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La «soledad involuntaria», un problema que la sociedad rehúye

Familia

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Un artículo titulado «La soledad involuntaria, una patología social» aborda esta lacra social que la sociedad no identifica y para la que no existe un plan. El texto está publicado en la Gaceta Médica y su autor es Antonio Alarcó Hernández, catedrático de Cirugía; y director de la Cátedra de Telemedicina, Robótica y Telecirugía.

El también senador y portavoz de Sanidad califica ese colectivo de «mayoría silenciosa» víctima de «este frenético tiempo que nos ha tocado vivir, donde la unidad de tiempo ha cambiado de forma radical», lo cual hace que «problemas sociales importantes puedan pasar desapercibidos».

«Somos de los que pensamos que la ciencia y la economía tienen que estar vinculados a la felicidad de los ciudadanos, y por tanto a solucionar sus problemas. También es verdad que exige que nos estemos adaptando de forma abierta y no dogmática todos los días y, además, es el único que tenemos. Pero es verdad también que esta rapidez de los cambios nos impide muchas veces ver y cuantificar muchos de los principales problemas que tienen las personas, sobre todo cuando es silenciosa», explica el galeno.

Se refiere en el artículo a la «soledad involuntaria» que «es uno de los acontecimientos nuevos más importantes que tenemos (porque afecta a muchos ciudadanos) y porque podrá aumentar si no ponemos remedios claros y contundentes (nos referimos a los poderes políticos) si no obtenemos un compromiso social tomando conciencia del mismo y que inexorablemente aboca a la exclusión social y aumenta los problemas de salud».

En España, se calcula que existen entre 4 y 5 millones de ciudadanos afectados por este injusto fenómeno que es la «soledad involuntaria».

Alarcó apunta que «se tienen que tomar medidas claras», donde «además el factor económico no es lo más importante, lo que es importante es tomar conciencia y producto de ello proponemos crear un Plan Nacional de Lucha contra la soledad crónica e involuntaria». El articulista considera que «es un tema de estado» y precisa un plan específico.

En un artículo reciente de Fernando Onega titulado “Y el Fin de la Soledad”, pone de manifiesto de forma brillante este problema y describe varios puntos que hay que tomar para esa estrategia para poderlo solucionarlo.

Dice Fernando Onega que “la soledad es encontrarse encerrado en ti mismo sin posibilidad de abrir una ventana a otras personas”.

Alarcó continúa: «No es solamente un problema en las personas de edad avanzada (no viejos), también jóvenes, pero no es menos cierto que el 20% de las personas de más de 65 años viven en soledad en un país donde hay alrededor 9 millones de personas mayores. La soledad crónica e involuntaria supone tristeza, ansiedad, verse aislado del resto del mundo salvo que tengas un espíritu de superación y sepas acomodarte a las cosas, lo cual no se da en la mayoría de los casos. Coincidimos con Onega también en que vivimos actualmente en una sociedad que hace invisible a las personas de edad avanzada (antes ancianos). Por ejemplo, si hablamos de política, en el Congreso de los Diputados, el número de personas con más de 65 años en la actual legislatura es de 23; anteriormente era mucho menor. Por lo tanto, se puede concluir que el Congreso de los Diputados no es representativo del índice poblacional español, y desde luego, no es representativo de las personas mayores. Y eso hay que tenerlo muy en cuenta».

El artículo explica que en los últimos 40 años en nuestro país se le han ganado 17 años a la vida. Quiere decir que los 70 años de hoy son los 55 de ayer y afirma: «Un país que jubila talento» es un país cuyo futuro se pone muy indeciso y además injusto».

En la sanidad española, que es una de las mejores del mundo, más del 30% de los profesionales médicos se van a jubilar y en la Universidad igual en menos de cuatro años, «luego se vislumbra un horizonte con nubarrones muy grises que hay que solucionar y desde luego tiene que ser este tema una cuestión de Estado. El derecho constitucional a jubilarse es inquebrantable pero la obligación de hacerlo no se basa en nada serio y se está haciendo mucho daño a la experiencia, por tanto al futuro del país. Y todo lo anterior contribuye a más soledad».

Todo se complica más, según Alarcó » cuando tenemos la natalidad mas baja de Europa, casi la más baja
del mundo desarrollado y acentuada en la pandemia. Errores demográficos que se han cometido en este país por no prevenirlos y que en caso de poner factores correctores tardamos más de 10 años en que se vean sus efectos. La llamada “dictadura de la demografía” hace que se tengan que tomar medidas inmediatas, como actuar sobre el estímulo de la maternidad para el fomento de la misma, por tanto de la natalidad, con fórmulas ya conocidas en otros países (estimular la ecografía positiva en el embarazo desde su inicio)».

Mientras tanto, para mantener el estado del bienestar es preciso que se incorporen al mundo laboral más de 4 millones de migrantes legales, «que harán que el gran hueco demográfico que tenemos sea cubierto temporalmente y garantice el ansiado estado del bienestar«, explica.

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