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Prohibir que salga el sol por la mañana

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Tal pretensión sería una locura, sería prohibir que el astro rey nos caldee durante el día, que nos dé energía a todos los vivientes, que siga su trayectoria en el centro del sistema solar por siglos y siglos. Que mantenga nuestro planeta con una temperatura compatible con la vida. Que dé sazón a las frutas y regule la lluvia a través de evaporación del agua y sus precipitaciones.

Nadie en su sano juicio concebiría esa prohibición, que, por otra parte, sería inútil, ya que el sol seguiría saliendo por la mañana y poniéndose al anochecer.

Sin embargo, y con locura mayor, hay quien pretende prohibir que Dios exista: Sin cuyo poder y sabiduría inenarrables el sol no existiría. Pretende proscribir que en la sociedad se hable de Dios, se le ame y se le obedezca.

Nos dice la hermana Lucía, de Fátima, en un excelente libro: “Ved el sol: siempre con la misma fuerza, el mismo grado de calor, el mismo brillo, ¡siguiendo siempre la misma trayectoria que Dios le marcó! Así también la luna, las estrellas, los planetas, la Tierra, los mares ¡y todo esto existe y fue creado por Dios! Todo ha de permanecer, hasta que así lo quiera, porque eso depende sólo de su querer omnipotente. Y ellos ahí están delante de nuestros ojos, testimonios irrefutables del poder, de la sabiduría, de la voluntad y de la existencia eterna de Dios.” [P. 248 de “Llamadas del mensaje de Fátima”]

Con todo, hay dos tipos de cerrazón a la creencia en Dios omnipotente: Unos ateos tienen buena voluntad y otros la tienen mala. Empecemos por estos últimos sobre los que nos advierte el Evangelio: (Juan 3, 19-21) “Y el juicio consiste en que vino la luz al mundo y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo el que obra mal, aborrece la luz, y no viene a la luz, porque sus obras no sean reprendidas. Pero el que obra la verdad, viene a la luz, para que sus obras sean manifiestas, pues están hechas en Dios”. Y comenta en nota (1) la versión Nácar-Colunga: “He aquí explicado el misterio de la incredulidad de tantos hombres. Como sus obras son malas y su alma impura, temen que la luz descubra lo que son”.

Como dice el refrán no hay peor ciego que el que no quiere ver ni peor sordo que el que no quiere oír. Y el incrédulo de mala voluntad es ciego que no quiere ver y sordo que no quiere oír. Otros no creen, o son ateos, pero no están cerrados a la Fe y Dios romperá su sordera e iluminará su ceguera, porque sí quieren ver y oír. Sirva como ejemplo un recientemente elevado a los altares que desde su ateísmo hizo esta original oración: “Dios, si existes, házmelo saber”.

Para el creyente, negar a Dios es mayor dislate que negar el sol. Si hubo un principio del universo (big-bang) forzosamente existía un ser antes de que existiera el universo, ya que de lo que no existe nada puede surgir. Y el científico que indaga las causas de todos los seres y procesos dimite como científico si se niega a inquirir la causa del universo. Y el creyente sabe que el ser que necesariamente debe existir se revela como Dios-Amor que ha creado el cosmos para que los hombres lo disfruten y alaben a su todopoderoso Creador.

Como ejemplo un recientemente elevado a los altares que desde su ateísmo hizo esta original oración: Dios, si existes, házmelo saber Share on X

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