La ideología de género y la ciencia

Uno de los hechos más inexplicables que caracterizan nuestro tiempo es el predominio de una ideología que contradice el conocimiento de la realidad, como es la ideología de género. Se trata de una constatación más, de cómo el emotivismo que impera en la sociedad desvinculada ha devorado todo pensamiento ilustrado y el fundamento de la modernidad.

Lo más contradictorio de todo es que, al mismo tiempo, nuestras sociedades y estados siguen impulsando la ciencia, pero como un espacio aparte de las ideas que rigen las instituciones políticas, incluidas las leyes. Las afirmaciones que surgen de la ideología gender, tanto en su vertiente de feminismo, como de las identidades de género y sus aplicaciones políticas, no tienen ningún aval científico. Todo lo contrario.

Es absolutamente irracional prohibir la potencial reversión de las personas homosexuales o transexuales, al mismo tiempo que se anima a la población, incluso desde edades infantiles, a que verifiquen si aquellas son sus orientaciones, en unos términos absolutamente propagandísticos.

Mas allá de la intromisión que significa para la vida familiar cuando se actúa en aquel sentido, hay que decir con carácter general que pretender que el estadio final del ser humano es la homosexualidad o la transexualidad, y que la heterosexualidad es, en todo caso, un paso, una manera de ser humano inestable y reversible, significa atentar contra la propia evolución, que tiene como axioma fundamental la reproducción que garantiza la continuidad genética de la especie.

En el caso de la relación entre hombres y mujeres, se confunde la igualdad de derechos y el establecer los mecanismos necesarios para que tal principio se cumpla, con la pretensión de que no existan diferencias objetivas que, por su naturaleza afectan también a los experimentos trans. Ahora mismo, en el ámbito del deporte, se está produciendo un fenómeno que algunos médicos especialistas califican de “epidemia silenciosa” y que el crecimiento exponencial del fútbol femenino ha puesto de relieve, aunque el hecho ya era conocido por los traumatólogos entre las practicantes de distintos deportes antes del florecimiento futbolístico.

La “epidemia silenciosa” se refiere a la frecuencia con la que las deportistas sufren una lesión grave, la del ligamento cruzado anterior, que afecta a la rodilla y que normalmente requiere una recuperación de 12 meses, con el riesgo de que se produzca otra vez en la otra rodilla, como consecuencia de la prevención psicológica del lesionado de no utilizar la pierna que sufrió el percance. La posibilidad de que una futbolista registre tal lesión es 300% superior a la de un hombre y también las recaídas son mas frecuentes. ¿Por qué?:

Las causas son múltiples y señalan la diferencia objetiva por la diferenciación sexual.

• La biomecánica es distinta. La mujer tiene la pelvis más abierta, las rodillas se cierran y se abren los pies, y esta es una causa importante de la mayor cantidad de lesiones en las rodillas y concretamente del ligamento cruzado anterior.
• Los huesos de las rodillas son parecidos, pero presentan sensibles diferencias. La rótula es más alta en la mujer.
• Los músculos no tienen el mismo volumen que los del hombre, puede trabajarlos más, pero la diferencia sigue estando ahí. Los glúteos acostumbran a ser más flojos y se necesita un trabajo de musculación mucho más intenso que en el hombre. Los músculos de la cadera posterior fallan más que en los hombres
• Los ligamentos son más elásticos y, en este sentido, más fáciles de romper mientras que en el hombre son más fibróticos y resistentes.
• El ligamento cruzado anterior de la mujer es también más pequeño y está en un espacio intercondíleo más estrecho.
• También presenta diferencias en su gestualidad; en la forma de correr y de saltar. En este último caso la cadera no lleva tan fácil la flexión en el salto en caída, lo que comporta que la rodilla sufra más.
• También hay una influencia de los factores hormonales. Existen estudios que indican que, durante la fase de pre-ovulación y ovulación, las hormonas hacen que la elasticidad de los tejidos aumente, lo que produce una alteración del colágeno del ligamento que facilita la ruptura.

He señalado con un cierto detalle las diferencias entre el hombre y la mujer en el caso de una lesión específica de rodilla, para constatar con datos, que las diferencias objetivas existen y son importantes, y tienen consecuencias. Si toda esta multitud de variaciones entre hombres y mujeres, que tiene su origen en la diferenciación sexual, se pueden observar solo en un aspecto tan reducido y concreto como es el relacionado con la rodilla y los movimientos conexos con ella, qué no significará en cuanto a diferencias al contemplar la totalidad de uno y otro. También es útil para subrayar las consecuencias de las mismas.

Negar la condición sexual como una fuente de diferenciación necesaria de la especie es negar algo muy importante, decisivo para la plenitud de la vida humana, la complementariedad entre estas diferencias, que alcanza su máximo en la maternidad y la paternidad, en relación con el hijo engendrado y cuidado.

Objetivamente, nada se puede oponer a la afirmación de que un padre y una madre no comportan lo mismo para un hijo que dos personas del mismo sexo, de la misma manera que la falta de uno de los cónyuges crea una dificultad objetiva para los hijos que la sufren.

En el caso de los hombres trans la hormonación, es decir, una práctica artificial contra el cuerpo humano, que tiene puntos de contacto con los culturistas que utilizan anabolizantes, nunca podrá superar todas las diferencias que el hecho de haber nacido mujer comporta en su cuerpo y en la forma de percibir la realidad, en aquello que en la mujer posee una especificidad. Y lo mismo se puede decir de la mujer trans. Siempre admirará a un hombre en muchos aspectos de su fisiología, por mucho que se hormone.  Y es esta limitación la que provoca que la ideología trans intente intervenir en las escuelas para reclutar adeptos entre los niños y adolescentes, a fin de conseguir que la hormonación interrumpa el proceso natural lo más pronto posible.

Y esto también explica por qué la ley que ha preparado el gobierno intenta evitar que otras personas, especialmente los padres, pero también médicos, psicólogos, puedan intervenir en la decisión del menor, a fin de hacer irrevocable este paso.

Es también el problema de las personas trans en el mundo deportivo. Un hombre trans nunca podrá competir con los de su gremio, porque tendrá condiciones físicas menores, mientras que una mujer trans siempre jugará con una ventaja extraordinaria compitiendo con otras mujeres.

Qué extraña cultura es la que impregna nuestra sociedad que, por una parte, se declara ecológica, partidaria del respeto a la naturaleza y a lo natural, mantener intocado lo que ella ha hecho, y al mismo tiempo promueve en el ser humano todos los artificios que se derivan de la ideología de género. Porque esta Ideología es también absolutamente contraria a todo principio acorde con la ecología humana.

Negar todo esto es negar la evidencia de los hechos, en nombre de una extraña ideología, que intenta imponerse a la condición humana. El resultado de todo esto no puede terminar bien.