En su primera audiencia de 2022, el Papa Francisco ha dedicado su catequesis a la paternidad y la maternidad, a partir de la figura de San José. Ha incidido tanto en la paternidad natural como en la de adopción.
Una de las frases más impactantes, por aludir a una realidad cotidiana, al menos en algunos países de Europa, ha sido el lamento expresado por el Papa de que “muchas parejas no tienen hijos porque no quieren, o tienen solamente uno porque no quieren otros, pero tienen dos perros o dos gatos, que ocupan el lugar de los hijos”. El Papa añadió que esta referencia “puede hacer reír”, pero es una realidad “que nos rebaja y nos quita humanidad”.
El Papa quiso despertar las conciencias de las familias y recordó que la paternidad y la maternidad son la plenitud de vida de una persona: “Un hombre y una mujer que voluntariamente no desarrollan el sentido de la paternidad y de la maternidad les falta algo principal, importante. Pensad en esto, por favor”. Precisó que “la negación de la paternidad y de la maternidad nos menoscaba, nos quita humanidad, la civilización se vuelve más vieja” y añadió que “quien vive en el mundo y se casa debe pensar en tener hijos, en dar vida, porque serán ellos los que pensarán en su futuro”.
También hizo una llamada a la adopción diciendo que hay muchos niños en el mundo que esperan que alguien cuide de ellos, y afirmó que la acogida de adopción “está entre las formas más altas de amor y de paternidad y de maternidad”. Se refiere también a la paternidad espiritual, la de quienes renuncian al matrimonio por amor de Dios, pero señalando que no les falta paternidad desde otra perspectiva.
El Papa toca una fibra muy sensible e incide en un problema real, cotidiano, que a nivel individual o de las parejas muestra el egoísmo que se ha instalado de manera muy generalizada, y que a nivel social representa, entre otras cosas, un suicidio demográfico, que hunde a las sociedades.
Las palabras del Santo Padre son de gran valentía, se alejan de lo políticamente correcto y entran en un asunto bien concreto. Además, con su gran autoridad y eco mundial tienen especial peso. No puede extrañar que algunos medios “progres” hayan cargado ya contra Francisco, o, al menos, expresado perplejidad de que un Papa “progresista” puede hablar de esta forma. Muestran su enorme desconocimiento de la Iglesia.
El pionero Jesús Urteaga
Otros hemos estado en la misma línea de la ahora expresada por el Papa en este aspecto. Perdonen la autocita, pero desde hace muchos años estoy al frente de entidades familiares y de forma reiterada y pública hemos afirmado y explicado las consecuencias éticas y sociales que conlleva esta preferencia de mascotas sobre hijos.
La primera vez que recuerdo haberlo leído fue hace casi 60 años en la primera edición del libro Dios y los hijos (Rialp), del sacerdote del Opus Dei y comunicador en televisión Jesús Urteaga. “Si no tenéis hijos acabaréis teniendo perros”, decía.
Hoy es una visible realidad sobre la que solo se requiere la valentía de denunciarla y hacer ver lo absurdo de considerar que unos perros o gatos puedan ser reconocidos como miembros de la familia, pero en los años 60 del siglo pasado ni se planteaban supuestos derechos de los animales, a nadie se le ocurría igualar mascotas y personas y la mayoría de las familias aceptaban y querían hijos. Urteaga fue un profeta en este aspecto.
En aquel momento era aún más excepcional que los gatos fueran mascotas. Simplemente se les tenía en las casas para cazar ratones.
Más reconocimiento animal y menor de la persona
Otro aspecto sobre el que se puede reflexionar acerca de la omnipresencia de mascotas en los hogares, sustituyendo a los hijos, es el del reconocimiento de los supuestos derechos de los animales. Cada vez hay más leyes en este campo, y, como mínimo, intentos de proteger a los animales no solo contra malos tratos, sino incluso a niveles que difícilmente se aplican a las personas.
Sin entrar en reflexiones o divagaciones filosóficas basta limitarse a observar los hechos. En teoría, defender más a los animales no es contradictorio con el mayor amor a las personas y reconocer su dignidad, pero la práctica demuestra que los grupos animalistas, los que se autocalifican de defensores de la dignidad y del bienestar animal, etc. son todos promotores del aborto en las personas y partidarias de limitar la natalidad humana, y, de otro lado, muchos desean igualar los derechos animales a los de los seres humanos, sin darse cuenta que la distancia entre unos y otros es infinita. Con tal forma de pensar y actuar, degradan de hecho a las personas.
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