«Mamá, ¿por qué me has comprado?», es la frase que podrán decir los hijos nacidos como consecuencia de los vientres de alquiler que en la actualidad salpican como un goteo las cabeceras de los diarios. El último caso que ha saltado a la palestra es el de la celebrity Ana Obregón. Después de que optaran por este proceso alegal en España artistas homosexuales como Miguel Bosé o Ricky Martin, la presentadora, de 68 años de edad, ha presentado en sociedad a una niña cuyo embarazo pagó en Estados Unidos.
La ingeniería social que impone el relativismo en algunas decadentes sociedades occidentales está dejando profundas distorsiones y víctimas por el camino. Ya se documentan numerosas personas transexuales que se han arrepentido de su proceso irreversible de hormonación o de cambio de sexo. Por otro lado, recientemente saltaba la polémica alrededor de varios jóvenes que en su momento fueron concebidos a través de técnicas de reproducción asistida y cuyos padres eran donantes anónimos.
sueño cumplido, ilusión, tu bebé en casa o te devolvemos el dinero
“No somos el sueño de nadie” afirmaba en La Vanguardia Maria Sellés, de 32 años, contra la violenta retórica de las clínicas de reproducción asistida, que suelen usar esas palabras: sueño cumplido, ilusión, tu bebé en casa o te devolvemos el dinero. “Todo está pensado para que unos padres que no puedan tener hijos lo puedan hacer, todo se hace desde un supuesto derecho a maternar que no existe. Me da igual que seas lesbiana, gay o heterosexual”, prosigue Sellés, cuya madre decidió tener una hija sin pareja a principios de los noventa y recurrió al banco de esperma de Cefer.
“Ella nunca me lo ocultó ni tuve la sensación de que me había engañado -explica Sellés-, pero me lo explicaba de una manera muy técnica y yo no entendía por qué no podíamos hablarlo con mi abuela y mis tíos. No estaba problematizado, sino romantizado, todo el mundo me decía que había sido una niña muy deseada pero yo lo vivía mal, no entendía qué pasaba”.
La conclusión: a los 29 se dio cuenta de que ese vacío en torno a su padre biológico le pesaba demasiado y canalizó su “rabia” en el activismo para fundar AFID (Associació de Fills i Filles de Donants, en catalán, en castellano, Asociación de Hijos y Hijas de Donantes) y que agrupa a otros adultos nacidos por donaciones de gametos que exigen que se levante el anonimato para poder acceder a la información de sus progenitores biológicos, como ya ocurre en países como Francia y Portugal, que acabó con el anonimato en 2018.
«Mamá, ¿por qué me has comprado?», «Mamá, ¿por qué me has abortado?, «Mamá, ¿por qué me has negado un padre?
Son preguntas que ya hay jóvenes que manifiestan (los que pudieron nacer). Es consecuencia de la ficción social que rehúye la lógica biológica de la vida, el orden de la naturaleza que deja víctimas por el camino de una sociedad regida por el deseo instantáneo que no tiene en cuenta al bebé no nacido, y a la hija consecuencia de un proceso artificial.
El caso de Ana Obregón
Precisamente el móvil que ha llevado a Ana Obregón a pagar para ser madre es el cumplimiento de un deseo que la biología le niega por razones obvias: ser madre a los 68 años.
La revista ¡Hola! adelantó su portada a última hora del martes, como anticipo de la noticia. En la fotografía que ilustra la primera página de la publicación se ve a Ana Obregón saliendo por la puerta del centro médico en silla de ruedas, situado en Miami, Florida, con la pequeña en brazos.
Según explica la cabecera en el reportaje que acompaña a la fotografía, la artista acudió a la ciudad estadounidense a recoger a la niña hace unos días y pasó cuatro jornadas sola esperando el nacimiento.
12 horas después de conocerse la exclusiva que abrió informativos, Obregón pronunció las primeras palabras al respecto a través de su perfil de Instagram, donde acumula más de un millón de seguidores. En él, colgó la portada de la revista y escribió un breve mensaje: “¡Nos pillaron! Llegó una luz llena de amor a mi oscuridad. Ya nunca volveré a estar sola. He vuelto a vivir”. ¿El cumplimiento de una necesidad personal? ¿Dónde se encuentra la necesidad del bebé recién llegado?
La opción de Obregón busca controlar la vida, no aceptarla en su plenitud. Manipular la realidad desde la ingeniería biológica para poner al servicio de la persona sus deseos. El pasaje bíblico de la arrogancia humana en la Torre de Babel, la historia novelada del doctor Frankenstein, el Prometeo de la mitología griega… la historia repetida en bucle. Jugar a ser Dios
Los vientres de alquiler son la respuesta a la artificialidad de una sociedad que cree que dos personas del mismo sexo pueden ser una familia. ¿Y si pueden ser una familia, por qué no pueden tener hijos? Es por eso que el homosexualismo político precisa de los vientres de alquiler, es su manera de alargar la ficción de la familia que niega la biología para centrarse en un constructo mental.
