El primer bebé nacido en España después de un útero trasplantado ha sido aclamado como un éxito en el Hospital Clínic de Barcelona. Jesús, un niño de dos meses, es el protagonista de esta historia, que ya ha sido escrita en los libros de medicina. Su madre, Tamara Franco, carecía de útero debido a un problema congénito y recibió el órgano de su hermana en octubre de 2020. El nacimiento de Jesús marca el final exitoso de un estudio realizado en el hospital para validar la viabilidad de esta cirugía, aunque plantea dilemas éticos profundos.
¿Puede un cristiano ser favorable a esta práctica? ¿Se debe considerar un avance en medicina o los desafíos morales que sobrepasa son determinantes?
Cabe saber que este no es el primer caso de trasplante de útero en el mundo. Desde 2014, cuando se realizó el primer trasplante exitoso en Suecia, ha habido varios casos exitosos en diferentes países. La técnica se ha perfeccionado con el tiempo, pero no todos los trasplantes de útero resultan en un nacimiento exitoso. Aunque hay más de medio centenar de bebés nacidos después de esta cirugía en el mundo, la tasa de éxito varía según el centro médico.
El proceso de un útero trasplantado es complejo y conlleva riesgos. Además, la selección de las receptoras es un aspecto crucial. En el estudio del Hospital Clínic de Barcelona, las candidatas debían tener el síndrome de Rokitansky, un trastorno congénito que afecta a las mujeres que nacen sin útero ni trompas de Falopio. Aunque más de un centenar de mujeres han consultado sobre el estudio, solo se han realizado dos trasplantes hasta ahora, incluyendo el de Tamara Franco.
El procedimiento quirúrgico implica la extracción del útero y su posterior implantación. La extracción se realiza a través de cirugía robótica y la implantación requiere una intervención abierta. El proceso es técnicamente complejo debido a la vascularización limitada del útero en fase no gestante y a la necesidad de preservar los órganos adyacentes. Tamara Franco tuvo complicaciones adicionales, como un aborto y una infección de COVID-19, que retrasaron su embarazo hasta septiembre. Aunque el proceso fue difícil, el pequeño Jesús nació con éxito y su salud ha mejorado significativamente.
Después de dar a luz, Tamara Franco se sometió a una histerectomía para retirar el útero transplantado, ya que ya no es necesario y los medicamentos inmunosupresores deben evitarse.
10 razones contra esta práctica (dos muy cristianas)
Aunque la técnica ha tenido éxito en varios casos, sigue habiendo dilemas éticos sobre su implementación.
A continuación, analizamos los retos éticos médicos y acabamos con dos cristianos:
- Las dudas éticas sobre la pertinencia de implementar esta técnica han acompañado a este procedimiento desde que Brännström y su equipo pusieron la primera piedra.
- El riesgo-beneficio de estas intervenciones tan complejas de útero trasplantado para receptora y donante nunca ha estado claro.
- Los problemas que pueden acompañar a las cirugías y los fármacos inmunosupresores para evitar el rechazo tras el trasplante pueden tener impactos indeseados.
- Los embarazos resultantes de este procedimiento son de alto riesgo, con casos reportados de preeclampsia y diabetes gestacional, entre otras dolencias.
- La directora de la Organización Nacional de Trasplantes, Beatriz Domínguez Gil, ha expresado reservas respecto a este procedimiento y ha señalado que existen alternativas viables como la adopción.
- Existen cuestiones morales relacionadas con el hecho de que un útero de otra mujer sirva para concebir a una segunda, sobre todo en caso de que la mujer donante ha fallecido, como se ha dado en algún caso.
- Algunas voces favorables argumentan que esta técnica aborda un tipo de infertilidad antes intratable y que hay otras técnicas de reproducción asistida para tratar otras clases de infertilidad aceptadas como práctica médica convencional.
- Existe la necesidad de un debate ético sobre los límites a los que se puede llegar con los avances técnicos.
- Se cuestiona que se trate de un trasplante para cumplir un deseo en lugar de salvar una vida.
- Esta técnica exige que el médico introduzca en la madre un embrión artificialmente. Esta práctica implica la manipulación genética de embriones, que no respeta la vida humana desde su origen, ya que deshecha algunos. Es una práctica rechazada por el Magisterio de la Iglesia católica.