Un gobierno español desunido en todos los ámbitos: Constitución, régimen político, Jefatura del Estado, política económica y laboral, política internacional, encuentra su vínculo de unión en leyes que causan un gran daño y conflicto moral, dividen y son peligrosas para las personas, atentan contra los derechos humanos. Son además leyes radicalmente injustas desde la perspectiva cristiana: La ley Celaá de educación, la que legaliza la eutanasia a la vez que niega un Plan de Cuidados paliativos, la introducción de un tercer sexo en las acreditaciones de identidad, la ley trans que altera la concepción de la antropología humana, una nueva y todavía más amplia ley sobre el aborto. Y esto es solo el inició, porque este es el único ámbito donde actúan unidos, y esta división y polarización la provocan además en plena pandemia, más de 80.000 muertos y la caída económica más grave en un año desde el fin de la Guerra Civil.
También se produce una fuerte deriva del estado al pasar de la neutralidad de la laicidad positiva, al ateísmo de estado, cancelando toda referencia a Dios de la vida pública. Laicidad significa neutralidad ante las diversas confesiones, y nada tiene que ver con la supresión de Dios, como muestra un ejemplo de Estado Laico como es la toma de posesión del presidente Biden, al convertir el catolicismo en una cuestión individual y privada. Los católicos somos el único grupo social que debe abjurar de sus opiniones como católicos al intervenir en la vida pública. ¿A santo de qué?
Pero además, y esto es una gran contradicción, junto con la intromisión y la producción de leyes insólitas, se manifiesta la incapacidad del gobierno para cumplir con lo que sí son sus deberes, como nos muestra desde hace meses su fracaso ante la pandemia y la crisis económica. Incluso disponiendo de dinero. Nos referimos por ejemplo a los 9000 millones de euros de recursos del MEDE pendientes de utilización, o la pobre eficiencia en utilizar los fondos europeos del presupuesto 2014-2019, ¡solo ha conseguido ejecutar el 30%! La lentitud en la vacunación, la mejor forma de salvar vidas, mantiene esa línea de incapacidad que tanto daño provoca.
Ante esta situación, los cristianos no tenemos una opción política que nos represente bien, sin complejos. Que -como decía con acierto el joven obispo de Solsona- “asuma de manera más o menos completa las convicciones morales sobre la vida, las relaciones sociales y económicas propias del catolicismo” . Esa es la cuestión por resolver, ese es el principal origen de todos los problemas.
Esto es así porque el catolicismo social, es decir, aquel que está atento a la aplicación de la doctrina social de la Iglesia, no ha conseguido crear una cierta organización, una corriente, un movimiento social, de la cual, directa o indirectamente, puedan surgir proyectos políticos fuertes.
e- Cristians, movimiento que promueve la concepción y aplicación social cristiana en la vida pública, contribuye a la construción de esta presencia cristiana. Por ejemplo, promoviendo, junto a otras entidades, la Asamblea de Asociaciones por la Vida la Libertad y la Dignidad, como un medio de trabajar más y mejor en común, sin crear super estructuras orgánicas.
Nuestro fin es trabajar y actuar para hacer realidad la alternativa cristiana por el bien común. Por esto te invito a participar de buen principio en su construcción.
Ven y asóciate al proyecto
1 Comentario. Dejar nuevo
Leí lo que escribió el obispo de Solsona acerca de las posibilidades de voto para un católico en las próximas elecciones. Coincidimos en lo difícil que nos resulta. En lo que no concuerdo es en que ponga entre las bondades de un partido con esencia cristiana los derechos de los pueblos, lo que ya sabemos qué quiere decir en el contexto nuestro: división.