¿Estás enfermo? ¡Enhorabuena! Dios está contigo. Él es tu Amor eterno, tu Creador y el mío, el Padre nuestro, de todos, buenos y malos. Su Providencia sobrevuela el Universo, que es estrado de sus pies. Él lo es todo, y todo ha sido llamado por Él a la vida, para que todo esté en disposición de vivir de su Amor. Como Todo que Él es, todo forma parte de Su existencia, Él está en todo y todo está en Él.
Pero hay una salvedad. Lo tienes todo a condición de no contradecir su Amor, puesto que, por ser Él cuanto existe, faltarle a su confianza te conllevaría la muerte. Y has muerto, hermano. Tu padre Adán y tu madre Eva rompieron el equilibrio de la Creación entera. Satán, el padre de la Mentira, los sedujo: la orgullosa Eva se zampó parte de la manzana envenenada, y se la pasó al orgulloso Adán, que arrambló con las sobras, y ya, así de “automático”, el Mal enturbió cuanto de natural había, tratando de hacerse entonces con lo espiritual. ¿O fue primero lo espiritual que arrasó lo natural? Estás enfermo, y eso es lo que cuenta.
Despierta, hermano. Si tu enfermedad cuenta, es porque el Creador lo permite para tu bien y el del Universo entero. Tu Padre eterno no se rinde, y te ofrece su perdón. Con Él puedes, siempre que te arrepientas y le pidas perdón, recomenzar de nuevo. ¡Pero ojo al dato! Tiene que haber honestidad por tu parte, y no debes tirar la piedra y esconder la mano: ¡Él, el Maestro, sabe cuándo le engañas haciéndole creer que te sabes la lección!
¿Quieres vivir? Deja tu sucio charco de muerte, tu inmundo submundo de insolencias, y sal a la superficie a por aire, y verás la Luz. “La Luz brilla en las tinieblas” (Jn 1,5), y te ilumina el sendero por donde pisas. De esta manera, te guía “a la Verdad plena” (Jn 16,13), y ya nada podrá contigo. Tal será tu fuerza que, con tu enfermedad sobrellevada con heroísmo, hasta el Universo entero recuperará su hermosura y su equilibrio, y tú recuperarás los tuyos. Tan grande serás, que tu familia se llamará Iglesia universal. Y serás foco de luz y de gozo a tu alrededor, pues “los enfermos son un motor potentísimo que hace avanzar a la Iglesia” (Josep Maria Torras – La Pinacoteca de la Oración – Los Apóstoles de Jesús 5 – Un motor potentísimo).
No sufras, hermano: “si Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros?” (Rom 8,31). Su nombre es Emmanuel, eso es, “Dios con nosotros” (Cfr. Mt 1,23). ¿Y tu nombre, tu Dios, sabes cuál es? La respuesta solo la tienes tú.
Con Él puedes, siempre que te arrepientas y le pidas perdón, recomenzar de nuevo. ¡Pero ojo al dato! Tiene que haber honestidad por tu parte Share on X