Está en la memoria del pueblo lo que significaron las manifestaciones feministas del pasado 8 de marzo como vectores de difusión de la Covid 19, sobre todo en Madrid, que fue el lugar donde la concentración de personas resultó mayor. Lo único que puede decirse en su descargo es que no fueron los únicos actos masivos autorizados por un gobierno que osciló entre la irresponsabilidad y la incompetencia.
La ministra de Igualdad Irene Montero, partidaria siempre del ataque como defensa, se dedicó a descalificar con la archisabida acusación de machismo a quien se atreviera a cuestionar la evidencia de la transmisión del coronavirus, en la masa, la proximidad y los gritos. Nunca realizaron un acto de constricción, y como quien no se arrepiente repite, esto es lo que parece que va a suceder este año con el 8-M.
Mientras tanto el gobierno y su portavoz sanitario, el amoldable doctor Simón, se hinchan a advertir contra el relajamiento en las medidas, mientras las nuevas mutaciones más contagiosas se van apoderando del escenario español, y la vacunación crece a un ritmo muy lento, y por tanto no va a ser una barrera todavía en los próximos meses. El delegado de Gobierno de Madrid, el mismo colaborador necesario del desafuero del año pasado ya ha dicho que permitirá ¡concentraciones de 500 personas! Cuando la hostelería y comercio sigue con restricciones, así como el teatro y cine, cuando los derechos siguen restringidos e impera el toque de queda, cuando los aforos para los actos religiosos se han visto reducidos en algunos caso hasta el ridículo, cuando no se puede asistir a un partido, de fútbol y rugby, aunque sean al aire libre y el aforo está acotado, el feminismo gubernamental tiene bula y podrá reunirse en grupos de 500.
Es un acto de prepotencia inadmisible para demostrar donde esta el poder real. Es una irresponsabilidad sanitaria inaceptable que merece el rechazo popular.
Por el respeto de todo, por la seguridad de todos hay que exigir que las mismas normas que rigen para el común de los mortales se apliquen al feminismo gubernamental por muy 8 de Marzo que sea. Basta ya de privilegios.
2 Comentarios. Dejar nuevo
Esto ya no es feminismo, es amariconamiento de las autoridades que tienen que tomar decisiones sobre el tema y no las toman por miedo, porque piensan que en el sueldo no va incluido el tomar decisiones que no agraden a las feministas. La única que se ha opuesto a este dislate del 8 m y sus manifestaciones feministas- lgtbi de la Montera ha sido la ministra de Sanidad que, claro por tonta que sea, que ha opinado en contra, porque y si después pegan un rebote los contagios? Sólo a las descerebradas se les puede ocurrir volver a las andadas después de pasado lo que pasó y siguiendo aún en riesgo.
De 500, que al final serán de miles con incidentes, altercados, y de insultos y amenazas a quienes defienden la visión cristiana de la persona, la política y la sociedad. Al mismo tiempo que siguen arruinando al pais a golpe de decreto con la excusa de un virus.