El reconocido autor de El Señor de los Anillos, JRR Tolkien, siempre afirmó ser un «devoto católico romano», según un artículo reciente del Padre Michael Ward publicado en Catholic Herald y que aborda la fe de Tolkien. Sin embargo, a pesar de esta afirmación, se ha escrito poco sobre la fe que definió y guió la vida de Tolkien.
En el artículo «La historia no contada de la fe de Tolkien«, el Padre Ward aborda esta deficiencia en la literatura biográfica de Tolkien, destacando cómo su fe católica influyó en su vida y en su obra. Una fe que pone de relieve la asociación de creciente creación Asociación Tolkien Católica de España.
Holly Ordway, colega y amiga del Padre Ward, ha escrito un nuevo libro titulado La fe de Tolkien: una biografía espiritual que examina detalladamente la fe de Tolkien, destacando su devoción por el catolicismo y cómo esta devoción afectó tanto su vida personal como su escritura.
Tolkien fue bautizado en la infancia como anglicano en Bloemfontein, Sudáfrica, pero tras la muerte de su padre y la conversión de su madre al catolicismo, fue confirmado como católico a la edad de 11 años. Cuando su madre Mabel falleció un año después, el sacerdote oratoriano, padre Francis Morgan, se convirtió en su tutor y su segundo padre. Desde ese momento, Tolkien se convirtió en acólito y desarrolló una profunda devoción por la Eucaristía, a la que llamaba “la única cosa grande para amar en la tierra”.
Priscilla, la hija de Tolkien, describió a su padre como «un cristiano devoto» que «se preocupaba profundamente por su fe religiosa». Sin embargo, la vida cristiana de Tolkien ha sido a menudo ignorada o minimizada en las biografías existentes. Por ejemplo, la biografía de Humphrey Carpenter de 1977 retrató la fe de Tolkien como un mero reemplazo emocional para su madre fallecida, mientras que la biografía de Raymond Edwards de 2014 relegó su catolicismo a un apéndice.
El libro de Ordway, sin embargo, trata de rectificar estos errores, proporcionando un tratamiento detallado y factual de la vida de Tolkien desde una perspectiva religiosa. No solo expone la profunda devoción de Tolkien por su fe, sino también cómo su fe influyó en su escritura. Por ejemplo, su famoso monograma JRRT en realidad contiene una «P» oculta en honor a su santo de confirmación, San Felipe Neri, fundador de los oratorianos.
Tolkien también heredó de San Felipe Neri un amor por la humildad, algo que se refleja en sus personajes hobbits, a quienes consideraba dignos de «ennoblecimiento» y más dignos de elogio que los «profesionales». Además, el autor tenía una «devoción especial» por la Inmaculada Concepción y sentía afinidad por Santa Bernadette Soubirous, a quien describía como «esa hija de la Gracia».
Hacia el final de su vida, Tolkien lidió con los cambios litúrgicos del Concilio Vaticano II. A pesar de su angustia privada, permaneció leal a la Iglesia, insistiendo en que «no hay nada que hacer sino orar, por la Iglesia, el Vicario de Cristo, y por nosotros mismos; y mientras tanto ejercitar la virtud de la lealtad».
Esta revelación de la fe de Tolkien nos proporciona una nueva perspectiva sobre uno de los autores más influyentes del siglo pasado, demostrando cómo su fe católica fue no solo una parte integral de su vida personal, sino también de su proceso creativo.