable lo que hacen es ir a bofetadas por la vida. ¡Pero atención! Solo ante aquellos que observan que les descubren el plumero, no a los que les dejan pasar la bola por donde ellos quieren. Hoy, querido hermano, hermana querida, te comparto como paladín una aventura que he vivido con uno que era sugerentemente halagador como para encantar serpientes, pero solo hasta que le desenmascaré la martingala que me vendía como si fuera la Verdad. ¡Vamos a ello!

Un caso concreto

Pues bien. Un profesional de primera fila en lo suyo, incluso sin ser católico practicante (de esos que dicen que admiran el Jesús de los Evangelios, pero que curiosamente no le siguen), se empapó el corpus de mi libro en catalán Les Decapíndoles de la Comunicació Disruptiva (DCD), enterito varias veces, pues según me dijo luego, lo leía y releía a pesar de ser una persona de poco tiempo en su intimidad. Y vino la sorpresa en sus palabras subsiguientes.

Nos citamos un día, y me pegó un discurso de hora y media al final de su jornada laboral, en el que todo lo que me confiaba no eran más que extractos casi literales de mi libro, que se lo había aprendido de memoria. ¿Sabes qué pretendía el mocoso? ¡Que le llevara la comunicación de sus empresas diciendo él lo que había aprendido en mis páginas, como si fueran pensamientos suyos!

Ese se había tomado muy en serio eso que está tan de moda de los ghost writers, literalmente “escritores fantasma”: personajes famosos que aprovechan su fama para divulgarse como grandes iluminados, con la luz que les dan desde la recámara los muertos de hambre. Unos a brillar, y otros a pencar. El machaca se queda y se quedará siempre para el último de la fila. Por si fuera poco, levantas un dedo, y te lo muerden ante la pasividad de tu entorno, que se queda desconcertado, y con ello acogotado.

Un motivo razonable

Ya ves. Para que no nos suceda más eso a ninguno de tus hermanos y hermanas (y a ti), si tú no defiendes la Verdad cuando te toca defenderla, no lo hará nadie. Dios espera de ti tu aportación a su proyecto de nueva Humanidad. Tenemos que ser todos individuos pensantes que se den la mano a conciencia, y con un amor fundado en el Amor tiren adelante y salven este mundo que está por caernos encima. Amor no es dejar pasar. Estamos disfrazando con un espejismo la vaguedad del ser que no se compromete con nada más que su caricatura (su propia caricatura).

Debemos ir a la raíz y arrancarla de cuajo, por más que duela a unos y a otros. De lo contrario, nunca tendremos paz, porque ya vamos viendo que nuestro mundo está cada vez más enmarañado. Cada día está más claro que en el mundo (nuestro mundo) tenemos una paz ficticia y frágil, porque está basado sobre la mentira, puro humo, humo de tinieblas. Pues, como te he dicho otras veces, la actualidad es la Hora de las Tinieblas en que el Mentiroso pretende hacerse con el pastel; pero no ya una parte, sino todo: ¡pretende ser Señor del Mundo! Léete el Apocalipsis. Allí lo encontrarás, y sabrás qué quiere… y que el muy miserable pierde.

¿Cómo quieres que así funcione el mundo? ¿Un engendro colgado del hilo que tejen los aclamados “políticos correctos” descerebrados, aupados por peleles hechizados demacrados por falta de salud física y mental, a quienes aquellos explotan y por quienes a cambio de promesas exóticas se hacen llamar “líderes”?

Lo he dicho ya… y vamos a peor. ¡Despertemos! ¡Cortemos el hilo que nos ahorca! ¡Hagamos la revolución del Amor! El Amor, para que se sostenga, debe ser auténtico, y fundado sobre roca. Solo con ciudadanos que se amen de verdad en la Verdad tendremos políticos (como con todo) de verdad: no tendríamos aborto, eutanasia, suicidio, pederastia, familias podridas y desestructuradas, individuos depauperados… ni nada que no casara con la Justicia de Dios. Justicia que está por imponerse por la propia devastadora dinámica de nuestra vida desencaminada.

El necesario desenlace

¿Te das cuenta de que todo lo que te digo dibuja un galimatías fantasmal? “La Palabra era la Luz, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre” (Jn 1,9-12). Está todo dicho.

Ahora, piensa. Si esto es así, ¿no te parece que ya va siendo hora de aceptar la Verdad y dejarnos de reyertas? ¡Encendamos la luz! Hasta aquí hemos visto cómo se esconde. La próxima semana te daré unas cuantas pistas para no ser cegado por ella… y compartirla.

Debemos ir a la raíz y arrancarla de cuajo, por más que duela a unos y a otros. De lo contrario, nunca tendremos paz, porque ya vamos viendo que nuestro mundo está cada vez más enmarañado Share on X

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