El matrimonio católico se encuentra en peligro de extinción. Y lo que es peor, el matrimonio, como institución social, está herido de muerte. Los continuos ataques sufridos por este pilar de la sociedad en los últimos 40 años, desde la aprobación de la Ley del Divorcio hasta la consideración de matrimonio de cualquier tipo de unión, pasando por el «Divorcio Express» que hace del contrato matrimonial el único acuerdo entre partes en España que puede ser quebrantado y roto por una de ellas de forma unilateral, y sin ningún tipo de motivo que lo justifique.
El problema que esto representa es mucho más profundo de lo que la gran mayoría cree y, lo peor de todo, es que no es algo ni mucho menos casual o pasajero, sino todo un ataque planificado desde hace décadas al pilar fundamental de nuestra sociedad: La Familia. A los ataques directos contra la familia se suma una campaña, desde hace años, para asegurar que en un futuro no muy lejano, nuestra sociedad sea mas «liquida», voluble, manipulable y desvinculada – desestructurada, gracias a la paulatina desaparición de esta institución.
Una institución que, no olvidemos, fué decisiva en la última crisis financiera de 2008-2012, donde miles de pensionistas se vieron obligados a acoger de nuevo en casa a sus hijos al perder sus trabajos y viviendas, incluso a sostenerlos económicamente durante años; Y no digamos ya en la crisis de la Covid19, donde la familia es el único elemento capaz de contener el incremento de casos de deterioro de la salud mental en nuestra sociedad, especialmente entre los jóvenes.
Virtudes como la castidad y, sobre todo, la fidelidad, son un gran valor de la tradición judeo-cristiana y del humanismo cristiano que aportaban estabilidad de nuestras sociedades. Ahora, lamentablemente, es cada vez más común que, ante determinadas tragedias (jóvenes que se suicidan o que comenten actos de gran violencia), escuchemos siempre la recurrente afirmación de «provenía de una familia desestructurada».
¿Cómo no va a ser nuestra sociedad en pocos años, una sociedad completamente desestructurada, si la tendencia actual indica que en muy pocos años, los esposos cristianos pasaremos a ser una «rara avis» social?.
En 2020 en España, los matrimonios católicos supusieron el 10,5% del total, casi la mitad que el 20,8% de 2019, con 33.869 bodas católicas. Las bodas celebradas por otros ritos representaron el 0,05% del total. Sin embargo, el declive es evidente si se observan las dos últimas décadas. En 2000 el 75,6% de las uniones celebradas en España eran católicas. Ocho años después ese porcentaje ya se había reducido al 45,5%. A mediados de la pasada década caía hasta el 31,7%, y en 2019 apenas superaba el 20%. Un proceso muy rápido.
Por ello, tenemos la gran misión de volver a poner en valor las virtudes del matrimonio cristiano, la familia, y la apertura a la vida entre nuestros jóvenes, animándoles con propuestas e iniciativas que les ayuden a descubrir las ventajas que un noviazgo cristiano y una relación basada en el amor, el respeto y la fidelidad conyugal, y no en la sexualidad como hoy en día se fomenta desde todos los ámbitos educativos estatales y regionales.
Desde La Asociación Cristianos en Democracia lanzamos hace meses el proyecto LA COMUNIDAD DEL ANILLO para fomentar la creación de comunidades virtuales de apoyo y refuerzo del noviazgo y el matrimonio cristiano y más recientemente el informe PORNIFICADOS donde alertamos de las consecuencias del consumo de pornografía entre los menores y como este hecho supone una gran amenaza para las relaciones efectivas de nuestros jóvenes, disparando los índices de delincuencia sexual especialmente entre los menores en los últimos años en España.
Y no digamos ya en la crisis de la Covid19, donde la familia es el único elemento capaz de contener el incremento de casos de deterioro de la salud mental en nuestra sociedad, especialmente entre los jóvenes. Share on X