El diario italiano La Repubblica anticipa extractos del libro inédito Paz en la tierra. La fraternidad es posible del Papa Francisco y que recoge palabras y discursos del Pontífice sobre la paz y la fraternidad. El volumen forma parte de la colección de la Librería Editora Vaticana (LEV) «Intercambio de dones» y cuenta, además, con el Prefacio del patriarca copto ortodoxo Tawadros II: «Olvidar el dolor de las guerras nos hace indefensos ante la lógica del odio».
Los horrores del siglo XX, las dos Guerras Mundiales, el holocausto, los genocidios, el terrorismo, las masacres y la propaganda del odio, parecen no haber servido para nada, dado que aún hoy la paz es «pisoteada y despreciada», según el obispo de Roma. Por otro lado, «la guerra se está revalorizando peligrosamente»: un mal del que los responsables políticos responderán ante Dios y los pueblos.
El Papa Francisco expresa su profundo pesar en este texto inédito en el volumen titulado «Paz en la tierra» evocando la histórica encíclica de Juan XXIII, con el subtítulo «La fraternidad es posible».
El riesgo de olvidar las lecciones de la historia
En el texto, repleto de citas, por ejemplo del rabino Jonathan Sacks o de Don Luigi Sturzo; el Papa Francisco desgrana su reflexión partiendo de la realidad actual, la de millones de seres humanos que aspiran a la paz pero que siguen «amenazados por la guerra, obligados a abandonar sus hogares, golpeados por la violencia.» «Esta aspiración, tan legítima, es a menudo pisoteada o despreciada», señala el Papa, quien indica que con la desaparición de la generación que vivió la Segunda Guerra Mundial, rápidamente «olvidamos las lecciones de la historia.»
«El olvido de los dolores de las guerras nos hace indefensos ante la lógica del odio: facilita el desarrollo del belicismo. El olvido ahoga la auténtica aspiración a la paz y conduce a la repetición de los errores del pasado«, afirma.
El Papa y los líderes religiosos, en oración
Francisco reconoce que «hoy se revaloriza peligrosamente la guerra: se opta fácilmente por ella aduciendo todo tipo de excusas aparentemente humanitarias, defensivas o preventivas, recurriendo incluso a la manipulación de la información». El Pontífice plantea, por tanto, una serie de preguntas:
«¿Somos conscientes del sufrimiento de tantos por la guerra? ¿Somos conscientes de los riesgos para la humanidad? ¿Intentamos de alguna manera apagar el fuego de las guerras y prevenirlas? ¿O estamos distraídos y empeñados en nuestros propios intereses? ¿O nos conformamos con que la guerra no nos afecte de cerca?
Son cuestiones que «deberían inquietar a los dirigentes políticos que responderán ante Dios y los pueblos por la continuación de las guerras».
Francisco retomó el concepto de «una tercera guerra librada a pedazos, con crímenes, masacres y destrucción», y cuestionó la conciencia de todos: «No podemos vivir tranquilamente con las guerras en curso como si fueran fatalidades. Sería un embotamiento de la conciencia». Desgraciadamente, esto ocurre, sobre todo en los países que no están afectados por conflictos, sino por algunas consecuencias que derivan de ellos como la llegada de refugiados. Son precisamente ellos, señala el Papa, los «testigos de la guerra, los dolorosos ‘embajadores’ de la inaudita demanda de paz» que «nos hacen ver con nuestras propias manos lo inhumana que es la guerra».
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Pero seguramente el Papa no menciona el Genesis en que Dios envió el Diluvio como castigo a la «violencia» que existia ya en aquellos primeros tiempos.