Hoy la mayoría de las personas, al leer el texto bíblico de la Pasión de Cristo, seguramente dirán que Poncio Pilato es el personaje con el que se sienten más identificados. ¿Por qué?
Poncio Pilato presenta dos características muy propias del tiempo actual postmoderno y relacionadas entre sí: el relativismo y la tibieza.
¿Qué es la verdad? Pregunta Poncio Pilato a Jesús en el Evangelio de San Juan, una pregunta que en realidad no espera respuesta. Pilato se muestra como el perfecto relativista. De hecho, uno de los pensadores más relevantes del relativismo, Hans Kelsen, se refiere a Pilato como el “perfecto demócrata” ya que “confía el problema a la mayoría para que decida su voto”.
Ante este relativismo de Pilato que no cree en la existencia de una verdad, queda claro que él no será el hombre que evite la muerte de Jesús a pesar de que manifiesta que para él no ha hecho nada malo. Pilato se comporta como un tibio, ya que en él pesa más lo que pensarán los otros, que lo que él mismo considera justo. Pilato concluye su episodio lavándose las manos. El resto es historia.
Los cristianos ante la actitud de Poncio Pilato
La actitud de Poncio Pilato es para muchos, desde la perspectiva actual, más fácil de justificar que la crueldad de los sacerdotes judíos.
Pero existe aquí un punto determinante a tener en cuenta. Pilato reconoció en su lucidez que Jesús estaba siendo condenado a muerte injustamente, pero cedió ante la presión social. En cambio, los sacerdotes en su conjunto ya hacía mucho tiempo que habían sentenciado a Jesús, estaban vencidos por el odio. Des de un punto de vista de razón objetiva, Pilato traicionó al deber de su consciencia, los sacerdotes no, porque ya no eran capaces de razonar.
El ejemplo de Poncio Pilato debe poner en alerta, especialmente a los seguidores de Cristo, de lo fácil y cómodo que es imitar el ejemplo del cónsul romano. En un mundo como el de hoy donde la moral la dictan las leyes, es decir, la mayoría, uno puede sentirse muy incómodo denunciando una ley o una situación injusta, porque sabe que recibirá la crítica de la mayoría.
Ejemplos de ello son la tímida reacción (salvando honrosas excepciones) ante la injusta ley de la eutanasia o la penosa situación de tantos sin techo ante los cuales la mayoría pasamos indiferentes por su lado (salvando otra vez tantos ejemplos de cristianos comprometidos en la ayuda del que pasa hambre).
Jesús, con su ejemplo y enseñanzas, muestra claramente que el camino del cristiano es opuesto al del relativismo y la tibieza. Él mismo se muestra como la verdad y avisa en las bienaventuranzas que aquellos que lo sigan serán perseguidos.
En resumidas cuentas, Cristo lo que nos pide es aquello que anunció a los 11 justo después de su resurrección: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” y ello teniendo siempre muy presente el mandamiento que nos dio “amaos los unos a los otros como yo os he amado”.
Este es el camino del cristiano. Un camino que es incómodo e ingrato a los ojos del mundo, pero que es el camino que nos lleva a amar, es decir, a la felicidad.
Poncio Pilato fue caduco, Cristo es eterno.
Uno de los pensadores más relevantes del relativismo, Hans Kelsen, se refiere a Pilato como el “perfecto demócrata” ya que “confía el problema a la mayoría para que decida su voto”. Share on X