¡Por fin tenemos en castellano una edición completa de la obra más importante de la Teología del siglo XVI! Siendo de extensión tan notable lo primero que sorprende es la calidad de la edición y lo bien traducida que está y ello a pesar de que Melchor Cano no utilizaba un latín decadente sino ciceroniano, en la línea del humanismo renacentista.
De Locis Theologicis trata del método teológico, tema sobre el que la teología no debe dejar de reflexionar. Constata nuestro autor que excepto Santo Tomás, los autores escolásticos procedían de manera asaz desordenada, introduciendo profusión de citas pero sin distinguir ni el valor de las autoridades ni siendo capaces de disponer los temas con cierta coherencia. Y eso pasaba ya con Pedro Lombardo, autor de referencia en los siglos anteriores, antes de ser desplazado por la Suma Teológica del Aquinate.
Otro problema importante al que Cano intenta salir al paso es la controversia con los reformados. En las distintas discusiones con ellos se constataba una gran dificultad y es que los seguidores de Lucero apelaban a la sola Scriptura y al libre examen y por ello no había posibilidad de discusión seria. Los teólogos católicos, inmersos en la crisis de la escolástica, buscaban clarificar los métodos de argumentación para proceder a un diálogo fecundo.
En esa circunstancia intenta nuestro autor estudiar los lugares teológicos con la intención de aprovechar los argumentos de los antiguos con los métodos de los modernos. Es conocida la clasificación que establece Cano entre lugares teológicos propios (Escritura, Tradición, Iglesia Católica incluyendo la fe del pueblo de Dios en comunión con la jerarquía, Concilios, el Romano Pontífice, Santos Padres, Teólogos escolásticos y canonistas) y derivados (razón natural, filósofos y juristas, historia). Y aún dentro de esta división establece clasificaciones. Y, aunque autores modernos, como el Padre Chenu, hayan incluido otros como el arte y a ello se haya referido Juan Pablo II en la Carta a los artistas, esta sigue siendo la clasificación fundamental.
Se señala en la extensa introducción que es proporcionada a la calidad de la obra y a la envergadura del empeño en la edición, que De Locis sobrepasa el tema del método teológico puesto que Cano no deja de hacer referencia a temas teológicos que van surgiendo al hilo del discurso, como la infabilidad del Papa o la canonización de los santos.
En la presentación el P. Becker apunta la actualidad de esta obra y la necesidad de proseguir con la reflexión iniciada por Melchor Cano. Vale la pena no pasar por alto esas páginas en las que se apuntan algunos males de la teología actual como la falta de atención a la Tradición o la misma concepción de la misma ciencia teológica que para Cano, siguiendo a Tomás de Aquino, toma sus principios de la ciencia de Dios y de los santos, es decir de los artículos de la fe.
La Bac ha sido fiel a su misión al publicar este libro, imprescindible en todos los centros de cultura teológica y lugar de consulta obligado para emprender fecundamente la tarea de repensar la ciencia teológica y hacer teología en serio. Uno no deja de sufrir cuando lee algunos libros recientes que no sólo adolecen de falta de orden como lamentaba Cano en su época, sino que incluso reducen la misma teología a mero discurso donde lo intuitivo se sobrepone a lo racional y todo se permite en aras de la forma, incluso la negación de la lógica y la ausencia absoluta de método.
DE LOCIS THEOLOGICIS
Melchor Cano
Edición de Juan Belda Plans
BAC
Madrid 2006
926 páginas