No vamos a hacer como el mítico cartel de Estados Unidos durante la II Guerra Mundial, donde la imagen del tío Sam señalaba a quien lo mirase, interpelándolo con un “Y tú que haces”, porque muchos de los seguidores y lectores ocasionales de ForumLibertas hacen muchas cosas buenas, y abundan en el compromiso. Pero sí que nos consideramos autorizados a pedirles que participen en el proyecto, que contribuyan a hacerlo grande, mediante una aportación mensual de 10 euros. Esa es nuestra llamada y puedes hacer efectiva tu respuesta aquí.
Necesitamos crecer y disponer de medios para enfrentarnos al Leviatán de la cultura de la desvinculación y los estados policiales rosa de características liberales.
Han desencadenado una guerra cultural contra todo lo que signifique cristianismo, sea en el orden moral, antropológico, cultural o religioso, y nosotros, que no hacemos guerra, sí que debemos construir la alternativa a esta agresión, con espíritu evangélico y, por consiguiente, también con firmeza y claridad. Para ello procuramos, fomentamos e invitamos a extender y aplicar unas ideas fuerza en el espacio público político desde el testimonio personal, a la acción colectiva.
- Practicar un diagnóstico crítico de la realidad, dirigido a restaurar y rehacer la realidad, a fin de restituir o alcanzar la verdad. Nuestra crítica debe aportar un horizonte de sentido y generar el impuso necesario para dirigirse a él. Iluminar aquello que está oscuro, desvelar lo oculto, restituir la forma verdadera a lo deformado. Ser fermento de soluciones, de respuestas y proyectos positivos
- Explicar y razonar que existe un orden natural en las cosas y en la vida humana y vivir de acuerdo con él.
- Presentar la concepción y la mentalidad cristiana como alternativa integral al desastre existente y mostrar que todo lo que existe sería muy diferente y mucho mejor con el proyecto cultural cristiano. Criticamos hechos, actos, nunca a la persona entera. Respetamos radicalmente la dignidad inherente a todo ser humano, desde que es engendrado hasta que la muerte natural lo traslada a la nueva vida. Acogemos siempre, no rechazamos jamás a quien, aunque sea levemente, desea ser acogido. Buscamos no inspirar rechazo; somos prudentes y, como entendemos bien esta virtud, ella nunca nos convierte en traidores o tibios.
- Planteamos abiertamente que las concepciones laicistas, secularizadoras, no poseen por el hecho de serlo ninguna superioridad a priori sobre las concepciones religiosas en el debate público político. Es más, dado que las crisis acumuladas que vivimos surgen de su concepción ideológica y no del pensar cristiano, deben reflexionar sobre las causas de sus errores
- La sociedad es plural, no laica, y en ella predomina la idea de Dios. El estado es laico, es decir, neutral, porque carece de confesión religiosa, si bien las respeta a todas en el marco de la libertad religiosa y de la colaboración positiva. Por razones de adscripción mayoritaria y de naturaleza cultural reconoce un papel especial al Cristianismo. Por consiguiente, el estado no es laicista ni de práctica atea, y no puede cancelar la referencia a Dios de la vida pública. Hacerlo es contrario a los más elementales derechos fundamentales.
- Ampliar e intensificar el debate sobre la vida humana y su dignidad, y presentar el modelo que proponemos, de sociedad de la acogida y el cuidado de la vida humana desde su nacimiento hasta la muerte natural, contrapuesto a la sociedad desvinculada de la vida, la del aborto masivo y eugenésico, de la eutanasia, del suicidio asistido, de la vejez como personas que no tienen sentido en esta sociedad hedonista. La promoción de la dignidad significa introducir los criterios de la doctrina social cristiana en sus propuestas socioeconómicas y políticas, incluidos los planteamientos en relación con la creación y el ser humano.
- Afirmamos una cultura en la que el bien tiene prioridad sobre el derecho, porque el fin de este último es procurar el primero y que los gobiernos deben actuar de acuerdo con estas premisas. El gran debate es ante todo sobre el bien. El bien común y los bienes de las personas concretas en cada caso.
- Favorecer el bien no implica sacrificar la libertad y la autonomía personal porque ambos, junto con la integridad personal y la dignidad, son en sí mismos bienes necesarios y para la consecución de otros bienes.
- La libertad se ejerce eligiendo entre varias opciones moralmente buenas, y carece de valor cuando se eligen propósitos malos o vacíos. Por tanto, los poderes públicos deben proteger y fomentar valores, virtudes e instituciones socialmente valiosas. Por esta razón, los poderes públicos deben ayudar a que las personas dispongan de opciones moralmente valiosas para que puedan ser fácilmente conocidas y asumidas.
- La neutralidad de las autoridades públicas frente a las opciones de bien no es deseable. En realidad, esta premisa del estado liberal no existe en la práctica, porque como constatamos con las leyes y las políticas, los poderes públicos impulsan su ideología, su idea del “bien”. Ese es uno de los grandes debates y cuestionamientos de la alternativa cultural.
- La autonomía personal requiere pluralismo moral. Esto no significa, en ningún caso, asumir el escepticismo, el subjetivismo y el relativismo moral. Esto no significa aceptar que no se pueden identificar formas de vida indignas para la persona, ni malos actos. Lo que significa es que existe más de una manera incompatible entre sí para ejercer el bien.
- La competencia política, si se plantea en términos de bien para la comunidad, como debe ser, exige a las autoridades públicas la elección individual de opciones moralmente buenas.
Asume. promueve, forma, actúa de acuerdo con estas ideas y ayúdanos a que la convirtamos en realidad.