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La actual vida sosial

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Sueñan con vivir una vida imaginaria de anuncio de la “Marca SóloYo”, de esos que les torpedean a todas horas desde todos los medios de comunicación, tragándoselos todos de golpe. Son aquellos de publicidad irresponsable fácil y barata. Porque hay buena publicidad –necesaria en nuestros días y siempre-, pero todos sabemos que también existe aquella que persigue erizar nuestras emociones, apelando a nuestras pasiones más bajas y encorajando sueños de papel de seda. Esos sueños que solo tienen cabida en la existencia banal que maquinan cientos de miles en el interior de sus los proliferantes cerebros deformes. En definitiva, algo muy diferente de aquel currante que todos conocemos que se deja la piel en todo cuando emprende, y nada le da más fruto que el espiritual, que –eso sí- con su lucha ascética le abre las puertas del Paraíso.

Es culpa de ellas mismas, culpa de ceder y sucumbir a la tentación, con lo cual acaban convertidas en esclavas de sus propias pasiones, y así son por todo y cualquier tiparraco dominadas: por sus pasiones desde dentro, y por los desaprensivos desde fuera. “¡Tú te lo mereces!”, “¡Pisa fuerte!”, “¡Eres el amo de la calle!”, “¡El mundo es  tuyo!”. Ibídem… -¿Tiene sentido?

Tienen la cabeza permanentemente en ebullición, llena de pajaritos -o pajarracos- como un adolescente, y basan su interacción social y comunicativa en que les hagan el rendez-vous por las esquinas. Creen firmemente en que los demás, tú, estás allí para acicalarles el ánimo y alimentando así todas sus cavilaciones mentales. Así se manifiesta, tanto sí como no, aunque lo escondan, su incapacidad de compartir su verdad. Como no tienen nada que ofrecer y tanto y más que esconder, se sienten desnudas en público y esconden sus vergüenzas de ser como son y de caer adiestradas por cualquiera. De manera que, indefectiblemente, acaban siéndolo de todas maneras, como si se tratara de una inesperada emboscada a una ratita en el interior del bosque de su propia jaula. ¡Una vez tras otra, son así!… y siguen dando vueltas a la noria, con el estrés y el descrédito que esto comporta.

Por este motivo, la vida sosial actual –en pijoteras versión progre- se ha convertido en un enloquecer obcecados persiguiendo cada uno su propia zona de confort, que siempre escapa, la muy escurridiza, y resulta muy poco probable que combine con tantísimas otras zonas de confort con que se tropiezan desgañitándose en su día a día, que son las otras personas que, del mismo modo, solo se buscan a sí mismas para escapar de tan sosaina vida. ¡De ahí tanto ñoño irascible y tanta confrontación!

La salida altruista y democrática, con solidaridad incluida, solo es factible armonizarla –para los conversos de tan afamada pseudoreligión- recetando verdad a sus vidas ambiguas, para así llegar a conseguir atrapar una bonanza de la mano de tantas y tantas almas, hombres y mujeres, que esperan –silenciosos- un respiro de aires frescos, los eternamente nuevos.

La tentadora alternativa facilona conlleva, simplemente, el imponerse hasta la médula incluso a esa pobre gente, con tal de salirse con la suya; y también con esos indigentes, aquí, sacar todo el rédito posible que puedan, aprendiendo lenguas, habilidades sociales y viviendo sugestivas nuevas experiencias en territorio de misión. Eso sí, en nombre de la rosa: la ubicua maroma del orgullo.

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