Un informe de Our World in Data permite contrastar esta pregunta sobre si en España, se trabaja mucho, poco o bien. Desde el punto de vista del número de horas trabajadas, España se sitúa a escala global en el lado medio bajo. Estamos en las 1.686 horas/años, cuando la mayoría de países están por encima. Sin embargo, las excepciones más importantes se encuentran en Europa, pero para situar dos casos clásicos por su dinamismo económico hay que decir que en EEUU se trabajan 1.757 horas y en Japón, que se trabaja más que en España, se sitúan en las 1.738. Israel, un país dotado de gran dinámica innovadora, trabaja 1.921 horas/año y Corea del Sur cerca de las 2.063.
A nivel europeo, el país que trabaja menos horas es Alemania, sólo 1.354 horas/año, Francia 1.514, Reino Unido 1.670, ligeramente por debajo de España. Italia trabaja más que España, 1723 horas/año.
Si relacionamos esta cantidad de horas trabajadas con el PIB que se obtiene, queda claro que existe una notable variabilidad.
Irlanda es el primer país en PIB por habitante y trabajan a un nivel similar al de EEUU, que ocupa la tercera posición después de Suiza. Mientras que España queda retrasada en relación a países que trabajan mucho menos que nosotros, empezando por Italia y ya no digamos Francia, Alemania y Países Bajos. Por tanto, no podríamos decir que España realiza un esfuerzo extraordinario en cuanto a la actividad de su vida laboral, como se puede observar en la gráfica.
Una segunda visión interesante es que España ha registrado una reducción continuada de las horas de trabajo a la vez que mejoraba el PIB per cápita generado por cada una de estas horas, pasando de 2.209 horas y un PIB de 3.432 en 1950, y en 2017 con 1.686 horas trabajadas para generar un PIB de 35.696 euros. La gran reducción en el número de horas con un salto muy importante, se produce entre 1974 y 1984. Y desde esa fecha la reducción ha sido realmente muy pequeña.
La clave de todo ello, es decir, del valor de la producción alcanzada y de la posibilidad de trabajar menos o más horas, radica en un punto que es el de la productividad. El análisis de Our World in Data muestra claramente cómo las horas de trabajo tienden a disminuir a medida que los países se hacen más ricos, si bien aquí los parámetros europeos y asiáticos son sensiblemente distintos. Las personas pueden trabajar menos en la medida en que las economías se hacen más productivas. Por ejemplo, Alemania y Suiza tienen una productividad muy alta, de casi 70 euros por hora trabajada. Naturalmente, esto tiene excepciones y EEUU es un caso claro, pero como regla general la citada es la que hay que tomar en consideración.
La productividad española por hora trabajada es evidentemente inferior a la alemana, a la de EE.UU. y a la belga. Supera al Reino Unido, pero todavía se mantiene por debajo de la italiana, que sería nuestro punto de referencia más cercano.
El núcleo del vínculo entre productividad, ingresos y horas de trabajo es la innovación tecnológica y este eje es sobre el que deberían girar todas las políticas públicas. Ya sea para trabajar menos horas o sobre todo para conseguir mayores niveles salariales. Este problema no lo acabará de resolver la nueva reforma laboral y necesita una política específica que a estas alturas no existe.
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