Entre las numerosas comparaciones que se habrán hecho y se harán entre la caverna de Platón y el mundo de Internet, hay un aspecto que podría estimular mucho nuestras reflexiones.
En la narración platónica de la caverna de Platón (en el libro VII de la República), los prisioneros que están dentro de la cueva piensan que conocen la realidad mientras miran las sombras que se proyectan ante sus ojos (sin saber que son sombras).
Este aspecto resulta de especial importancia cuando reconocemos el peligro de creer que al ver imágenes de Internet, o al leer chats, o al consultar blogs, o al escuchar grabaciones, estaríamos mejorando nuestro conocimiento de la realidad.
En otras palabras, existe el peligro de suponer que las “sombras” que vemos en nuestras pantallas serían suficiente para conocer lo que ocurre, para mejorar nuestro conocimiento de las plantas, los animales, los seres humanos, la historia, la economía, la actualidad, etc.
Basta con identificar no pocos casos de mentiras difundidas en Internet, con rapidez y ante millones de personas, para darnos cuenta de ese peligro. Lo que muchos pensaron como verdadero era falso, “fake”.
Tendríamos que ampliar esta observación para aplicarla no solo a Internet. Hay canales televisivos, prensa tradicional, radio, y otros medios de comunicación “clásicos”, que difunden con rapidez imágenes y narraciones sobre el mundo que son insuficientes, si es que no son engañosas.
Entonces se llega a la situación, en ocasiones sumamente dañina, de suponer que gracias a los medios, aumentados y enriquecidos por Internet, conocemos cómo son las cosas, qué ocurre en la ciudad, en el país, o en el extranjero, cuando, sin darnos cuenta, estamos ante mentiras y manipulaciones más o menos ingeniosas.
Existe, por lo tanto, el peligro de que la caverna de Platón aumente sus potencialidades en el mundo tecnológico, hasta convertirse en una auténtica caverna digital, donde se suceden con rapidez imágenes y narraciones que distorsionan nuestro modo de ver la realidad.
Entonces se comprende por qué, según Platón, salir de la caverna implica un esfuerzo, pues resulta muy cómodo pensar que ya conocemos la verdad a través de esas imágenes que se nos ofrecen una y otra vez.
Pero ese esfuerzo, según el Sócrates que habla en la República, vale la pena, pues solo cuando reconocemos a las sombras como sombras y nos esforzamos por ver las cosas a plena luz, de modo más completo y objetivo, estamos en condiciones para acercarnos a verdades que tanto importan a la hora de pensar y de vivir.
Lo cual resulta de especial interés cuando hemos de tomar decisiones sobre nuestras propias vidas y sobre lo que sea mejor para las sociedades y el mundo entero. Esas decisiones serán correctas y benéficas si, entre otros aspectos, se construyen desde mentes y corazones que han salido de las cavernas digitales y se confrontan, día a día, con el mundo real que encontramos más allá de las sombras…
Existe el peligro de que la caverna de Platón aumente sus potencialidades en el mundo tecnológico, hasta convertirse en una auténtica caverna digital Share on X