La manipulación embrionaria y la reproducción asistida han surgido como una pésima solución para las parejas que no pueden concebir hijos biológicamente o las del mismo sexo. Una práctica carente de ética que está dejando marcas invisibles de la reproducción asistida.
A medida de que la industria relacionada prospera, las consecuencias de estas prácticas a largo plazo están empezando a desvelarse. En el centro de la controversia se encuentran los niños nacidos de donantes de esperma anónimos, que luchan por la falta de referentes paternos biológicos. Una distorsión provocada por la ingeniería social del supuesto progresismo.
Un hombre de 41 años llamado Miquel Roura, es uno de esos niños. Con tres figuras paternas a lo largo de su vida, Miquel continúa buscando al único que nunca conoció: su padre biológico, un donante de esperma anónimo.
El diario El Mundo describe la historia de Miquel que explica su experiencia de conocer la verdad a los 15 años como un choque existencial. «Somos hijos de una transacción económica y una paja», afirma, poniendo de manifiesto la desconcertante realidad de muchos como él.
Miquel atribuye parte de sus dificultades emocionales durante la adolescencia a la ausencia de su padre biológico. “Hasta que supe aquello, era deportista, tranquilo, buen estudiante. Luego empezó a haber algo en mi vida que no funcionaba. Tenía ansiedad, me deprimía, me faltaba estabilidad… Generé miedos. Y un conflicto de lealtades: si busco al padre donante… ¿qué pensará el otro padre? Ese que me lo ha dado todo».
Aunque las técnicas de reproducción asistida brindan una solución a la infertilidad su práctica va en contra de la moral básica y ya hay marcas invisibles de la reproducción asistida, también pueden dejar cicatrices emocionales en los niños que nacen de ellas. Los niños nacidos de donantes anónimos a menudo se sienten despojados de una parte esencial de su identidad, ya que se ven privados de la oportunidad de conocer sus orígenes biológicos.
Miquel es uno de los portavoces de la Asociación de Hijos e Hijas de Donantes Anónimos, una organización que aboga por el fin del anonimato de los donantes de esperma. El negocio de la reproducción asistida en España, donde el anonimato de los donantes está protegido por ley, genera más de 500 millones de euros al año.
Blanca Gómez Bengoechea, doctora en Derecho y especialista en protección de menores, señala que la ley española no protege adecuadamente los derechos de los niños nacidos mediante técnicas de reproducción asistida. «Nuestra ley solo permite conocer la identidad del donante en casos muy concretos, pero se queda muy estrecha para los que tienen el derecho a saber de dónde vienen«, explica.
La lucha de Miquel y muchos otros como él resalta la importancia de considerar las consecuencias psicológicas y emocionales a largo plazo de las prácticas anti bioéticas de reproducción asistida. Al mismo tiempo, pone de manifiesto la necesidad de un mayor debate y control en torno a la industria de la reproducción asistida, para garantizar que los derechos de todos los implicados sean protegidos.
Tuvo tres padres y conoció a dos: la historia de Miquel muestra que la manipulación de embriones empieza a dejar víctimas adultas Share on X