La reputada escritora y veterana feminista Laura Freixas aborda en una columna en La Vanguardia el «debate que lleva mucho tiempo incendiando el feminismo, pero del que la opinión pública sabe poco»: el debate acerca d ela ley trans y el borrado de las mujeres que supone.
Laura Freixas reconoce que «el propósito explícito del proyecto de ley es loable. Aspira, dice, a combatir la discriminación (económica, laboral, sanitaria…) que sufre el colectivo trans, y a despatologizar su condición». Pero ya sabemos que el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones.
Y lo explica perfectamente con un claro ejemplo:
«Imaginemos, por ejemplo, a un señor cualquiera, llamémosle Pepe. Pepe tiene nombre, cuerpo e indumentaria de hombre, pero asegura que es mujer, porque se siente tal. Si Pepe busca empleo, no le preguntarán si piensa quedarse embarazado. Si Pepe tiene un bebé, no habrá pasado un parto. Si Pepe pasa por un callejón oscuro, lo hará sin miedo a que le violen. Si Pepe mira a su alrededor, no verá por todas partes (desde los museos hasta las máquinas tragaperras) humillantes representaciones de su cuerpo como objeto sexual para el placer de otros… Pero si Pepe lleva en su DNI la mención “Sexo: F”, tendrá derecho a las ayudas previstas en las leyes para contrarrestar la discriminación de las mujeres, a usar los vestuarios y duchas de mujeres, a competir con mujeres en deportes, y figurará como mujer en las estadísticas que miden la desigualdad por sexos.»
Y nos avisa de que no son imaginaciones suyas, sino que «Pepe es una persona real (tiene otro nombre), protagonista de un vídeo en el que se presenta como ejemplo de las personas trans que prefieren no operarse ni hormonarse».
Y acaba Laura Freixas con un recadito para el Ministerio de Igualdad: «Es triste, pero ese ministerio cuya creación por Zapatero las feministas acogimos en su día (2008) con entusiasmo, fomenta hoy, por su lamentable sectarismo, una polarización de la que no puede salir nada bueno.»
1 Comentario. Dejar nuevo
El razonamiento de la Sra. Freixas es contraproducente para su propio feminismo. Porque deja claro que el problema no está en que se pretenda aprobar una ley que permita a un hombre pasar, como si nada, de sexo masculino a sexo femenino. El problema está en que ya existe una ley por la que dicho hombre tendrá «derecho a las ayudas previstas en las leyes para contrarrestar la discriminación de las mujeres». La solución consiste en derogar esta ley. Así, una persona de género masculino podrá adoptar el género femenino sin aprovecharse, siendo en realidad un hombre, de las susodichas ayudas a las mujeres. Ayudas, por otra parte, sexistas y discriminatorias, i que por esta sola razón ya no deberían existir.
Por lo demás, la pretendida ley Trans tampoco tendría porqué existir si la cuestión Trans se tratase como lo que es en realidad, una patología mental, en vez de considerarla una patología física. No es que un hombre esté en un cuerpo de mujer, o una mujer en un cuerpo de hombre, sino que las mentes respectivas del hombre y de la mujer identifican mal su propia realidad corporal. Es lo mismo que ocurre con las personas que se siente perros. El problema lo tienen en la mente no en el cuerpo.