Pero, además, protagoniza una pendiente resbaladiza enormemente peligrosa y cuenta por ello con muchos detractores: el ser humano como producto, el mercado de la persona a disposición de la lógica capitalista. Atrás quedaron los tristes años de la esclavitud, en los que una persona podía tener un valor económico y constituir una propiedad; en nuestros tiempos está prohibido mercadear con órganos: no se puede comprar un corazón, no se puede acceder a un hígado al mejor postor, se entiende que eso sometería al ser humano a la lógica del dinero, a la ley del más poderoso. Y lo mismo sucede con la prostitución: una gran parte del propio movimiento feminista rechaza esta práctica porque somete el cuerpo de la mujer de manera mercantilista al un precio y al deseo del hombre que la contrata.
¿Por qué ha de ser diferente un ser humano en sus primeras etapas de vida? ¿Por qué los vientres de alquiler son vistos por algunos sectores como una puerta a la libertad que nos desembaraza de una supuesta esclavitud biológica? ¿No son los vientres de alquiler un mercado de niños concebidos a partir de una rifa genética?
Es por eso que esta práctica tiene numerosos detractores, el propio movimiento feminista no lo ve, en general, con buenos ojos. Por ejemplo, Ana Trejo Pulido, creó la iniciativa Stop Vientres de Alquiler, que se define como «un proyecto de divulgación feminista que tiene como objetivo impulsar el conocimiento y crear conciencia social sobre la maternidad subrogada, que no es más que explotación reproductiva de mujeres y mercado de bebés». Para ello se vuelcan en analizar y compartir la información disponible «sobre esta práctica aberrante y sus consecuencias para las mujeres, las niñas y los niños». En una entrevista aparecida en Público, la fundadora señala algunas de las claves sobre la actualidad de la industria de los vientres de alquiler, «una industria que se reinventa explotando reproductivamente a las mujeres de todo el mundo».
El bebé de Ana Obregón es el segundo hijo de la bióloga, después de Aless Lequio, que nació de la relación con Alessandro Lequio y falleció en mayo de 2020, con 27 años, a causa de un cáncer.
2 Comentarios. Dejar nuevo
A las personas les dio el Señor el honor más grande del mundo y es el de «ser cocreadores con Él» y a la mujer le dio el gran don de la maternidad, pero cuando eso se manipula, como en el caso de los vientres de alquiler, podemos hablar de esclavitud de la mujer, utilizarla para que el fruto de su vientre sea dado a otras personas…
las personas estamos necesitadas de cariño, pero ese cariño no se puede desviar hacia algo que la naturaleza no te concede, ¡porqué Dios pensó muy bien todo!
los hijos vienen a la edad que pueden venir y que los padres, pero sobre todo las madres, para que pueden atender a los hijos de forma y modo que ellos necesitan…
Cuando jugamos a ser dioses, a pesar de que las leyes y la ciencia lo permitan, nos estamos desviando del camino.
Esta portada de “Hola” es un paradigma de los sueños de la razón posmoderna que producen monstruos. Esta señora, que ni ha concebido ni parido a nadie, se ha mimetizado con una madre auténtica hasta el punto de salir de un hospital con el bebé en brazos como si lo hubiese parido y además en silla de ruedas como para paliar los estragos del parto. Una parodia ridícula e indigna.
Y hay que ver el titular “madre de una niña”, otra ficción. Ni el óvulo era suyo, ni ha gestado al bebé. Como mucho se podría hablar de “adopción”, aunque tampoco cuela, puesto que el bebé ha sido concebido a posta para adjudicárselo a ella, y la adopción auténtica solo puede serlo de un bebé que ya existe con independencia de quien lo adopta.
Por otro lado, está la enigmática cuestión de la paternidad, es decir, de quien es el titular del espermatozoide que fusionaron con un óvulo de quien sea, al parecer uno de la gestante. En la prensa se regodean con dos hipótesis: que sea un gameto congelado del hijo fallecido de la Obregón, en cuyo caso esta señora sería la abuela del bebé, o que sea de Lequio, el padre del hijo fallecido. Sea como sea, la Obregón no pinta nada de nada en el asunto, excepto que ha pagado para que le produjesen un bebé ajeno con el que consolarse de la pérdida de su auténtico hijo.
Estos simulacros de los vientres de alquiler tienen su antítesis en los simulacros de los abortos voluntarios. En los primeros no se tiene empacho en hablar de madres que no lo son, mientras que en los segundos se omite hablar de madres que sí lo son. El lenguaje se utiliza en función de los deseos y los intereses individuales que esta sociedad inmoral y relativista tiende a satisfacer como sea, una sociedad de consumo tan hipertrofiada que ha acabado por mercadear con lo más sagrado, como lo es el inicio de la vida de un ser humano, ya sea para producirlo o para eliminarlo.